Escándalo en la Iglesia

Cinco monjas denuncian por abusos al exjesuita Marko Rupnik

Desde que dos de ellas decidieron dar la cara en febrero, otras tres han acusado al esloveno, famoso por sus murales artísticos

Marko Rupnik y el Papa Francisco.

Marko Rupnik y el Papa Francisco.

Gloria Branciani y Mirjam Kovac sorprendieron al mundo hace tres meses relatando en una rueda de prensa y a cara descubierta los desgarradores abusos sufridos presuntamente durante los años 80 por el exjesuita esloveno Marko Rupnik. El sacerdote, de 69 años, es conocido en medio mundo también por sus mosaicos religiosos que se encuentran en más de 200 iglesias y basílicas, entre ellas también la Almudena de Madrid.

Su narración había llegado ya hacía tiempo a la prensa de Italia, pero eran denuncias anónimas. El gesto de dar el paso y poner una cara y una voz a una historia de supervivencia lo cambió todo. Su relato, que llegó a la prensa nacional e internacional, era el de unas mujeres que necesitaban que se hiciese justicia sobre su verdad y que, al final, habían estado silenciadas durante demasiado tiempo en un problema, el de las monjas abusadas en la Iglesia, que aún no ha explotado definitivamente en la opinión pública.

Podrían ser 20 las víctimas

De hecho, aquella mañana de finales de febrero su relato fue útil para otras tres mujeres que han decidido dar el mismo paso. Ya son cinco las que han denunciado, pero se estima que podrían haber sido unas 20 víctimas.

Sentada al lado de esas dos mujeres que abrieron su traumática historia al mundo, a veces demasiado dura incluso para ponerla en palabras, estaba Laura Sgrò. Es la abogada más temida en la Santa Sede, defiende desde hace tiempo a la familia de la joven Emanuela Orlandi desaparecida en 1983 de la cual nunca apareció el cuerpo y aún hoy no se ha esclarecido el papel que pudo tener el propio Vaticano. Un caso que ha apasionado a Italia y que aún está sin resolver 40 años después.

Además, Sgrò ha acompañado también a un grupo de trabajadores de los Museos Vaticanos que han presentado una instancia por condiciones de trabajo poco dignas. También en este caso, el de las monjas víctimas de Rupnik, ambas Branciani y Kovac, llegaron a la abogada en un momento en el que les faltaba una tutela necesaria para atravesar un proceso como este.

La importancia del tiempo

“El tiempo ha sido necesario en este caso para ponerle cara a un relato así. Es muy difícil que una víctima de abuso se sienta libre para contar su historia porque el gran riesgo es el de la victimización secundaria, que también ha estado presente en este caso, como todos los casos sobre violencia de género”, dice la abogada a Artículo14. Especialmente el relato de una de ellas, Branciani, que contó con todo lujo de detalles las estrategias de control psicológico de Rupnik, hasta hacerlas sentir dependientes de él completamente. Relataba, además, cómo llegó a convencerlas para hacer tríos simulando el acto sexual como si fuese la santa trinidad o cómo, a pesar de que intentó denunciar desde dentro trataron de aislarla y cómo, tras años de sufrimiento infinito, quiso incluso suicidarse. Cuando decidió escapar, su hermana le salvó la vida.

Machismo y silencio

“Es muy duro decir esto, pero sobre pedofilia en la Iglesia se habla desde hace años, como argumento. El mismo Papa Francisco intervino con leyes específicas donde afrontaba este problema para tutelar a los menores y a las personas frágiles”, explica. Por ejemplo, la introducción de la obligación de denunciar a nivel interno si se es consciente de abusos o la ampliación de la prescripción del delito solo 20 años después de que el menor haya cumplido los 18 años, que introdujo en 2019.

“El de las monjas, sin embargo, no se afronta. No hay un censo sobre el fenómeno de los abusos a las religiosas ni sobre los abortos de las mismas. Es un muro muy difícil de romper. Este es el gran nuevo reto”, añade la abogada.

“Desde la rueda de prensa de Branciani y Kovac, de tener asistir legalmente a dos mujeres pasé a asistir a cinco”, dice Sgrò. Cuatro eran monjas y al salirse de las congregaciones dejaron los votos. “Los abusos corresponderían más o menos a aquel periodo, a partir de la segunda mitad de los años 80. La quinta aún es una religiosa y es una víctima más reciente, aunque no muy reciente, de después de los 2000”, detalla. La declaración pública de esas dos mujeres, que ahora han encontrado la una en la otra la sororidad que siempre soñaron en su comunidad religiosa que, sin embargo, era el marco de una estrategia de poder y control, abrió la primera grieta de una caja de Pandora que aún está por explotar.

En los cinco casos se han presentado cinco actos introductorios de un juicio al Dicasterio de la Doctrina de la Fe, que a nivel práctico suponen cinco denuncias de las cuales aún, dice Srò, no han tenido ninguna respuesta. “Pedíamos en esos cinco documentos la admisión en el proceso del cual habíamos sabido a través de la prensa, cuando el Papa Francisco decide reabrir el caso en octubre de 2023”, explica.

La “dignidad de la verdad”

“Está claro que el derecho canónico no tiene poder coercitivo, así que la idea de verlo en la cárcel por estos casos no ocurrirá, han prescrito”, dice. Pero, lo que las monjas desean es “la dignidad de la verdad”, explica su defensa. “Piensa lo que puede ser una cosa así para quien sufre una traición tan grande por parte de la vida a la que se había entregado, la religión. Creo que no hay nada peor”, añade.

¿Quién era Rupnik?

Marko Rupnik es un sacerdote esloveno conocido en medio mundo por sus actividades artísticas que, hace unos años, saltó a la prensa de medio mundo por verse involucrado en supuestos casos de abusos a monjas. Algunas denuncias que no habían trascendido ya se remontan a antes de los 2000 y a las condiciones de la Comunidad de Loyola en Eslovenia, donde Rupnik era padre espiritual. En 2020, se sabe que había sido excomulgado por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el ente encargado dentro del Vaticano de los abusos sexuales, pero que poco después se le levantó el castigo por motivos desconocidos. De hecho, la gran cuestión es saber cómo eso ocurrió porque solo el Papa Francisco tiene dicho poder. Para la justicia Italia y para la Santa Sede los delitos denunciados por algunas monjas han prescrito y Bergoglio, ante la lluvia de relatos y denuncias que seguían llegando y la impunidad de la que había gozado Rupnik, decidió reabrir el caso para ser revisado solo en otoño del año pasado.

La gravedad del caso Rupnik reside en que sus abusos no eran solo sexuales, sino también psicológicos y espirituales. El maltrato realizado es uno de los peores delitos del derecho canónico: absolver a las víctimas en confesión por los propios abusos sufridos, cargándolas con la culpa. El sacerdote esloveno fue solo expulsado en julio de 2023 de los jesuitas.