Tribuna

Con la venia de Meloni: ¿y si España jugara por fin sus cartas europeas?

España juega con Alemania en la negociación, y tiene a Polonia y Grecia enfrente, ¿quién nos lo iba a decir?

G7
Giorgia Meloni durante la reunión del G7 este jueves EFE

Ser anfitriona del G7 no es mala manera de pavimentar el camino laureado a la apertura de la nueva legislatura europea. Giorgia Meloni ha recibido en casa, en Bari, entre olivos y abrazos, a titulares e invitados, que ha elegido con destreza e intención. Ha ejercido de mamma e signora con un Biden extraviado, un Macron esquivo, un Francisco desconcertado y un Milei aplacado, y ha reinado indiscutiblemente en un cónclave masculino de poco fuelle, secundada solo por Ursula von der Leyen y Kristalina Georgieva en la photo-finish.

De la cumbre sale la consolidación del apoyo a Ucrania y casi 50.000 millones para el invitado de honor, Zelenski, que se financiarán con los intereses creados por los activos congelados a Rusia. También advertencias a Irán, alineamiento con EE. UU. sobre la política industrial y comercial de China y un par de sonoros hitos para Meloni: haber llevado por primera vez a un Papa a la reunión de los 7 y haber logrado retirar de la declaración final la mención explícita al aborto seguro y legal, con el viejo truco de mantener lo implícito: lo ya acordado en la cumbre anterior de Hiroshima. El fruto de lo primero ha sido un incremento exponencial del impacto y el alcance del encuentro: los múltiples encuentros bilaterales de Francisco han dado para muchas fotos, y el tema de su intervención (ética en la Inteligencia Artificial) ha tenido un carácter oportuno, si bien de poca contribución neta a la cuestión.

Una característica de estas cumbres es que tienden a compartir una perspectiva general sobre las cuestiones más acuciantes en la situación mundial. La expectativa, no obstante, no era alta: pocos compromisos pueden asumir quienes están al borde de una convocatoria electoral poco halagüeña: Biden, Macron, Sunak (probablemente Scholz a no tardar mucho). Incluso Trudeau y Kishida no están precisamente en su mejor momento. Desde luego, tampoco Michel. Solo una Meloni, sabedora de su ventaja de ganadora, podía marcar la agenda ante un grupo tan marcadamente abatido por la derrota presente o presentida. Y Von der Leyen, por supuesto: la única posible ganadora en ciernes.

Ursula von der Leyen ha sido sin duda la más inquieta e interesada en moverse bien estos tres días, porque el encuentro en Borgo Egnazia ha sido la antesala del reparto de los llamados top jobs europeos, es decir, los puestos clave de las instituciones europeas que se renuevan a partir del mes que viene. A pesar de ser la clara favorita (y cabeza de lista de la delegación popular que ha ganado las elecciones), su reelección no está asegurada. No le basta con París y Berlín. Si bien Macron había coqueteado con la idea de apoyar a Draghi, tras su debacle el 9J parece que apuesta ahora por la estabilidad: que repita Von der Leyen. Pero el voto es secreto, y puede haber eurodiputados dentro de los propios populares, socialdemócratas y liberales que no la voten. De ahí la necesidad de asegurar apoyos extra como el de Meloni (que incomoda a los socialistas) o los verdes (que no gustan a los populares).

Las presidencias de Comisión, Consejo y Parlamento Europeo y el alto representante de la UE para la Política Exterior se concretarán en la cena informal que mantendrán este lunes los jefes de Estado y de Gobierno de la UE en Bruselas. Y ya en la cumbre del 27 y 28 de este mes se formalizará el acuerdo. Los socialistas europeos han encomendado la negociación a Pedro Sánchez y Olaf Scholz (ambos han perdido las elecciones europeas en sus respectivos países), mientras que los populares europeos han hecho lo propio con Tusk y Mitsotakis (ganadores en ambos casos). España juega con Alemania en la negociación, y tiene a Polonia y Grecia enfrente, ¿quién nos lo iba a decir?

Los Socialistas Europeos lanzaron el mes pasado al ex primer ministro portugués António Costa como su apuesta para presidir el Consejo, pero ¿y si Sánchez lo quisiera para sí? Le urge esquivar y salvar la cara ante las palmarias puestas en evidencia de incumplimientos europeos (justificación de fondos Next Generation EU, renovación del CGPJ, ley de amnistía). Tiene a su favor que sigue en el poder (no como Costa, que dimitió por vete a saber qué dignidad propia del puesto), además de la baza adicional de ser el negociador designado por los socialistas europeos… y su marcha dejaría el paso expedito a unas nuevas elecciones en las que el PP español tendría la posibilidad de acceder al Gobierno. No costaría mucho convencer a los populares europeos de la conveniencia de hacer sitio a los suyos y tener a Sánchez cerca, en un puesto cuyo perfil es muy secretarial.

Von der Leyen jugaría con toda probabilidad a favor de la opción Sánchez: necesitan apoyarse mutuamente, le debe una desde 2019 (Timmermans aún lo recuerda), lo conoce bien y se entienden de maravilla. Fortalecería el mensaje de estabilidad institucional y gran coalición, y, de este modo, el reparto para populares y socialistas quedaría asegurado. El alto representante sería para los liberales, y difícil encontrar una mejor opción que una mujer primera ministra de un país báltico: la estonia Kaja Kallas. En el Parlamento Europeo no sorprendería que repitiera como presidenta la popular Metsola para esta primera mitad de legislatura.

El resultado sería, además, histórico: por primera vez, tres de los cuatro altos cargos de la UE los ocuparían mujeres con un sólido ejercicio previo de liderazgo y determinación. Y Sánchez se encontraría como pez en el agua, y asumiría en primera persona su influencia en conseguirlo, no me cabe duda.

Salta a la vista el papel decisivo que puede desempeñar nuestro país en esta ocasión, pues tanto la delegación española popular como la socialista son las segundas con más peso en sus respectivas familias políticas. Italia viene pegando fuerte, sin duda, pero España está excepcionalmente situada para jugar sus cartas en esta legislatura, comenzando por este top jobs: es justamente esa ambición de país la que nos suele faltar para llegar a puntuar como nos corresponde en los espacios de decisión. Somos mucho mejores y tenemos mucha más fuerza de la que creemos, y deberíamos aprovecharlo. Desde hoy mismo.

*Beatriz Becerra es vicepresidenta y cofundadora de España Mejor. Psicóloga y escritora, es doctora en Derecho, Gobierno y Políticas Públicas. Fue eurodiputada y vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo (2014-2019).