De la manera más inopinada posible, como tantas cosas que ocurren al sur de Tarifa, una respuesta del ministro de Justicia de Marruecos, Abdellatif Ouahbi, de pie en su escaño -en un Parlamento semivacío— a un diputado de la oposición la semana pasada ha servido para que el país norteafricano pase página definitivamente -aunque ello es algo que sólo el tiempo dirá— a una acendrada tradición (y quebradero de cabeza, sobre todo para los jóvenes): la exigencia de certificados matrimoniales a las parejas locales por parte de los empleados de establecimientos hoteleros como condición indispensable para disponer de una habitación.
“Es un atentado contra la vida privada” y “una violación de la ley”, afirmó el ministro de Marruecos, miembro del Partido Autenticidad y Modernidad (PAM) -formación de corte liberal que cargó con el marbete del ‘partido del amigo del rey’, pues fue fundado por un compañero de pupitre del soberano, Fouad Ali El Himma—, haciendo suyo el sentir de millones de ciudadanos que seguían padeciendo un requerimiento sin base legal pero con un poderoso arraigo en la sociedad marroquí.
Sin certificado
Medios locales cercanos al oficialismo como los digitales Le360 o Médias 24 daban cuenta el fin de semana de que la Policía había comenzado a dar instrucciones a los propietarios de hoteles en Rabat y otras ciudades marroquíes para que se abstuvieran de pedir el citado certificado. Las mismas fuentes aseguran que a partir de ahora se levanta para siempre otra restricción inveterada que para los defensores de “la moral pública” constituía la mejor garantía para combatir la prostitución: impedir a las mujeres poder disponer en solitario de una habitación de hotel dentro de su municipio de residencia.
“La prohibición a las parejas no casadas y a las mujeres solteras de pernoctar en hoteles de su misma ciudad, una práctica rutinaria en todos los hoteles a lo largo y ancho de Marruecos, cuyo cumplimiento ha correspondido a los servicios de seguridad, nunca ha respondido a un mandato legal, sino que ha sido un reflejo de convicciones sociales tácitas”, explica a ARTÍCULO 14 la socióloga marroquí Adiba Naoua.
Castigo a las relaciones sexuales fuera del matrimonio
Y en el fondo del problema, recuerda la investigadora de la Universidad Hassan II de Casablanca, no se sitúa otro que el artículo 490 del Código Penal marroquí, que castiga las relaciones sexuales fuera del matrimonio con penas que pueden llegar al año de cárcel y que se ha convertido en los últimos años en el principal caballo de batalla de los colectivos feministas y defensores de los derechos individuales.
“Es una muy buena noticia. Levantar el veto sobre la exigencia de los certificados matrimoniales en los hoteles de Marruecos ha sido todo un proceso que se ha movido desde la sociedad civil y las organizaciones que están detrás de las libertades individuales y colectivas, por ejemplo, el movimiento #stop490”, admite la escritora marroquí Karima Ziali.
Presión de la sociedad
“No es una decisión que provenga de las posiciones de poder, sino una exigencia y una reivindicación de la gente que va tomando forma en las instituciones. Esto demuestra hasta qué punto la sociedad marroquí está presionando en una dirección, a pesar de las múltiples direcciones que más o menos coexisten”, abunda la investigadora especializada en sexualidad, islam y migraciones a ARTÍCULO 14.
Por su parte, el antropólogo Mustafa Akalay coincide en que el fin de la restricción es “una muy buena noticia, muy positiva, pues, como dijo el ministro, no hay ninguna ley que exija a las parejas la presentación de este tipo de documentos, pues la prohibición se basa en una mera tradición oral”.
Avance de las libertades individuales
“Es hora de que el país siga avanzando en el respeto a las libertades individuales en Marruecos, y esto es un paso más en un momento de apertura y con el Mundial a la vuelta de la esquina”, zanja a ARTÍCULO 14 el profesor de la Universidad Privada de Fez.
En definitiva, sendas prohibiciones resultaban discriminatorias para los marroquíes, especialmente las mujeres, que han tenido durante décadas que resignarse a ver cómo los ciudadanos extranjeros residentes en el país magrebí o turistas gozaban de un derecho que a ellos se les negaba.
Negro sobre blanco
“El control y la vigilancia sobre las mujeres es el foco de este tipo de leyes que gran parte de la población ve obsoletas. Ahora solo falta, y es cuestión de tiempo, que estos cambios sean más fuertes que la tinta sobre el papel”, concluye Ziali.
Pero hecha la ley hecha la trampa, reza el dicho popular, y los marroquíes habían aprendido hace tiempo la manera de tratar de sortear este inconveniente. Por ejemplo, quienes pudieran permitírselo acababan reservando dos habitaciones de una vez y, oficialmente, cada una quedaba a nombre de uno de los dos miembros de la pareja con el consentimiento tácito del establecimiento hotelero. La otra opción para esquivar la prohibición era optar por fórmulas como la de Airbnb en lugar del hotel tradicional.
Y es que también ha habido presiones de los profesionales del sector hotelero al Gobierno para que pusiera fin a “lo absurdo” de una restricción que les ha perjudicado, sobre todo a raíz del auge reciente de los apartamentos turísticos, aunque ellos mismos la siguieran alimentando.
Revitalizar la economía
En este sentido, Naoua recuerda que “una de las prioridades del actual Gobierno es modernizar y revitalizar la economía, y esta política [de prohibiciones] es ilegal y una invasión de la privacidad, como criticaba el ministro de Justicia”.
“Asegurar un acceso igualitario a los servicios públicos a todos los ciudadanos, con independencia de su género o estado civil, es esencial, y los hoteles deben adherirse a este principio, aunque es esperable que la resistencia sea significativa”, augura la socióloga e investigadora de la Universidad Hassan II de Casablanca.
No incitar a nada haram
En un país conservador como Marruecos y en plena cuenta atrás antes de darse a conocer el contenido de la reforma del Código de Familia o Mudawana, es obvio que el fin del veto no habrá gustado a todo el mundo. Como recuerda Adiba Naoua a este medio, “la adopción generalizada de esta decisión por parte de los hoteleros no es únicamente una cuestión de leyes y jurisdicción son que también está influida por creencias religiosas que obligan a los creyentes a no incitar o facilitar nada haram, es decir, prohibido por el islam, incluidas las relaciones fuera del matrimonio”.
Con todo, la inexistencia de legislación al respecto –lo cierto es que si la prohibición arraigó gracias a la costumbre, su aparente eliminación ha llegado también a través de una formulación meramente oral— jugará previsiblemente en contra de la oposición de los sectores más tradicionales.