Reino Unido vota

El debate de género se le atraganta a los laboristas

Keir Starmer ha adoptado una línea más dura, aunque el partido aspira a facilitar el cambio legal de género

Keir Starmer - Internacional

El líder del Partido Laborista, Keir Starmer Kilo y Cuarto

La delicada cuestión de género se ha convertido en uno de los quebraderos de cabeza más resbaladizos para el Partido Laborista británico en el umbral del poder. Temeroso de cualquier imprudencia que menoscabe la apabullante mayoría que desde hace meses le confieren los sondeos, el líder, Keir Starmer, ha intentado tender puentes entre los dos extremos del debate, protagonizando él mismo un viaje ideológico en el que ha pasado de reprender a una de sus diputadas por mantener que “solo las mujeres tienen cérvix” a estar de acuerdo con Tony Blair, único laborista que ha ganado unas generales en 50 años, en que “las mujeres tienen vagina y los hombres tienen pene”.

El cambio operado en Starmer forma parte de una estrategia integral con la que el candidato a poner fin a 14 años de hegemonía conservadora en Reino Unido quiere convencer de que su formación ha cambiado. Si el propio Blair había persuadido a un sector del electorado que nunca había votado laborista con un giro al centro acuñado Nuevo Laborismo, el actual dirigente quiere aplicar una fórmula similar para neutralizar la impresión ocasionada por la doctrina más purista enarbolada por su antecesor, Jeremy Corbyn.

Cuestión de género

“Damas y caballeros”, cartel que anuncia un servicio en Reino Unido

Distintas voces dentro del partido

Sin embargo, frente a la comodidad con la que su aspirante a ponerse al frente de la cartera de Economía dice que está a favor de un “capitalismo responsable”, en materia de género no solo el partido habla con diferentes voces, sino que figuras individuales han defendido distintos postulados a lo largo de su trayectoria. Ante la ambición virtualmente imposible de contentar a todos, la rotación ha generado ampollas, en ocasiones confusión, y una muy púbica reprimenda de JK Rowling, la autora de la saga de ‘Harry Potter’, activa voz en el debate trans, conocida donante de fondos al Laborismo y, en la actualidad, votante indecisa, ante su percepción de que el partido al que ha apoyado siempre “ha abandonado a las mujeres”.

Sondeos en Reino Unido

De acuerdo con su programa electoral, lo que los laboristas plantean, de llegar al poder en los comicios de este jueves, 4 de julio, es hacer más sencillo cambiar legalmente de género. La mera formulación de este compromiso es suficiente para desencadenar una enconada porfía, empezando por los ‘tories, que no han desaprovechado la oportunidad de agitar alarmas sobre un vacío legal que podrían beneficiar a criminales sexuales.

Los certificados de género

La idea sería revisar el sistema vigente para aprobar los certificados de género, que requiere un panel de expertos, entre los que deben figurar desde médicos a abogados. Para los laboristas, el proceso no solo está desfasado, sino que lo considera “inútil y deshumanizante”, por lo que, entre otras propuestas, quieren que un único médico de familia pueda firmar el llamado Certificado de Reconocimiento de Género y eliminar los dos años que son actualmente obligatorios demostrar que se ha vivido bajo el género deseado, antes de cambiarlo oficialmente.

Esta aparente simplificación del proceso conlleva, no obstante, inevitables ramificaciones políticas, acuciadas desde la publicación del llamado Informe Cass, la revisión integral encargada por el Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés) en Inglaterra sobre la gestión de los menores en materia de género. El documento había censurado la decidida apuesta por la intervención mediante fármacos o bloqueadores de pubertad y demandado una aproximación más holística, que incluyese terapia.

Aunque el informe ha resuelto para el Laborismo ciertos dilemas, dado el carácter oficial y no partisano del trabajo, el carácter incendiario del debate ha llevado al mismo Keir Starmer a admitir en campaña que los suyos tienen “aún trabajo por hacer” para proteger los derechos de las mujeres. Una de las barreras que afronta es la sospecha de que, con ellos, se revertirán cambios recientes como el veto a enseñar en los colegios la llamada “ideología de género”.

El aspirante a hacerse con las llaves del Número 10 de Downing Street ha garantizado que no permitirá que la doctrina vuelva a los centros escolares, pero en el ámbito más general del debate, mide cada palabra, en ocasiones defendiendo a la vez dos axiomas no necesariamente opuestos, pero sí en conflicto permanente. Recientemente declaraba que “no debemos dirigirnos hacia la ruta de la auto-identificación, pero debemos reconocer que el proceso en la actualidad carece de dignidad” y en la contenciosa cuestión de los espacios exclusivos por razón de sexo, ha reiterado durante la campaña que protegerlos es “muy, muy importante”.

De cruzar el próximo viernes el umbral de la residencia oficial como inquilino, alguien que tendrá mucho que decir será Anneliese Dodds, prevista responsable de Mujer e Igualdad y con su propia evolución: preguntada en el programa de radio de la BBC Woman’s Hour, uno de los clásicos de las corporación, en 2022 por su definición de mujer, Dodds respondió que había “diferentes” y que “dependía del contexto”, pero en los últimos tiempos declara que “por supuesto que las mujeres no tienen pene” y que, pese a haber mujeres trans, “el sexo no es lo mismo que el género y es importante que los diferenciemos”.

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