En su segunda aparición en diez días -tras un silencio de meses-, Cristina Fernández de Kirchner, dos veces presidenta (2009-2015), además de vicepresidenta hasta 2023 y una de las figuras más influyentes de Argentina, inauguró este miércoles un espacio muy particular dentro del Instituto Patria, asociación civil salida de su propia usina para impulsar actividades culturales pero, sobre todo, políticas.
Hablamos del nuevo Salón de las Mujeres del Bicentenario, acción que Kirchner concretó a dos meses de que Karina Milei (hermana del presidente Javier Milei y secretaria General de la Presidencia) desmantelara, nada menos que en el Día Internacional de la Mujer, el salón que llevaba ese nombre dentro de la propia Casa Rosada, sede del Gobierno nacional.
Batalla simbólica
Los argentinos presencian por estas horas una batalla tan simbólica como material, encarnada en estos tironeados Salones de las Mujeres. Una riña que tiene como protagonistas a dos mujeres sumamente distintas, pero que en algún remoto lugar se parecen. No tanto porque -curiosamente- compartan el segundo nombre (la primera, Cristina Elisabet Fernández; la segunda Karina Elizabeth Milei, onomástico que prevé devoción a la divinidad) sino por otros rasgos que vale la pena detallar.
En primer lugar, la capacidad, desmesurada en ambas, para aglutinar poder con inteligencia y paciencia.
Además, la habilidad para manejar políticamente los silencios. De Karina Milei, este último rasgo es muy evidente: mantuvo la boca completamente cerrada durante la campaña presidencial y también en los cinco meses que van desde la asunción de su hermano Javier Milei a la presidencia.
“Las argentinas no necesitamos”
Esta suerte de promesa de autoexclusión de los medios fue solo corrupta el 8 de marzo, cuando sorprendentemente apareció un spot televisivo en el que le daba un “lavado de cara” al Salón de las Mujeres y lo rebautizaba (matando al anterior…) “Salón de los Próceres”. ¿La justificación? Que la Administración Milei “no va a promover, desde el Estado, militancias que generan discordia y división entre los argentinos”.
Además, en el comunicado tildó toda la impronta supuestamente feminista así: “…un guiño político estéril de un movimiento militante del momento, que las mujeres argentinas tampoco necesitamos”.
Este miércoles, Cristina Kirchner se ocupó de “reparar” el problema.
La reaparición de Cristina Kirchner en Argentina
“Queríamos incorporar esto en nuestra casa, el Instituto Patria. También con el optimismo de que algún día todas ellas volverán a la Casa Rosada”, dijo Kirchner en su discurso frente a un número importante de figuras políticas de la militancia kirchnerista, de los derechos humanos y del propio feminismo. Lo dijo como quien toma los restos de un muerto, transporta aquello importante, un apéndice -en este caso extirpado de la Casa Rosada- y lo revive bajo su techo.
Por verborrágica que haya sido CFK durante sus mandatos, también ha sabido moverse, sagaz, en un plano bien satelital. Sabe manejar las reglas en cada caso. En palabras de Lucía Salinas, periodista especializada en investigación y noticias judiciales del diario “Clarín” y autora de los libros Quién es Lázaro Báez, Los Arrepentidos, Prisioneros, Poderosos y Fronteras, “pese al tiempo transcurrido e incluso a los sondeos de opinión que la ubican por debajo de aquel 30% histórico que siempre la acompañó, sigue siendo una de las figuras más relevantes en la escena política argentina. Una mujer hábil para los silencios y para las apariciones. Una acción o la otra la convierten en noticia”.
“No soy militante feminista”
Así fue este miércoles. Y como suele hacer, arrancó, con excelencia retórica, con un pasaje que responde al canon de la captatio benevolentiae, es decir, captando la atención de la audiencia a través de la honestidad: “Allá por 2009, en vísperas del Bicentenario decidimos inaugurar en la Casa Rosada el Salón de las Mujeres del Bicentenario. Veo acá a muchas militantes feministas, pero todos saben que yo no soy feminista. Yo creo nadie tiene que asumir roles que nunca ha tenido. Cada uno se reconoce en lo que es con sus virtudes y sus defectos. Yo no soy militante feminista, pero respeto mucho a las compañeras que lo son”.
Luego, apuntando directo a Karina Milei, le contestó: “Digo esto porque tal vez se haya esgrimido un falso argumento para desmantelar este salón en el Día de la Mujer; que había un sesgo ideológico, una carga de diferencias entre los argentinos”.
Mencionó a mujeres emblemáticas de la cultura y la historia argentina. Entre ellas, a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, quienes aún hoy claman por sus hijos y nietos desaparecidos en la última dictadura militar, que el gobierno actual, en los mejores casos, relativiza; y en los peores, niega. También apeló a un símbolo que sensibiliza a ambos lados de la nueva grieta argentina: los muertos en la Guerra por las Islas Malvinas.
En el punteo selectivo de temas, hizo un repaso por los comentarios polémicos de algunas figuras de La Libertad Avanza (el partido de Milei), que no son nada menores, como el proyecto de una legisladora para que las obligaciones de la paternidad sean optativas o los dichos de un diputado que dijo que los femicidios son, en verdad, asesinatos.
En este marco, comunicó dos mensajes fuertes, si se toma en cuenta que su silencio, desde la derrota electoral del kirchnerismo a fines de 2023, había sido muy enfático.
El primero, que “es una pena este concepto supremacista masculinista de características medievales, sobre todo por parte de gente que se quiere agarrar la modernidad”. El segundo, que “estamos en presencia de una fuerza política que no tiene un problema con las feministas sino que tiene un problema con las mujeres”.
La carga judicial de Cristina Kirchner
La pregunta es si esta aparición de Cristina Kirchner preanuncia un robustecimiento de su presencia en el terreno político argentino. Es decir, si lo que Lucía Salinas llama “pelea narrativa” podría volverse guerra descarnada, considerando la talla y el poder de los actores sobre el escenario.
Según la periodista, “quien asegure que puede anticipar las jugadas de Cristina Kirchner, posiblemente falle en los pronósticos”.
Cuentas pendientes
En cualquier caso, no hay que olvidar que CFK tiene un par de cuentas pendientes en la Justicia, recordó Salinas: “Por un lado, el máximo tribunal penal del país (la Cámara de Casación) empezó a analizar la sentencia a seis años de prisión por corrupción que Kirchner recibió en diciembre de 2022. Ese criterio del tribunal de juicio puede ser avalado, puede ser modificado (los fiscales pedirían que la pena aumente a 12 años, sumando otro delito además de la administración fraudulenta, que es la asociación ilícita en carácter de jefa), o bien puede ser revocado y pedir al Tribunal una nueva sentencia”.
Sea cual sea el criterio -evaluó- “todo terminará en manos de la Corte Suprema”, según establece el Código Procesal Penal argentino. No es un asunto menor, ya que “la Corte no tiene plazos para pronunciarse” y en ese caso tendrá, “en sus manos, tres decisiones que involucran directamente a Cristina Kirchner”.
Aunque todo esto suene a mucho, hay más: “Hay tres casos que se cerraron, en instancias superiores a la instrucción, ya que lograron ser elevados a juicio oral, pero en los últimos años se reabrieron”. Son juicios -también- por presuntos hechos de corrupción.
“Pese a este complejo escenario judicial (que además incluye una mega causa por sobornos elevada a juicio, el caso conocido como ‘Los cuadernos de las coimas’, aún sin fecha), hay que marcar que Cristina Kirchner no discute con el Poder Judicial. Instaló, sobre todo entre los propios, que descree de las decisiones que se tomaron en cada expediente. La única referencia que hace es que con cada fallo que la acusa por hechos de corrupción, la Justicia ha buscado proscribirla”, resumió la periodista.
Es una sopa espesa, se ve, pero Kirchner, a su modo, remará. Y como siempre, mostrará su habilidad para detectar buenas oportunidades. En esta línea, concluyó Salinas, el uso del Salón de las Mujeres se puede leer como “una manera de recoger la bandera que bajó el gobierno y enviar un mensaje a los propios. No responde a una mirada netamente feminista, pero es una acción política. La de no permitir que sus huellas sean borradas”.