Cuando en 2020 la pandemia de Covid-19 se extendió por todo el mundo, los países se vieron obligados a enfrentarse no sólo a una crisis de salud pública, sino también a una cascada de retos sociales, económicos y políticos. Aunque la pandemia puso de manifiesto la debilidad del liderazgo en muchos lugares, también puso de relieve los puntos fuertes de las mujeres que en ese momento estaban en el poder. Las líderes, especialmente en naciones como Nueva Zelanda, Alemania, Dinamarca y Taiwán, destacaron por su capacidad para responder de forma eficaz, compasiva e integradora. Sus estilos de liderazgo, que priorizaron la respuesta rápida, la cohesión social y la comprensión de los amplios efectos de la pandemia, han cosechado elogios y han proporcionado lecciones para la gestión de futuras crisis.
Mientras que algunos líderes masculinos recomendaban a los enfermos de coronavirus “beber lejía”, lo rebajaban a una mera “gripecita” o fomentaban los abrazos en público y en privado, ellas enfrentaron el desafío de un modo mucho más responsable y exitoso.
Liderazgo femenino en tiempos de covid
Una de las principales razones por las que las líderes obtuvieron mejores resultados durante la pandemia es su capacidad para dar prioridad a un liderazgo eficaz y empático. A diferencia de muchos homólogos masculinos, que a menudo se basaron en una retórica basada en el miedo y en un lenguaje de estilo militar, o directamente menospreciaron el virus, causando miles de muertes evitables, las mujeres tendieron a centrarse en la colaboración, el apoyo social y las estrategias de salud pública que tenían en cuenta las implicaciones más amplias de la pandemia en la sociedad. La investigación sobre los discursos políticos durante la pandemia reveló marcadas diferencias en la comunicación de los líderes.
Los hombres eran más propensos a emplear analogías bélicas, haciendo hincapié en una batalla contra el virus, a menudo invocando el miedo para conseguir el apoyo del público o todo lo contrario, no enfrentarse a la gravedad de la pandemia. En cambio, mandatarias como Jacinda Ardern, Angela Merkel y otras en Finlandia, Islandia, Dinamarca y Noruega emplearon mensajes centrados en la familia, los niños y los grupos vulnerables, priorizando la solidaridad social sobre la división.
Mette Frederiksen en Dinamarca
Si tras asumir el cargo de primera ministra de Dinamarca en 2019, Mette Frederiksen tenía una popularidad que no superaba el 40%, tras el inicio de la pandemia de coronavirus y su gestión de la crisis hicieron que casi el 80% de los daneses considerase que había hecho un buen trabajo. Tras su primera muerte el 11 de marzo y el cierre de escuelas, establecimientos administrativos y lugares públicos (tiendas no esenciales, lugares de culto, cines, teatros, salas de espectáculos, etc.), el 6 de abril comenzaron a suavizar las restricciones en el país de forma controlada y gradual, demandando a la población que siguiera las recomendaciones generales sobre la conducta adecuada. El 15 de abril, fue el primer país que reabrió las escuelas.

La primera ministra de Dinamarca, Mette Frederisksen
Un factor fundamental del éxito de las líderes ha sido su aguda conciencia de cómo la pandemia afectaba de forma desproporcionada a mujeres y niñas. Dado que la crisis golpeó con mayor dureza a las comunidades marginadas y vulnerables, las líderes reconocieron instintivamente las consecuencias sociales a largo plazo. Esta perspectiva más amplia les permitió elaborar políticas que no sólo pretendían proteger la salud pública, sino también garantizar el bienestar de los más afectados, como las mujeres, los niños y las minorías. En Nueva Zelanda, por ejemplo, el Gobierno de Ardern actuó con rapidez para proporcionar alivio económico, especialmente a las neozelandesas, más propensas a trabajar en el sector servicios y más afectadas por los cierres.
Integración y ciencia: el caso taiwanés
Los estudios han demostrado que las mujeres líderes adoptaron a menudo un enfoque más integrador y científico, lo que permitió una gestión más eficaz de la crisis. En Taiwán, el Gobierno de la entonces presidenta Tsai Ing Wen puso en marcha una comunicación temprana y transparente, haciendo hincapié en la ciencia y el bienestar de los ciudadanos. En la vecina China (liderada por Xi Jinping), hasta persiguieron a los periodistas y jóvenes que informaban del coronavirus. Al incorporar el asesoramiento de expertos y tomar medidas rápidas en cuestiones como el rastreo de contactos, los protocolos de cuarentena y el uso de mascarillas, los gobiernos dirigidos por mujeres pudieron frenar la propagación del virus con mayor eficacia.

La periodista china Zhang Zhan
Además, un estudio de los estados de Estados Unidos indicó que las gobernadoras tuvieron menos muertes relacionadas con la covid-19 que sus homólogos masculinos. Este hallazgo concuerda con la tendencia general observada en los países con mujeres gobernantes: una menor tasa de mortalidad y mejores resultados generales en materia de salud pública. Por ejemplo, gobernadoras como Kathy Hochul, de Nueva York, y Gretchen Whitmer, de Michigan, fueron elogiadas por su actuación temprana y decisiva para mitigar la propagación del virus, a menudo aplicando medidas más estrictas antes que sus homólogos masculinos.
Alemania: ayudas a las familias y empresas
Además de las medidas sanitarias, las líderes demostraron un profundo conocimiento de las repercusiones económicas de la pandemia. Reconocieron que una rápida recuperación económica dependía de asegurar el apoyo social a las familias y las comunidades vulnerables. En Alemania, la canciller Angela Merkel tomó la decisión de poner en marcha un paquete de ayuda económica para apoyar a los trabajadores y las empresas, que incluía políticas diseñadas para proteger a las familias y evitar que cayeran aún más en la pobreza. A su liderazgo se atribuyó el mérito de proporcionar una sensación de estabilidad y tranquilidad a la población en un momento de incertidumbre.

La ex canciller alemana Angela Merkel
Más allá de sus políticas, los estilos de liderazgo de las propias mujeres políticas fueron una parte importante de su éxito. Muchas de ellas se caracterizaban por una presencia calmada y tranquilizadora, que contrastaba con la retórica a menudo combativa y divisiva de algunos políticos varones. El uso de la amabilidad y la empatía por parte de Jacinda Ardern en sus mensajes públicos, especialmente durante los cierres de Nueva Zelanda, ayudó a fomentar un sentido de responsabilidad colectiva y unidad social.
Aunque la pandemia ha puesto de relieve las proezas de las líderes femeninas, también ha planteado importantes cuestiones sobre el liderazgo en tiempos de crisis. Las mujeres líderes aportaron conocimientos técnicos y se dejaron asesorar por científicos. Asimismo, demostraron inteligencia emocional, empatía y la capacidad de unir a los ciudadanos en torno a valores compartidos de solidaridad y apoyo. Estas cualidades han demostrado ser esenciales para sortear una crisis tan polifacética como la pandemia.