Era el día de Nicolás Maduro, preparado para perpetuarse seis años más en la presidencia de Venezuela, pero la atención estaba puesta en el paradero de Edmundo González Urrutia. El candidato opositor se había comprometido a regresar el viernes a su país para tomar posesión del cargo. Un cargo que le corresponde, según las actas del pasado 28 de julio, obtenidas por la oposición y validadas por varios organismos internacionales de observación electoral.
Pero las esperanzas del antichavismo comenzaron a desvanecerse en torno a las 16:00 hora local, cuando su líder, María Corina Machado, publicó en Instagram una declaración grabada en la que anunciaba que, finalmente, Edmundo González no viajaría a Venezuela.
Ver esta publicación en Instagram
“Hemos decidido que no es conveniente ahora”, explicaba Machado a los suyos en un tono de resignación. “Le he pedido que no lo haga porque su integridad es fundamental para la derrota del régimen y la transición hacia la democracia”. Alegó la exdiputada que las autoridades no solo habían cerrado “el espacio aéreo de Venezuela”, sino que también habían activado “todo el sistema de defensa aérea”.
El chavismo se blindó para evitar por todos los medios la entrada de Edmundo González. Taponó la frontera terrestre con Colombia y reforzó el operativo de seguridad interno. Era materialmente imposible cumplir la promesa sin ser detenido o expulsado en el intento. Machado, sin embargo, aseguró que el diplomático de 75 años, asilado desde el pasado septiembre en España, volvería a Venezuela “en el momento correcto, cuando las condiciones sean las adecuadas”. Esta vez sin plazos.
Dos horas después, era el propio Edmundo González quien se dirigía a la oposición desde República Dominicana para reiterar que seguía “trabajando las condiciones para mi ingreso a Venezuela y asumir la presidencia de la República”. El tándem opositor respondía en sendos mensajes de vídeo a la ceremonia de investidura de Maduro, a quien ambos acusaron de perpetrar “un golpe de Estado”.
¡Compatriotas venezolanos!
Represento la voluntad de casi 8 millones de venezolanos dentro de la patria, y la de los millones de compatriotas a quienes se les impidió votar en el extranjero, y tengo el deber de defender ese compromiso. pic.twitter.com/697Z9ISP08
— Edmundo González (@EdmundoGU) January 10, 2025
“Golpe de Estado”
El líder chavista había acudido esa misma mañana a la sede de la Asamblea Nacional para jurar como presidente de Venezuela. Apareció una hora antes de lo previsto, escoltado por su esposa, “la primera combatiente” Cilia Flores, la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, y el presidente del Parlamento, Jorge Rodríguez.
Una vez dentro, después de haberse colgado por tercera vez la banda presidencial, se acordó en tono socarrón de González Urrutia. “¿Llegó Edmundo? Como yo estoy esperando que él llegue, estoy nervioso”, comentó Maduro, que se comprometió a hacer cumplir “todas las obligaciones de la Constitución y las leyes de la República” en el discurso posterior, que se prolongó más de una hora.
“Este nuevo periodo presidencial será el período de la paz, la prosperidad, igualdad y nueva democracia”, pronunció el líder chavista, señalado por las detenciones a lo largo de la última semana de destacados opositores, entre los que figuran el candidato presidencial Enrique Márquez y el activista Carlos Correa, además de Rafael Tudares, yerno de Edmundo González.
Desde la sede del Legislativo, donde la presencia diplomática resultó más bien escasa y de perfil bajo –solo los presidentes cubano, Miguel Díaz-Canel, y nicaragüense, Daniel Ortega, asistieron a la cita–, Maduro puso rumbo al cuartel de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) en Caracas, en compañía de su ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, sobre quien la administración de Estados Unidos había emitido ya una orden de detención a cambio de una recompensa de 15 millones de dólares.
“Concurrimos a este acto de reconocimiento, reafirmación de lealtad y juramento que exalta las bases fundamentales en que descansa la organización militar, como son la disciplina, la obediencia y la subordinación”, pronunció en el acto televisado Padrino, uno de los hombres que sostiene el régimen de Maduro.
Reprodujo el militar el leitmotiv del chavismo, esto es, que Venezuela hace frente una coalición de “potencias extranjeras”, lideradas por Estados Unidos, que tiene el objetivo de imponer de nuevo “gobiernos neocoloniales y entreguistas que vulneren los sagrados intereses del pueblo”.
Unas horas después del evento, desde República Dominicana, Edmundo González ordenaría “como comandante en jefe” a la cúpula militar que desconociera “las órdenes ilegales que le sean dadas por quienes confiscan el poder y preparen mis condiciones de seguridad para asumir el cargo de presidente”. Un mensaje que sigue sin encontrar eco entre las Fuerzas Armadas.
Ya en las calles de Caracas, Maduro apareció ante sus seguidores en el tercer acto para cerrar la jornada. No lo hizo solo, sino acompañado esta vez del autócrata nicaragüense Daniel Ortega, considerado como un paria por la comunidad internacional. Desde la tribuna, el líder chavista se comprometió a combatir “cualquier conspiración fascista salga de donde salga” e impulsar “la fusión popular militar policial”.