Las estadounidenses volverán a ser decisivas en la elección presidencial de 2024. Los estudios indican que votan en mucha mayor medida que los hombres, por lo que convencerlas para obtener su apoyo se ha convertido en obsesión para los dos contendientes.
Kamala Harris intenta presentar a su rival, Donald Trump, como un peligro para sus derechos sexuales y reproductivos por la ofensiva contra el aborto legal que impulsó bajo su presidencia. Según reveló un reciente sondeo de la Fairleigh Dickinson University, las mujeres se inclinan un 20% más por Harris que por Trump, una tendencia que se acentúa cuando se consultó a las encuestadas por temas de género como el aborto o las declaraciones y comportamientos machistas de Trump a lo largo de su trayectoria.
Animadversión por Biden
Pero hay muchas que siguen fieles al hombre al que consideran el líder firme e ideal para enderezar el rumbo de un país que ven a la deriva tras cuatro años de Gobierno de Joe Biden. Una de ellas es Kay Kriese, está convencida de que solo él “puede salvar a Estados Unidos de una peligrosa socialista” como Kamala Harris.
Kriese es una jubilada de Madison, en el sureño estado de Alabama, uno de los más conservadores del país, pero Trump es un héroe para muchas también en estados más septentrionales y liberales como Nueva York, donde forjó su fortuna el magnate metido a político. “Fíjense en lo que logró la otra vez; los precios no estaban tan lejos de nuestro alcance”, asegura Joyce Klein desde Marcellus, un pueblecito no muy alejado de las cataratas del Niágara.
Trump como milagro económico
La de Klein es una de las quejas más habituales de los republicanos, que culpan a Biden y los demócratas de la inflación, y es otro ejemplo de que es entre las mujeres de más edad entre las que Trump goza de mayor popularidad. Klein no tiene dudas: “Le necesitamos de vuelta y le necesitamos ya”.
En el condado de Broward, en Florida, donde Trump ha conseguido erigir uno de sus bastiones, Esperanza Vega quien, cerca de la edad de jubilarse sigue trabajando como agente inmobiliaria, se queja de que su actividad y sus ingresos se han visto perjudicados por los altos tipos de interés y el descenso resultante en las ventas de viviendas. “Con él los tipos de interés estaban bajos y necesitamos que vuelvan a bajar”, dice, sin mencionar que es la Reserva Federal y no el presidente quien los fija.
La inseguridad
Pero, para ella, como para la mayoría de estas mujeres, el tema que realmente las mueve es la inseguridad que perciben en el país y que vinculan con la inmigración. “Ahora hay mucho crimen en Estados Unidos, porque la frontera está abierta y pueden entrar violadores, terroristas y otros delincuentes”, asegura, preocupada porque un día alguno de ellos pueda asaltar su apartamento.
Hay otros temas que mueven a Vega a identificarse con las propuestas de Trump. Pese a que él ha tratado de desvincularse últimamente de la línea más dura contra el aborto y esquiva el tema afirmando que la solución es que cada estado lo regule cómo considere, Vega es una de las votantes republicanas para las que el aborto es una cuestión de conciencia: “Puedo entender que aborte una chica que ha sido víctima de una violación, pero no cualquiera en cualquier momento, porque hoy día hay muchos anticonceptivos para hombres y mujeres”. Ella no puede aceptarlo: “Si una muchacha se queda embarazada de su novio, ¿vamos a permitirle matar a un bebé solo porque no quiso utilizarlos?”, se pregunta.
Su riqueza lo libera
Al margen de las cuestiones de principio, prima la creencia en el liderazgo de un candidato al que los demócratas presentan como un egoísta caprichoso y machista. Vega cree, en cambio, que de Trump puede esperarse la máxima honradez porque su fortuna le permite no depender de la política.
“Tiene mucho dinero y no le interesa el sueldo, sino el bienestar del país; por eso se esfuerza tanto por Estados Unidos”, afirma convencida.
Para ella, ni el hecho de que haya sido el primer presidente condenado en un caso penal de la historia ni los procesos judiciales que tiene pendientes ponen en duda su integridad. Lo que pasa, creen Vega, al igual que Kriese, Klein y otras votantes republicanas, es que Trump sufre una persecución implacable. “No puedo creer todos los cargos que presentaron en su contra”, afirma, señalando lo que considera un trato desigual de la justicia a Trump en comparación con el recibido por Hunter Biden, hijo del presidente.
Conspiraciones
Ella es de las que compra las tesis a menudo aventadas por Trump y sus seguidores de que hay un complot del poder político en Washington para quitar de en medio a un político que se presenta como antisistema. Y el atentado contra él en un mitin en Pensilvania no ha hecho sino profundizarlas. “Aún no nos han dicho quién lo mandó matar ni por qué”, se queja.
“Pido que Dios envíe sus ángeles para proteger a nuestro presidente Trump del mal”, insiste por su parte Kriese, quien además ve con preocupación el futuro para sus nietos y bisnietos. Esta maestra jubilada tiene claro que el voto femenino es decisivo y que el hecho de que Harris esté aspirando como mujer a la Casa Blanca pone en cierta desventaja al republicano.
Voto clave
No solo eso inclinaría la balanza en favor de la ex fiscal. De acuerdo con el Centro para Mujeres en la Política Estadounidense (CAWP, por sus siglas en ingles), las mujeres han sido decisivas a la hora de definir la Presidencia en el país norteamericano desde hace casi cuatro décadas.
Las estadísticas del CAWP demuestran que desde 1996, “la mayoría de las mujeres ha preferido al candidato demócrata, además, las mujeres y los hombres han favorecido a candidatos diferentes en las elecciones presidenciales desde el año 2000, con la excepción de 2008, cuando los hombres estaban casi igualmente divididos en sus preferencias por el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain”.