Derecho al aborto

¿Cómo es abortar en Italia? La vergüenza, el tabú y la desprotección

La polémica de esta semana con la nueva medida que abre la puerta a las asociaciones provida perfora la herida del aborto, aún un arma arrojadiza en Italia. Artículo14 habla con italianas que han pasado por este duro proceso

Aborto en Italia
La interrupción del embarazo en Italia KiloyCuarto

Siete hombres debaten en el principal canal de la televisión pública italiana sobre el aborto. El histórico ‘Porta a Porta’ de la RAI no lleva a ninguna mujer a participar en una conversación sobre la salud reproductiva femenina y la libertad de decidir. La imagen supone la enésima polémica de la semana en Italia sobre el aborto, centenares de mensajes en las redes sociales de mujeres que se indignan ante la que consideran una falta de respeto.

Varias voces de la oposición al Gobierno como la senadora del PD Annamaria Furlan comentan que “en Italia hay solo espacio para una mujer: la presidente del Consejo de Ministros”, las demás, expresa, están fuera.

Mientras tanto desde Europa otra mujer, la portavoz de la Comisión Europea para los asuntos económicos, Veerle Nuyts, critica la polémica enmienda incluida en una norma financiada con fondos europeos que permitiría entrar en Italia en los centros de consulta a las asociaciones provida. “Hay algunos aspectos en el decreto que no tienen ningún vínculo con el Recovery Fund como por ejemplo la ley sobre el aborto”, dijo.

 

A nivel nacional, en Italia, la confrontación, lejos de calmarse, crece. La diputada del M5S Gilda Sportiello se hizo viral en las últimas horas por su discurso en la Cámara de Diputados en el que, criticando duramente la decisión del Gobierno de Giorgia Meloni, compartía la vivencia de haber abortado hace 14 años. Responde en una entrevista para Artículo14 sobre las presiones recibidas tras haber compartido su historia.

La dinámica de la vergüenza

“Lo único que se me vino a la cabeza, tras el clima que se ha generado esta semana, es qué pensaría una mujer que ahora mismo está decidiendo abortar, seguramente se sentiría sola”, dice.

“Por esa razón pensé en un momento colectivo, en expresarle a esa mujer: nadie tiene que culpabilizarte”, añade. Tras su comentario, compartido por muchas mujeres en las redes sociales, confiesa que dos miembros del Gobierno de Meloni la increparon: uno le dijo que se tomase “una manzanilla” y otro se acercó para decirle en tono burlesco que por qué había venido a contar su caso a la Cámara de Diputados. Esta dinámica, la dinámica de la vergüenza, confiesa la diputada Sportiello, es la que aún impera en Italia.

Para interrumpir voluntariamente el embarazo en Italia hace falta un certificado que puede ser realizado por el médico de familia o por los llamados centros de consulta, una especie de centros de planificación familiar que te ofrecen un asesoramiento desde diversos puntos de vista y donde, siempre un médico (ginecólogo), puede firmar ese documento necesario.

Es precisamente ahí donde se encuentra la polémica por la cual Italia ha estado en el centro del debate esta semana. La enmienda aprobada por el Gobierno de extrema derecha de Giorgia Meloni permitiría la entrada de asociaciones del tercer sector, en las que entrarían también las provida, en esos centros donde las mujeres se dirigen cuando piensan en abortar. Un aspecto que podría suponer una gran presión camuflada como asesoramiento a la mujer.

“Me hizo escuchar el latido del feto”

Cuando la diputada Sportiello decidió interrumpir su embarazo no lo tuvo fácil, pero ella estaba y está orgullosa de su decisión, tomada de forma libre. Ludovica Biocca comparte con Artículo14 su desgarradora historia y repite, “no me avergüenzo”, como si fuese una justificación necesaria en este país. Recién cumplidos sus 18 años, hace más de una década, decidió abortar. “Hice una fila a las 3 de la mañana para iniciar los análisis en un hospital público de Roma.

Cuando entré el médico me hizo una ecografía y me hizo escuchar el latido del feto”, relata. “Las enfermeras se burlaban de mí y me preguntaban por qué no tomaba la píldora siendo tan joven e insistían diciéndome que cómo se me había ocurrido”, dice. “La gota que colmó el vaso fue la anestesista, mientras estaba en la camilla antes del aborto quirúrgico me hizo alusiones sexuales. Me decía: ‘¿te ha gustado?’, ‘¿has hecho cosas guarras?’. Ha sido la cosa más horrible y deshumana que he vivido en mi vida”.

La situación, desde hace más de una década a hoy, sigue siendo precaria, especialmente en algunas regiones italianas. La asociación Obiezione Respinta (Objeción rechazada) realiza apoyo a las mujeres que deciden interrumpir su embarazo y ha desarrollado, en su página, un mapa de Italia marcado con las señalizaciones que centenares de mujeres realizan los lugares donde no se respeta la decisión de la mujer.

Allí se pueden encontrar testimonios positivos de buen trato y comprensión, pero, también, aún muchos lugares donde los objetores de conciencia o el maltrato a las mujeres es una tónica general. Por ejemplo, el testimonio de una mujer que en 2019, en Pádova, denuncia los comentarios de desprecio del personal médico que, insistía, en decirle “tienes que ir al psicólogo”. Otra mujer en febrero de 2023 dice que en un hospital de Cassino, en la región del Lazio, todos los médicos eran objetores de conciencia.

La diputada de Alianza Verde e Izquierda Elisanetta Piccolotti había denunciado en septiembre 2022 que en la región de Umbria una mujer había sido obligada a escuchar el latido del feto, lo explica a Artículo14. “Era en el hospital de Terni, una mujer había tenido que ir y volver al hospital varias veces porque no le realizaban la interrupción del embarazo hasta que se escuchase el latido del feto”, explica.

Salud mental de las mujeres

“Es un procedimiento que realizan para controlar que antes del aborto farmacológico no se haya producido un aborto espontáneo, pero no se tutela la salud mental de la mujer y el derecho de abortar en una condición respetuosa”, añade al teléfono.

Objetores de conciencia

Según los datos del Ministerio de Salud relativos a 2021, difusos a finales de 2023, el 63,4% de los ginecólogos, el 40,5% de los anestesistas y el 32,8% del personal no médico es objetor de conciencia. A ese dato se añade el de la Asociación Luca Coscioni que ha publicado que en 22 hospitales italianos el 100% del personal sanitario es objetor. En los dos métodos para interrumpir el embarazo, el quirúrgico y el farmacológico, también se han encontrado problemas. En diversas estructuras hospitalarias del país se ha referido que el fármaco Ru486 para la interrupción del embarazo no se garantiza.

La situación que las mujeres se encuentran cuando intentan acceder en Italia a la interrupción del embarazo cambia mucho dependiendo del gobierno que gestione cada región. Han sido muy polémicas las medidas, por ejemplo, que la derecha tomó en la región de Piamonte donde se destinaron 430.000 euros a 19 asociaciones provida para ayudar “a las asociaciones que renuncian a abortar”. También la creación en el hospital Sant’Anna de Turín, hace un año, de una “habitación para la escucha” destinada a “ayudar a superar las causas que podrían inducir a la interrupción del embarazo”, un acuerdo del hospital público con Movimento per la Vita, una asociación antiabortista de inspiración católica.

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