Reino Unido

La debacle “tory” abre la puerta a una líder femenina

El batacazo en las locales parciales anticipa la prevista derrota en las generales, y la era post-Sunak apunta a nombre de mujer

Kemi Badenoch
La secretaria de Estado británica para Empresas y Comercio, Kemi Badenoch Efe

La hemorragia de los conservadores británicos en las urnas ha puesto al partido que acumula 14 años ininterrumpidos en el poder en Reino Unido ante el penoso dilema de elegir entre una muerte lenta, o lanzarse al vacío. El catastrófico correctivo sufrido en los comicios locales del jueves en parte de Inglaterra y Gales supone un borrador del certificado de defunción con el que amenazan las generales previstas este año y, ante la asunción generalizada de que la oposición es ya un destino inevitable, la formación mira ya hacia un incierto futuro que apunta a nombre de mujer.

Aunque el complejo escrutinio del sistema electoral obliga a esperar días para conocer en su totalidad el alcance del batacazo “tory”, la verdadera incógnita para el primer ministro, Rishi Sunak, es si del Número 10 de Downing Street lo expulsarán los ciudadanos con sus votos; o sus propias filas, guiadas por el frenesí regicida que ha provocado el desalojo de la residencia oficial de tres “premiers” en apenas cinco años.

Año electoral

Hace ya tiempo que la derecha británica constituye una gran coalición, una amalgama de corrientes dispares, en ocasiones desavenidas, cohesionada por el objetivo compartido de llegar al poder y mantenerlo. Es, por tanto, cuando este peligra, o se pierde, cuando afloran las grietas, y con 20 puntos de ventaja de los laboristas en las encuestas, la mayor brecha en décadas respecto a un partido en el Gobierno en año electoral, el cambio parece imparable.

Por ahora, la misión más delicada para Sunak es contener el terremoto de las locales, para sofocar arrebatos temerarios que provoquen su caída. Si a final de mes aún está en el Número 10, habrá neutralizado el riesgo de defenestración y podrá considerarse cabeza de lista en las generales, una victoria pírrica, cuando los sondeos le auguran una humillante derrota, potencialmente peor que en 1997, cuando 18 años de hegemonía tory llegaban a su fin ante la apisonadora del Nuevo Laborismo encabezado por Tony Blair.

elecciones

La secretaria de Estado de Comercio y ministra de las Mujeres y la Igualdad, Kemi Badenoch

Como resultado, el debate se centra en qué facción dirigirá la travesía en la oposición, si el sector más a la derecha, que cuenta como referente con Kemi Badenoch, titular de Empresas y Comercio en el Ejecutivo, donde también ostenta el departamento de Mujer e Igualdad; o los relativamente moderados, con la actual responsable gubernamental de relaciones parlamentarias (leader of the House, en inglés), Penny Mordaunt, como apuesta de cabecera.

Penny Mordaunt

La líder de la Cámara de los Comunes, Penny Mordaunt

Puestos de honor

Ambas se reparten regularmente los dos puestos de honor de la llamada Cabinet Table League (la Tabla de la Liga del Gabinete), el particular ránking ministerial que periódicamente elabora la plataforma ConservativeHome, baremo fundamental para entender qué ocurre en el Partido Conservador. Su sondeo del Próximo Líder Tory (Next Tory Leader) más reciente, de final de 2023, confirmó a ambas en la pole, con Badenoch de primera, y tras ellas, en tercera posición, la controvertida Suella Braverman, forzada en dos ocasiones a abandonar su cargo como ministra de Interior (por Liz Truss, en sus apenas 49 días de mandato; y 13 meses después, en noviembre, por el propio Sunak).

Las maniobras internas llevan meses en marcha, pese a que, públicamente, tanto Badenoch como Mordaunt apelan a cerrar filas en torno al primer ministro y se descartan de las frenéticas especulaciones. Lo extraordinario sería lo contrario, pero las dos habían dejado ya claras sus aspiraciones cuando concurrieron formalmente a la carrera para suceder a Boris Johnson en julio de 2022, y Mordaunt, por segunda vez, tras la calamitosa dimisión de Truss en octubre de ese año, aunque no alcanzó los avales de Sunak, quien se mudó al Número 10.

Braverman, como diputada rasa, goza de más libertad para alimentar conjeturas sobre sus ambiciones de convertirse en la cuarta mujer al frente de los conservadores (tras Margaret Thatcher, Theresa May y Truss), si bien su granero de apoyo se solapa con el de Badenoch. Con la apuesta compartida por ambas de mano dura en materia social, de inmigración y de las llamadas guerras culturales, la gran favorita tiene la ventaja añadida de un menor desgaste que la exministra de Interior, cuyas incendiarias intervenciones, como la de que el sinhogarismo es un “estilo de vida”, complican su popularidad entre el electorado mayoritario.

Los diputados que sobrevivan a las generales

La clave dependerá de qué vocación triunfe en la transición post Sunak, es decir, qué corriente domina entre los diputados que sobrevivan a las generales. La tendencia reciente parece beneficiar a Badenoch, ya que, tras ejercer históricamente como una formación relativamente de centro-derecha, que priorizaba el libre mercado y la continuidad de las instituciones tradicionales, los conservadores han adoptado paulatinamente un tono más populista, agitado por el sector más a la derecha, alentado por el realineamiento de la política británica que provocó el Brexit.

La criba inicial la resolverán los parlamentarios y la decisión definitiva, la militancia, unos 160.000 afiliados (la cifra nunca se ha concretado públicamente) que, si analizan a las favoritas, difícilmente hallarán perfiles más diversos: la relativa moderación de Mordaunt, reservista de la Marina y ex asistente de un mago, contrasta con la mordacidad de Badenoch, hija de migrantes nigerianos que ha protagonizado un ascenso meteórico desde su entrada en el Gobierno hace apenas cuatro años, inicialmente en rangos equivalentes a secretarías de Estado.

Badenoch no se muerde la lengua, ni oculta posicionamientos abiertamente anti-woke, mientras la cosmovisión de Mordaunt es más una incógnita. Por encima de cualquier apuesta política, su intervención más recordada sigue siendo su papel, en calidad de presidenta del llamado Privy Council (un órgano que integra a Casa Real y otras instituciones del Estado), en la coronación de Carlos III, en la que casi eclipsa al Rey con su habilidad para mantener erecta durante toda la ceremonia una espada de más de 3,5 kilos y 120 centímetros de longitud.

TAGS DE ESTA NOTICIA