La lluvia de misiles desatada por Irán sobre Israel esta semana ha sembrado el miedo a una guerra total en Oriente Medio. Benjamin Netanyahu afirmó con toda claridad que habría represalias: “Tomaremos nuestras propias decisiones y el Estado de Israel hará todo lo necesario para defenderse”. Pero ¿cuáles van a ser esas decisiones?
Un analista militar consultado por Artículo14 considera que la contraofensiva israelí se dirigirá contra la infraestructura energética de Irán (pozos de petróleo) —que, entre otras cosas, significa una importante fuente de ingresos económicos— y contra las bases de su ejército. En cambio, alberga dudas de que Israel pueda atacar el programa nuclear de Irán, tal y como se ha especulado en las últimas horas.
Esta opinión concuerda, de hecho, con la del exprimer ministro israelí Ehud Olmert –crítico con Netanyahu–: “Israel puede hacer mucho para dañar la infraestructura de Irán, pero Israel no tiene medios para destruir el programa nuclear de Irán“. El problema fundamental para hacerlo es que serían necesarios múltiples ataques desde el cielo sobre el territorio iraní, lo que significa superar los sistemas de defensa aéreo de la república islámica. El blanco de estos ataques sería Natanz, 300 kilómetros al sur de Teherán, donde existen importantes instalaciones de enriquecimiento de uranio.
El incierto programa nuclear
Este hipotético ataque aéreo tendría más dificultades añadidas, puesto que en los últimos años Irán ha reforzado sus instalaciones de Natanz, construyendo túneles profundos para protegerse de eventuales ofensivas. Cristoph Bluth, profesor de Relaciones Internacionales y Seguridad de la Universidad de Bradford, ha publicado en The Conversation que las centrifugadoras de uranio podrían haber sido ya trasladados a sitios desconocidos, con lo cual el ataque sobre este punto estratégico sería todavía más incierto.
Estas suposiciones se deben a que el verdadero estado del programa de armas nucleares de Irán es desconocido desde febrero de 2021, que fue cuando el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) dejó de monitorear eficazmente sus sitios nucleares. A la vista de que ponía todo tipo de impedimentos a la OIEA y de que aparecían signos preocupantes de dar mayor vuelo a su programa nuclear, Israel optó por sabotear sus instalaciones en Natanz ese mismo año 2021.
La reacción, al cabo de poco, fue que Irán incrementó el enriquecimiento de uranio. De esta manera trató también de de presionar a la Administración de Joe Biden para que levantara las sanciones económicas impuestas por su predecesor, Donald Trump. Pero no surgió efecto.
El avance técnico de Irán
La preocupación sobre el programa nuclear iraní aumentó todavía más el febrero pasado de 2024, cuando Rafael Mariano Grossi, director general de la OIEA, subrayó que “Irán no es transparente” y que ello “aumenta el peligro”, un mensaje que debe entenderse como una sospecha respecto a que la república islámica haya adquirido material físil para fabricar armamento nuclear.
Lo cierto es que las capacidades técnicas de Irán han avanzado considerablemente desde la retirada de Estados Unidos del Plan de Acción Integral Conjunto en 2018. De ahí también que exista el escepticismo respecto a que Israel quiera lanzarse sobre el programa nuclear iraní por temor a su potencial armamentístico. “Es difícil, es un contexto muy volátil y con mucha información de inteligencia fuera del alcance, pero mi opinión ahora mismo es que Israel lanzará su contraofensiva buscando objetivos energéticos y militares para que la situación con Irán quede en tablas”, dice un analista consultada por Artículo14.