Yihadismo

El Estado Islámico amenaza con volver tras el atentado en Nueva Orleans

Los expertos advierten de que la ideología de Dáesh sigue teniendo capacidad para reclutar y radicalizar más allá de las fronteras del extinto califato

Una mujer coloca flores en honor a las víctimas del atropello masivo este viernes, en Nueva Orleans (EE.UU.). EFE/ Octavio Guzmán

Las últimas imágenes de Shamsud-Din Jabbar difundidas por el FBI muestran al atacante caminando por las calles de Nueva Orleans horas antes de embestir al volante de una camioneta a una multitud que celebraba el Año Nuevo en el Barrio Francés. Antes de morir por disparos de la policía, el ciudadano estadounidense de 42 años, natural de Texas, acabó con la vida de 14 personas. Otras 35 resultaron heridas de distinta consideración.

Según las autoridades, el atacante estaba “empeñado en crear la carnicería y el daño que causó”. Pronto trascendió que Jabbar, un exmilitar estadounidense con experiencia en Afganistán, cometió la masacre “inspirado” por el Estado Islámico, en palabras del presidente Joe Biden. La bandera negra de Dáesh ondeaba en el remolque del vehículo que alquiló para cometer el atentado.

La única incógnita que rodea el caso es saber cómo se produjo su proceso de radicalización. Según la investigación en curso, Jabbar viajó hace dos años a Egipto, país que visitó “porque era barato y bonito”, explica su hermanastro, Abdur Jabbar, de 24 años. Así justificó a su entorno su estancia de un mes allí. Es en el país norteafricano donde los investigadores sospechan que comenzó o se desarrolló un proceso que finalizó de forma abrupta en la madrugada del pasado miércoles. Todavía desconocen qué hizo el atacante durante ese mes, por qué viajó a Egipto y con quién se relacionó allí.

Ni rastro de Dáesh

En los vídeos publicados en redes sociales antes del atentado, Jabbar verbalizaba su “apoyo” al Estado Islámico, organización a la que aseguraba haberse unido en verano. De momento, sin embargo, ni el grupo yihadista ni sus filiales en todo el mundo han reivindicado la autoría a través de sus canales oficiales.

“Queda una pregunta clave: ¿Este atentado fue inspirado o dirigido por Estado Islámico?”, escribe la especialista Mina Al-Lami en la plataforma X. “En cualquier caso, es probable que el EI lo presente como una victoria y una demostración de su influencia duradera, sobre todo teniendo en cuenta el perfil del atacante como antiguo veterano del ejército”. Al-Lami cree que es probable que lo haga en las próximas horas, dado que “se trata de un atentado de gran envergadura y el grupo querrá obtener la máxima publicidad”.

Amenaza latente

La matanza terrorista en Nueva Orleans demuestra que la ideología del Estado Islámico sigue teniendo resonancia “entre las personas susceptibles de radicalización y reclutamiento”, explica Bruce Hoffman, uno de los mayores expertos del mundo en terrorismo y contrainsurgencia, en declaraciones a la radio pública estadounidense NPR. “Derrotar al grupo terrorista y arrebatarle territorio, e incluso matar a decenas de miles de sus combatientes, como estamos aprendiendo trágicamente ahora, sigue siendo muy diferente de contrarrestar eficazmente una ideología y su continua atracción por los individuos”.

Habría que remontarse tres años y medio para dar con el último atentado de Dáesh contra objetivos estadounidenses. Sucedió el 26 de agosto de 2021, en plena retirada militar de Afganistán. Ese día, un terrorista suicida se inmoló en uno de los accesos al aeropuerto Hamid Karzai de Kabul durante las labores de evacuación de civiles. Al menos 183 personas murieron, entre ellas 13 miembros del servicio estadounidense. La rama afgana de Dáesh, el Estado Islámico del Gran Jorasán, reivindicó la autoría horas después del atentado.

Europa no se libra

El último ataque terrorista de inspiración yihadista en suelo europeo tuvo lugar hace cinco meses en Solingen, un pequeño municipio alemán de 16.000 habitantes. Un solicitante de asilo sirio de 26 años armado con un cuchillo apuñaló a varias personas en un festival de la localidad el pasado viernes 23 de agosto. Acabó con la vida de tres personas e hirió a otras ocho.

La policía alemana detuvo inicialmente a un joven de 15 años en relación con los ataques, pero el autor del atentado se entregó un día después. Dáesh no reivindicó la autoría hasta la detención del autor material del atentado, a quien describió a través de su web de noticias Amaq como un “soldado del Estado Islámico” que tenía como objetivo a los cristianos y llevó a cabo el ataque “para vengar a los musulmanes en Palestina y en todas partes”.

El mismo día que Solingen contuvo la respiración, cuatro militantes de Dáesh armados con cuchillos tomaron como rehenes a empleados y reclusos de la colonia penal de máxima seguridad IK-19 de Surovikino, en la región rusa de Volgogrado. Mataron a puñaladas a nueve personas, entre ellas cinco guardias, e hirieron a otros dos.

EEUU vuelve a ser un objetivo

Estados Unidos no sufría un atentado yihadista en su territorio desde finales de 2017. En una entrevista con Sky News, el ex asesor del Departamento de Seguridad Nacional Charles Marino indicó que la administración Biden “ha levantado el pie del acelerador” en relación con el Estado Islámico. “Tampoco hemos perseguido al EI tan agresivamente como lo hizo la primera administración Trump. Eso ha permitido un resurgimiento de ISIS que tampoco es bueno, especialmente desde el punto de vista del reclutamiento y la radicalización”.

Expulsado hace más de cinco años de su autoproclamado califato en Siria e Irak por una coalición militar liderada por Estados Unidos, el Estado Islámico ha centrado sus esfuerzos en reconquistar territorio en lugar de planear ataques terroristas. Una estrategia que contrasta con otras organizaciones yihadistas como Al Qaeda. Sin embargo, los remanentes del autoproclamado califato siguen siendo una fuente de inspiración para perfiles como Shamsud-Din Jabbar.