Opinión

Ser, parecer o romperlo: la doble moral en la política española

Quizás y solo quizás, hay ocasiones que es mejor pasar desapercibido y construir grandes cosas, que el ser relevante por generar ruido y destruir todo. Cada uno elige su legado.

El ministro de Transportes, Óscar Puente, en la sesión de control al Gobierno celebrada por el pleno del Senado este martes.

El ministro de Transportes, Óscar Puente, en la sesión de control al Gobierno celebrada por el pleno del Senado este martes. EFE/ Mariscal

En la política española se ve a diario un ejercicio involutivo continuo de establecer la doble moral como dogma de la sociedad gubernamental. Comento esto porque parece que la reflexión (de cinco días) nos has dado para poco más que una campaña de marketing electoral sin precedentes.

No se me ocurre ningún ejemplo más claro para mostrar lo comentado que las polémicas suscitadas a razón de la prohibición de la prostitución, porque en nuestro parlamento existen “campeones del mundo” que por la mañana votan a favor de prohibirla, pero por la tarde tienen organizada una fiesta llena de señoritas. De aquí tendremos que deducir que ni la doctrina de partido es más fuerte que los instintos más básicos.

Hay un sector de la política española que cree que son los únicos que pueden llevar las banderas del feminismo (hay que definir qué tipo de feminismo, claro está), y que son impunes a todo aquello que digan, sin ataques, sin manifestaciones, sin oposición; porque si uno es ministro de un gobierno “pseudoprogresista” puede decir cualquier barbaridad que se le ocurra, decir que es feminista y todo el mundo contento. ¡Qué poco favor nos está haciendo a las mujeres con todas estas manifestaciones locas y radicales!

Ser feminista (con el significado real de la palabra) es una cosa, intentar parecerlo es algo más complejo, porque la naturaleza sale a la luz, y porque es muy difícil vivir ocultando el origen de uno mismo todo el tiempo, y menos cuando uno se enfrenta a los medios de comunicación a diario.

¿Qué opinas, tú que me estás leyendo, sobre frases como las siguientes?:

  • “Aguantar y resistir en silencio, como una mujer maltratada” (para referirse a los políticos de la izquierda).
  • “Testaferro con derecho a roce” (para referirse a la pareja de un cargo público mujer).
  • “Oye, ¿usted se habría casado si no hubiera quedado embarazada su mujer?” (para referirse a la aprobación de la Ley de Amnistía).
  • “La movilidad sostenible, sana y segura, es fundamentalmente movilidad femenina” (para dejar claro que la movilidad sostenible no es cosas de hombres).

¿Cambiaría tu opinión si te digo que estas frases están pronunciadas por un ministro de España? ¿Qué pensarías?

Lo que está claro es que uno puede ser, puede parecerlo, y luego está la versión de algunos políticos, que ellos prefieren romperlo. Pensar que a las mujeres se nos habla así desde parte de un cargo público es denigrante, pero más aún si cabe, si viene por parte de un gobierno que dice abanderar la causa femenina. El problema llega cuando tienes en el equipo a personas que ni creen en la causa, ni la profesan… Votan una cosa por la mañana y por la tarde, consumen otra.

Todas estas comparativas textuales me hacen reflexionar (algo más de cinco días) sobre qué pasaría si esas mismas palabras fuesen pronunciadas por políticos del ala conservadora o liberales. Seguramente tendrían que dejar su carrera política.

Pero aquí estamos instaurados en la Ley mordaza de lo políticamente correcto en función de quién lo diga.

Cuando pensé en escribir este artículo recurrí a una red social algo popular para ver un poco de hemeroteca y frases célebres, y he de decirte que me he sentido muy relevante al conocer que el ministro Oscar Puente me había bloqueado; nunca pensé ser digna de ese honor.

Quizás toca invitar a la reflexión a todo el arco político actual, para que entiendan que hay comparaciones bochornosas, que hay mensajes impropios, que la ciudadanía se merece más respeto, y que las mujeres no nos merecemos comentarios de índole cavernícola por parte de nuestros dirigentes.

Hace unos días el ministro Puente en una “masterclass” sobre redes sociales decía lo siguiente: “En las redes se juega duro, y si no, pasas desapercibido y eres irrelevante”.

Quizás y solo quizás, hay ocasiones que es mejor pasar desapercibido y construir grandes cosas, que el ser relevante por generar ruido y destruir todo. Cada uno elige su legado.

Recuerda, uno puede ser, uno puede parecer, o simplemente como el ministro, uno puede romperlo (para mal).