Elecciones Francia

Danielle Simonnet y Raquel Garrido: las insumisas de izquierda por partida doble

Las ahora disidentes de La Francia Insumisa pedían más democracia interna en el partido y fueron purgadas

El visor de una cámara muestra (de izquierda a derecha) a los candidatos a las elecciones parlamentarias Raquel Garrido, Alexis Corbiere y Danielle Simonnet celebrando una conferencia de prensa en París, Francia, el pasado 1 de julio. EFE/EPA/MOHAMMED BADRA

Son las diez de la mañana y el mercado está a tope. A lo largo del boulevard Davout, en el límite entre el este de París y la popular Montreuil, los tenderetes de frutas, pescado, ropas y productos de higiene acogen a clientes con sus bolsas de plástico y carritos de compras. Cerca del paso de peatones, algunos militantes distribuyen materiales de la campaña electoral. En la hoja de papel A4 se ve la fotografía de Danielle Simonnet, diputada saliente que obtuvo en la primera vuelta un 42% de votos en esta circunscripción, lo que la sitúa como favorita contra Céline Verzeletti, sindicalista y arropada por la misma fuerza política.

Danielle Simonnet no es la única mujer que se enfrentó a candidatas de la propia familia política. Junto con Raquel Garrido, ellas son dos voces disidentes de La Francia Insumisa (LFI). Las diputadas salientes pedían más democracia interna en el partido y fueron purgadas por el campo liderado por “el jefe espiritual” Jean-Luc Mélenchon, quien, en el reparto de candidaturas en el seno de la coalición Nuevo Frente Popular (NFP), designó oficialmente otros nombres en sus circunscripciones.

Pero descartaron tirar la toalla. Ellas se convirtieron, ironía del nombre, en insumisas. Sin contar con la estructura partidaria y enfrentándose a candidatos del mismo campo político, se presentaron como disidentes usando el nombre de nuevo Frente Popular, que abarca el LFI, ecologistas, socialistas, comunistas y otros micro partidos.

“No quisieron someterse al yugo de Mélenchon”, afirma Fanny Layani, 43 años, profesora de historia en el instituto, mientras reparte los papeles de su candidata. La profesora se entregó de lleno para reelegir Simonnet cuando supo que se presentaba como disidente. “Ha estado presente en todos los momentos difíciles de nuestra comunidad”, dice. Por ejemplo, cuando el gobierno decidió reducir el número de aulas de preescolar, lo que ocasionó aumentó considerablemente el número de alumnos por profesor. Su campaña pide la retirada de Cécile Verzeletti, a una distancia de 10 mil votos de Simonnet, para evitar un desgaste inútil y fratricida. La candidata apoyada por el LFI es, según la profesora, “un pequeño juego de la lamentable venganza de Mélenchon”.

El resultado, de momento, ha sido satisfactorio para Simonnet. En su última legislatura, esta psicóloga de formación se ha involucrado en la discusión sobre la precarización del mundo laboral, sobre la eutanasia y en su oposición a la reforma de pensiones, entre otros temas. Si Simonnet es favorita, la franco-chilena Garrido era candidata en una circunscripción que engloba Drancy, Bobigny y Le Bourget en la zona Seine-Saint-Dennis (noreste de París). La abogada quedó en tercer puesto en la primera vuelta (con un 23% de votos), detrás de la conservadora Aude Lagarde, alcaldesa de Drancy (24% de votos) y de Aly Diouara (33%), candidato oficial del Nuevo Frente Popular. El resultado la hizo retirarse de la disputa de la segunda vuelta este domingo.

Pese a su retirada, la hija de exiliados de la dictadura de Augusto Pinochet no piensa dejar la política. En 2022, cuando se presentó a su primera disputa por un escaño en la Asamblea, el LFI la designó en una zona con muy poca posibilidad de victoria -algo común en el reparto de poder para las mujeres-. Garrido logró vencer a Jean-Christophe Lagarde, marido de la actual alcaldesa y diputado en la circunscripción durante más de veinte años (poco tiempo después, él ha sido condenado por malversación de fondos públicos).

La purga a los disidentes también alcanzó a Alexis Corbière (casado con Garrido), todas figuras históricas del partido. Pero no llegó a golpear Adrien Quantennens, condenado en 2022 por violencia contra su compañera y, aun así, apoyado por la dirección del partido: “Prefieren a un hombre que pega a su mujer que a unos camaradas que tienen la desfachatez de discrepar con el gran jefe”, desabafó el diputado saliente del LFI François Ruffin, una de las figuras de la izquierda que suenan para las presidenciales de 2027. Bajo una intensa presión mediática y política, Quatennens decidió retirar su candidatura a la reelección.

El desgaste fratricida de la izquierda

El duelo fratricida requiere tiempo y energía. En una campaña relámpago de tan solo tres semanas, es, para muchos militantes, un desgaste innecesario frente al verdadero problema: la llegada de la extrema derecha, ya presente en todo el territorio nacional. “Mi objetivo es impedir la victoria de la Agrupación Nacional”, insiste la profesora militante. Ella teme que un gobierno ultraderechista pueda expulsar alumnos sin visados y dar al encino de historia un eje nacionalista. “No quiero que mi hija de 5 años crezca en un país así”, confiesa.

Mélenchon es la figura más salpicada de las disputas fratricidas. Con su hablar sarcástico, comentarios polémicos y gestos ampulosos, el septuagenario está lejos de crear consenso en el mismo espectro político. El antiguo miembro de los socialistas franceses se presentó tres veces a las presidenciales bajo el movimiento contestatario que aún lidera (no oficialmente, pues el coordinador es su mano derecha Manuel Bompard). En declaraciones a la prensa, Mélenchon no ha cerrado la puerta a optar a la jefatura de gobierno, si las cuentas en la Asamblea salen. Sus propios aliados quedaron estupefactos. Se trata del político que más suscita aversión en el electorado (un 62%, según el sondeo de Odoxa).

“En la sala de profesores, ya comienza a haber comentarios de extrema derecha, algo antes impensable”, se inquieta Fanny, mientras hace hueco para que una mujer pueda comprar sandías en el tenderete de al lado. El tiempo apremia hasta el domingo 7 de julio. La profesora se despide para continuar repartiendo propaganda electoral.

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