La ley del divorcio databa en Italia de cuatro años antes, concretamente del 1970, pero solo hace 50 años la mayoría de la población decidió respaldarla en la que fue la primera consulta de la democracia italiana. Aquel voto marcó para siempre a la población italiana respaldando un derecho destinado a liberar a muchas personas, especialmente a mujeres, de una vida que ya no les pertenecía.
La participación fue altísima, más de 33 millones de personas, el 88% de los italianos con derecho a voto y el 60% avaló una ley histórica para la República del país transalpino. Una montaña de noes, concretamente el 59,26%, ya que la pregunta era si se estaba a favor de derogar la ley, inundó las urnas significando aquel inicio de mayo de un gran sentido de libertad y dejando claro, gracias a la participación, qué tipo de país soñaba ser Italia.
Una población dividida
La República venía de sufrir una intensa campaña electoral que dividía a la población en dos: la parte que apostaba por dar cabida a las bases legales para el final del matrimonio y la que se agarraba a las profundas raíces católicas italianas. La polarización había sido el clima imperante en aquellos meses, también en la política, en la prensa, entre algunos personajes públicos de gran fama o entre colectivos y movimientos de activistas feministas. En general fue una campaña abierta en la que era importante tener una posición, fuese contraria y favorable. Los periódicos marcaban su línea de opinión sin miedo, “La Stampa” o el “Corriere della Sera” se alinearon a favor de respaldar la ley, igual que la estrella del cine italiano Monica Vitti o el cantante Domenico Modugno. Otros medios, más cercanos al sector religioso, como “L’Osservatore Romano”, se mostraron en contra, junto a nombres muy conocidos como el cantante Al Bano.
Ese sector conservador consideraba el derecho al divorcio el principio del fin. Tras esa libertad llegarían otras como el aborto, que de hecho llegó solo cuatro años después, la eutanasia o la homosexualidad. Ese discurso se mantuvo durante las semanas precedentes al voto, donde cada bando jugaba todas sus cartas para convencer a la sociedad de que la decisión que se tomaría en el referéndum cambiaría para siempre Italia en uno u otro modo.
Un nuevo país
Livia Turco, exministra de Sanidad y de Solidaridad Social italiana, tenía 18 años el día que se votó el referéndum que, confiesa, destapó un país nuevo. “Fue el germen de un cambio muy profundo que cambió todo en las mujeres italianas, incluso la manera en la que comenzaron a sentirse”, confiesa para Artículo14.
La necesidad de reformar el derecho de familia en Italia
La política italiana, que en aquellos años militaba en el Partido Comunista, luego en el Partido Democrático de Izquierda y, finalmente, en el Partido Democrático, actual líder de la oposición, vivió en su piel los cambios de aquella jornada y, sobre todo, lo que vino después. “El referéndum dejó en evidencia cuánto había cambiado la sociedad italiana y dejó clara la necesidad de una gran reforma del derecho de familia que llegó un año después: a pesar de que la Constitución del 48 hablaba de igualdad de género, aún estaba vigente un Código Civil de la era fascista, del 42, que tenía una visión de la esposa patriarcal, de pertenencia”, añade.
El voto sobre el divorcio impulsó una profunda reforma del derecho de familia que ofreció un nuevo enfoque de apertura para la mujer.
Además, Turco explica que, con su mayoría de edad en aquel 1974, ella no pudo votar. “Paradójicamente hice propaganda por las calles, los barrios, hablé con muchas mujeres pidiéndoles que votasen el ‘no’ a la derogación de la ley, pero yo no pude hacerlo porque aún no se podía con 18 años en ese momento”. También un año después, y tras el impulso imparable de reformas de todo tipo, se consiguió que se adelantase la mayoría de edad de 21 a 18 años.
“En aquel periodo hice una clase maestra de política hablando con tantas mujeres italianas, escuchando sus problemas, intentando darles los instrumentos culturales para ser libres, pero, sobre todo, con el interés de conocer sus miedos, sus reticencias, sus ganas de futuro”, finaliza.
¿Cómo han evolucionado los datos de divorcios en Italia?
El divorcio era ya un derecho en la mayoría de las democracias europeas, salvo en España, que aún estaba bajo la dictadura franquista. El 1971 fue el primer año de aplicación de la esperada ley en Italia donde se disolvieron legalmente más de 15.000 matrimonios. En los años sucesivos el número fue siempre creciendo, especialmente en 2015, con un aumento del 57,5% en un solo año, y, también, en el 2021, después del confinamiento, donde aumentaron de un 22,5% con respecto al año anterior llegando a 97.913.
Este aumento progresivo en las últimas décadas se debe, entre otras cosas, a dos importantes leyes sucesivas que reforzaron el derecho al divorcio. Por ejemplo en 2014 se introdujeron procedimientos consensuales extrajudiciales y en 2015 llegó el “divorcio breve” que reducía los tiempos de espera para obtener este derecho. De hecho, se pasó de tener que esperar 3 años desde la separación para divorciarse a poder hacerlo 6 meses después de la separación consensual o tras un año de la separación judicial.
Aun así, Italia se divorcia mucho menos que el resto de Europa, según datos de Eurostat. Por ejemplo, en el año anterior a la pandemia se habían divorciado en Italia 1,4 personas cada 1.000 habitantes, contra el 1,8 de la media europea. En datos más recientes, de 2022, en Italia se registraron 1,12 divorcios por cada 1.000 habitantes.