Nunca antes las elecciones de una isla de unos 60.000 habitantes habían sido tan seguidas en el mundo. Al final del recuento en la madrugada de este miércoles, el partido de centroderecha Demokraatit (demócratas) resultó vencedor en los comicios celebrados en Groenlandia, marcados por el debate sobre la futura soberanía del territorio. La votación se convirtió en un plebiscito forzoso: seguir siendo una autonomía de Dinamarca; apostar por la independencia; o aceptar la OPA hostil de Donald Trump.
Además de Demokraatit, el segundo partido más votado, Naleraq, también defiende la vía independentista. Es una posición mayoritaria en la sociedad groenlandesa, que además podría ejecutar mediante un referéndum cuando lo consideren idóneo, ya que Dinamarca dejó las puertas abiertas a que la gélida autonomía decida su futuro en las urnas.
La facción vencedora, favorable al empresariado y la economía de libre mercado, sumó un 29.9% de los votos, un ascenso significado respecto a 2021, cuando obtuvo solamente el 9,1%. Por su parte, el segundo clasificado obtuvo el 24,5%. “La gente quiere cambio, quiere más negocios para financiar nuestro bienestar”, aseguró Jens-Frederik Nielsen, el líder de Demokraatit, tras conocer los resultados. 40.500 personas estaban llamados a las urnas, en 72 centros de votación.
La victoria del partido de centroderecha sobre las formaciones que gobernaron la isla en los últimos años señala que la población local está más preocupada por asuntos cotidianos como el sistema sanitario, la educación, la herencia cultural y otras políticas sociales. Los comicios fueron avanzados por el primer ministro Mute Bourup Egede en febrero, alegando que el territorio afronta “tiempos serios”, sin precedentes en la historia de Groenlandia.
Ante la amenaza anexionista de Trump, que vaticinó que adquirirá la isla “de un modo u otro”, los groenlandeses no cuentan con mecanismos para repeler la hipotética pérdida de soberanía. Por su privilegiada posición geográfica en el Océano Atlántico, la isla emerge como una ruta aérea y marítima clave en los tiempos convulsos que vive el mundo. Además, su riqueza en minerales extraños, utilizados para producir teléfonos móviles o energías tecnológicas renovables, son otro atractivo de la isla. Es por ello que tanto Rusia como China han intensificado la actividad militar en la región.
“No queremos la independencia mañana”, aclaró Nielsen ante la prensa local, aclarando que la prioridad del centroderecha es potenciar la economía. Su mensaje contrasta con el de Inuit Ataqatigiit, el partido gobernante hasta la fecha, que bajo liderazgo de Egede reavivó la aspiración independentista ante la amenaza de anexión de Trump. “Respetamos los resultados de las elecciones”, aseveró Egede tras conocer la derrota. Su partido, que gobernaba en coalición con Siumut, sumó un 36% de los votos, mientras que en 2021 acumuló un 66,1%.
Excolonia de Dinamarca
Groenlandia es una ex colonia de Dinamarca, y era formalmente territorio del país escandinavo hasta 1953. Obtuvo una autonomía parcial en 1979 tras la formación de su primer parlamento, pero Copenhague todavía controla su agenda exterior, la defensa y ciertas políticas monetarias del país. A cambio, provee cerca de un billón de dólares anuales a la economía de la isla.
Desde 2009, obtuvo el derecho de declarar la independencia unilateral mediante un referéndum, una vía que no exploró ningún gobierno, ante el temor de que el bienestar de Groenlandia se vería afectado sin el apoyo económico que la brinda Dinamarca. “Considero que al final viviremos una vida basada en quienes somos, basada en nuestra cultura e idioma, y aprobar nuestras leyes sin Dinamarca”, insistió Qupanuk Olsen, de la facción secesionista Naleraq.
La voluntad de Trump de adquirir la isla ha impulsado la resurrección del orgullo Inuit, la cultura indígena de Groenlandia. En el debate televisivo final antes de los comicios, los líderes de todos los partidos condenaron en unanimidad al presidente estadounidense: “está tratando de influenciarnos, nuestros ciudadanos se sienten inseguros”, dijo un candidato.
Este sentimiento lo expresó la votante Tuuta Lynge-Larsen, empleada bancaria, antes de acudir a las urnas: “no queremos ser parte de EE.UU. por razones obvias: el sistema de salud y Donald Trump”. A esta mujer no le agrada la atención mediática global, y pide tranquilidad para su isla y su gente.