Ante el temor a una recesión como resultado de sus políticas, el índice de aprobación del presidente estadounidense Donald Trump ha comenzado a caer. Desde febrero, la aprobación del desempeño de Trump ha disminuido. Estos datos se producen en un momento en que aumenta la insatisfacción con las políticas económicas y comerciales de Trump entre los norteamericanos. Se espera que las políticas de aranceles aumentan la inflación, las reducciones de impuestos sin financiación, los despidos masivos y se teme que una combinación de estas políticas pueda conducir a una situación de estanflación, donde persista un bajo crecimiento en medio de una alta inflación.
Según Donald Trump y sus asesores económicos, podría ser necesaria una recesión para desintoxicar la economía. De ser así, ellos ya la ven como una hermosa recesión, el preludio de una nueva era dorada para los trabajadores estadounidenses, salvo para aquellos que pierdan sus empleos, vean sus ahorros destruidos o deban lidiar con un nivel de vida mucho más bajo. Es de esperar que se produzcan algunos contratiempos a medida que la administración Trump construye una economía manufacturera retrógrada, protegida por aranceles, poco competitiva y con uso intensivo de mano de obra para que Estados Unidos vuelva a ser grande.
Parece una parodia, pero en palabras del secretario del Tesoro, Scott Bessent, en respuesta a la turbulencia del mercado bursátil y las señales de debilitamiento de la demanda. “Un período de desintoxicación podría ser necesario para que la economía que heredamos pueda recuperarse”. Trump fue más allá, diciendo a los periodistas que no descarta una recesión. Él va a seguir con su plan cueste lo que cueste.
Desde su elección en noviembre -que fue reñida en cuanto a votos, pero relativamente decisiva en el mapa electoral-, Trump ha reivindicado un amplio mandato para implementar su visión de “Estados Unidos primero”, incluso mediante órdenes ejecutivas de gran alcance diseñadas para eludir al Congreso. El presidente norteamericano ha utilizado ese argumento para desestimar las críticas, incluso de los jueces federales, que consideran que su administración se está extralimitando, actuando demasiado rápido y potencialmente violando la ley.
Encuestas recientes sugieren que los estadounidenses están profundamente divididos respecto a las políticas de Trump, y que son más los que desaprueban que los que aprueban sus iniciativas. Según la última encuesta de Harvard CAPS/Harris, el 49% de los votantes registrados aprobaron el desempeño de Trump, una disminución con respecto al 52% del mes pasado.
¿Por qué está cayendo la aprobación de Donald Trump?
Con la amenaza de una recesión inminente, el desempeño del presidente Trump en temas centrales es cada vez más cuestionado, especialmente por aquellos votantes que antes lo apoyaban. El índice de aprobación de Trump es un indicador clave de su fuerza política mientras navega por su segundo mandato presidencial con mano dura y se prepara para futuras batallas políticas. Un cambio en sus cifras podría influir en el apoyo de los legisladores republicanos, hasta ahora temerosos de la marea MAGA, y afectar su capacidad para impulsar su agenda en un panorama político que deberá enfrentar un ciclo electoral durante la mitad de su mandato.
Según una encuesta, el índice de aprobación neta del presidente Donald Trump ha caído a un mínimo histórico de -14 puntos durante su segundo mandato. El rastreador diario de encuestas de Rasmussen sugiere que el índice de aprobación de Trump se sitúa en el 47% a 3 de abril.
Esta es la primera vez en el segundo mandato de Trump que el rastreador de Rasmussen considera que el presidente no tiene un índice de aprobación positivo. También es la primera vez durante su segundo mandato que su índice de aprobación cae por debajo de los 50 puntos en el rastreador de Rasmussen.
Otras encuestas muestran que su índice de aprobación ha ido en declive durante los últimos días. El promedio de Newsweek de las 10 encuestas publicadas más recientemente muestra que el índice de aprobación de Trump se sitúa en el 47%, mientras que el 49% lo desaprueba. Esto representa un descenso desde principios de marzo. La caída en el índice de aprobación de Trump se ha visto reflejada en una creciente insatisfacción con su gestión de la economía.
La encuesta de Marquette mostró que el 58% de los adultos cree que los aranceles perjudican la economía estadounidense. La misma proporción cree que las políticas de Trump aumentarán la inflación. Esta semana, Goldman Sachs elevó la probabilidad de recesión en 2025 al 35%, frente al 20% anterior. Esta es la mayor probabilidad de recesión de la compañía desde la crisis bancaria regional de hace dos años.
Mientras tanto, JP Morgan afirma ahora que la probabilidad de una recesión este año es del 40%, dado que tanto la confianza empresarial como la del consumidor se han desplomado en las últimas semanas.
El índice de aprobación de Trump, del 47%, es inferior a la popularidad del expresidente Joe Biden en el mismo momento de su presidencia, el 4 de abril de 2021, cuando se situaba en el 54%, con un índice de desaprobación del 42%, según RealClearPolitics. Las encuestas publicadas en los días posteriores a la investidura de Trump mostraron que su popularidad estaba en su punto más alto. Sin embargo, seguía siendo el presidente menos popular de los últimos tiempos.
Según la primera encuesta de Gallup sobre el segundo mandato de Trump, realizada entre el 21 y el 27 de enero, su índice de aprobación inicial fue del 47 %. La encuestadora afirmó que esta cifra lo convertía en el presidente menos popular desde 1953 al inicio de un mandato y en el único que comenzó con un índice de aprobación inferior al 50 %. Gallup indicó que Biden comenzó su primer mandato con un índice de aprobación del 57 %
Los estadounidenses tampoco son demasiado optimistas sobre el rumbo que está tomando el país. Según la encuesta de Marist, el 54% afirmó que el país va por mal camino, y el 56% afirmó que Trump se apresuraba a implementar cambios sin considerar adecuadamente las consecuencias.
En cuanto a la economía, el 42% afirmó que Trump estaba cambiando las cosas para mejor, el 46% para peor. En cuanto a la inmigración, el 47% afirmó que Trump estaba cambiando las cosas para mejor, el 43% para peor. En política exterior, el 44% afirmó que Trump estaba cambiando las cosas para mejor, el 49% para peor. En cada tema, el escepticismo fue mayor entre los demócratas, pero también entre los votantes independientes, mientras que los republicanos respaldaron mayoritariamente al presidente.
Comparación del índice de aprobación de Donald Trump con su primer mandato
El rastreador de RealClearPolitics muestra que, el 4 de abril de 2017, el índice de aprobación de Trump era del 40 %, mientras que su índice de desaprobación era del 53 %, lo que le otorga una aprobación neta de -13 puntos, lo que lo hace más popular ahora que en el mismo momento de su primer mandato. Estas cifras fluctuarán en las próximas semanas, dependiendo del resultado de eventos clave, como las negociaciones cruciales sobre la guerra entre Rusia y Ucrania, la creciente disputa arancelaria, la subida de precios y la preocupación por una recesión.
En un durísimo editorial del Financial Times, el periódico escribió sobre la política detox de Trump de liberar el país: “La decisión de Donald Trump, el 2 de abril de 2025, de imponer aranceles recíprocos radicales a los socios comerciales de EE. UU. pasará a la historia como uno de los mayores actos de autodestrucción en la historia económica estadounidense. Causará daños incalculables a hogares, empresas y mercados financieros de todo el mundo, trastocando un orden económico global del que Estados Unidos se benefició y contribuyó a crear. La justificación de Trump se basa en una creencia ingenua que trata los desequilibrios comerciales como si fueran la cuenta de resultados de una empresa, y no la culminación de cadenas de suministro altamente especializadas. También considera el trabajo en las fábricas como la fuente del desarrollo económico, ignorando cómo décadas de libre comercio han permitido a Estados Unidos ascender en la cadena de valor industrial y convertirse en un líder mundial en servicios e innovación”.
El editorial continúa así: “Sus gravámenes recíprocos son un cálculo aproximado. Para la economía estadounidense, los efectos más inmediatos de las acciones de Trump serán el aumento de la inflación y la desaceleración de la actividad económica. Décadas de progreso están ahora en riesgo. La tentación de tomar represalias será fuerte. Pero este momento exige serenidad. Trump ha prometido combatir el fuego con fuego. Los responsables políticos deben sopesar cuidadosamente sus próximos pasos. Este no fue un ‘día de liberación’ para Estados Unidos. Si Trump se sale con la suya, la economía estadounidense quedará aislada del mismo sistema que ha impulsado su auge durante un siglo”.
El vínculo económico entre países se ve interrumpido por las decisiones de un Donald Trump que no parece interesado en aportar nada útil a la economía global. El mundo contiene la respiración atento a su ruido y su furia en pos de un nativismo que va perdiendo voces.
Los norteamericanos han dejado atrás una situación económica estable para sentir la profundidad y el alcance de los tiempos difíciles que se harán evidentes en los próximos meses. Pero, en el ámbito político, la historia demuestra que es sumamente peligroso para un presidente ofrecer la posibilidad de sacrificarse en aras de beneficios a largo plazo. Incluso cuando el sufrimiento se debió a una amenaza legítima a la supervivencia nacional, los estadounidenses demostraron que están mucho más dispuestos a soportar el impacto económico teórico que la realidad. Por la enorme división del país, Trump podría ser un presidente más propenso que sus predecesores a sufrir las consecuencias de la impaciencia pública si su detox termina envenenando las vidas de su electorado.