La imagen de la pequeña Sara Sharif ha vuelto a inundar las televisiones y diarios británicos. Esta semana ha arrancado el juicio en Londres a sus progenitores y principales sospechosos del asesinato de la niña en agosto de 2023.
En aquel entonces, el caso tuvo una enorme repercusión, no sólo por el hecho de que sus padres fueran los principales sospechosos, sino porque tras quitar la vida a la pequeña se fueron a Pakistán, su país de origen. Ya una vez en suelo paquistaní, su padre, Urfan Sharif, el principal acusado, llamó al 999 para confesar que “la castigué legalmente y ella murió. Fue mala y la pegué”. El taxista de 42 años añadió que “no era mi intención, pero la aticé mucho”.
“No era mi intención matarla”
La Policía británica acudió a Woking, en Surrey, al domicilio de los Sharif. En su cama, hallaron el cadáver de la pequeña, que tenía tan sólo 10 años cuando fue asesinada.
Según se ha podido saber estos días durante el juicio, al lado del cuerpo de la niña, su padre dejó una nota escrita a mano. “Juro por dios que no era mi intención matarla, pero se me fue. Huyo porque estoy asustado”. Cada detalle que se conoce es aún más escabroso.
“Armas” por toda la casa
Los agentes hallaron a Sara Sharif con una capucha de plástico y tenía marcas de haber sido golpeada con un bate de cricket. La Policía halló ADN y sangre de Sara en la cocina, en un cinturón, en una cuerda negra, en la plancha… Los agentes comenzaron a ver “armas” por toda la casa.
Sharif y el resto de miembros de los parientes abandonaron a Sara, se compraron unos billetes a Islamabad para toda la familia y huyeron a Pakistán el 9 de agosto. Dos días después es cuando se produjo la llamada. En el juicio están acusados por asesinato Urfan Sharif, su pareja Beinash Batool, de 30 años, y su tío Faisal Malik, de 29.
Reino Unido pidió una orden de arresto y tras una extensa búsqueda, la Policía paquistaní los encontró y envío de vuelta a Londres.
Una campaña brutal de maltrato
Los vecinos han contado que en muchas ocasiones oían gritos y llantos de la casa de los Sharif. En enero de 2023, los vecinos han contado que Sara Sharif comenzó a vestir el hiyab. Según el fiscal, Emlyn Jones, era un modo de maquillar las heridas del maltrato doméstico que sufría la pequeña. Los tres acusados participaron en una “campaña brutal” de maltrato contra Sara en las semanas previas a su muerte.
En su colegio, los profesores recuerdan heridas bajo los ojos de Sara y en su barbilla, pero sus padres dieron múltiples excusas a cómo se hizo esos moratones. La pequeña escondía sus golpes bajo el hiyab. En abril de 2023, la sacaron del colegio para ser educada en casa.
Mordeduras, fracturas, hematomas…
Según ha podido saber la corte, Sara Sharif sufrió al menos 71 heridas: mordeduras, quemaduras de plancha, fracturas en su espina dorsal y grandes hematomas. Fueron causadas por miembros de su propia familia. El testimonio del patólogo forense tras realizarle la autopsia ha sido desgarrador.
Los progenitores de Sara Sharif nunca llevaron a la pequeña al médico a pesar de las heridas. Los tres sospechosos niegan haber asesinado o haber causado la muerte de una niña, pero el fiscal alega que es “inconcebible” que sólo uno de los tres hubiera realizado ese maltrato. Los tres vivían en la misma casa. El juicio continuará hasta diciembre.