La primera investigación sobre pobreza y justicia menstrual en Italia deja datos completamente reveladores. Una de cada seis mujeres no puede permitirse comprar nunca, o casi nunca, productos para la menstruación como compresas, tampones o la copa. Son el 16% de las mujeres en edad fértil, un número completamente inesperado para un país occidental donde la información y las ayudas deberían estar completamente insertadas en la sociedad. Sin embargo, no es así. De hecho el estudio que acaba de publicar la ONG WeWorld en colaboración con Azzurra Rinaldi, directora del School of gender economics de la Universidad Unitelma Sapienza de Roma, y experta de datos y género, profundiza en dos conceptos fundamentales y opuestos: la pobreza menstrual y la justicia menstrual. Nos dan así un mapa concreto de la realidad que viven las mujeres italianas una vez al mes durante, al menos, 40 años de su vida.
La pobreza menstrual no solo hace referencia a la incapacidad de las mujeres para acceder económicamente a los productos de higiene menstrual, sino que habla también de la pobreza de información. O, lo que es lo mismo, la falta de conocimientos sobre el propio cuerpo y lo que le ocurre durante la menstruación. Un aspecto que, sin duda, condiciona nuestra propia relación con la regla. A eso le sumamos el derecho a una higiene menstrual, que también condiciona nuestro acceso a otros aspectos como la educación. De hecho, como explica Dima Taddia, consejera delegada de WeWorld, “este es un impedimento para tantas mujeres en Italia y en el mundo para realizar muchas cosas”.
Por ejemplo, pensemos en la falta de papel higiénico o de jabón en los baños a los que tenemos acceso en las escuelas. Ante esa situación muchas mujeres podrían considerar un impedimento seguir las clases debido a la incapacidad de acceder a servicios mínimos públicos durante los días de la regla. De hecho, el estudio señala que el 38% de personas entrevistadas no encuentra jabón en los baños de su lugar de trabajo, un 53% en casos de escuelas o universidades. Son los centros de estudio lugares muy señalados en esta investigación, de hecho se señala que una persona de cada cuatro, un 24% del total, no puede cerrar con llave el baño que usa, algo que empeora su gestión de la regla. Es por eso que es fundamental intentar entender el concepto de pobreza menstrual de manera interdisciplinar.
Esta situación es un factor que aísla a las mujeres, de hecho el estudio señala que una de cada dos personas confiesa haber renunciado al menos una vez a días de clase o de trabajo a causa de la regla. Además, de media, las personas entrevistadas pierden 6,2 días de clase y 5,6 de trabajo al año a causa de la menstruación. La idea inicial de esta investigación, que ha encuestado a 1.400 personas, mitad hombres y mitad mujeres, era demostrar con datos una realidad,hasta ahora ignorada: que la pobreza menstrual existe también en un país europeo como Italia.
El país transalpino no cuenta con una ley de bajas menstruales como la española. Precisamente acabamos de saber que en España, en el primer año de las bajas por reglas incapacitantes, desde junio de 2023, ha firmado 1.408 bajas, con una duración media de 3 días. La medida española es vista con buenos ojos por Azzurra Rinaldi, de hecho la profesora ha hecho una estimación de lo que costaría esta medida al Estado italiano. Para hacerlo ha calculado el 32% de las mujeres del estudio que son las que han declarado sentir dolor durante todas sus menstruaciones. Teniendo en cuenta la media de la retribución diaria de una mujer en edad fértil en Italia, 74 euros, el resultado final sería de aproximadamente mil millones de euros, concretamente 994,5 millones. Si, como en el caso español, cubrirse solo el 60% del salario costaría poco más de 500 millones de euros. Si la medida se quisiera extender, sin embargo, a todas las mujeres en edad fértil supondría un 0,25% del total de todos los presupuestos del Estado.
Al menos 1,8 mil millones de personas en el mundo tienen la regla cada mes. Rinaldi insiste en la importancia de crear una base de datos, ella partió de cero, que puedan servir a la larga para crear una ley que pueda proteger a las mujeres que han sufrido toda su vida, en muchos casos por la falta de un diagnóstico claro de regla incapacitante, en otros muchos por las dificultades económicas y estructurales que han hecho que las mujeres se sintieran discriminadas por tener la regla. Sin datos, insiste, la realidad es como si no existiese. Ahora este estudio pone números esperando que la justicia menstrual sea una batalla con todas las letras. Solo el 17% de los entrevistados dice no haber probado nunca vergüenza vinculada a la menstruación, el resto, aún comparten el estigma y el silencio que las acompaña una vez al mes. Un 14% recurre, aún, al papel higiénico como único instrumento para gestionar la regla.