La guerra comercial entre las dos grandes potencias económicas globales sube otro peldaño. En represalia al anuncio del presidente estadounidense Donald Trump, que la semana pasada decretó subir del 10% al 20% los aranceles sobre importaciones de productos chinos, Pekín empezará a imponer a partir de este lunes aranceles sobre productos agrícolas producidos en Estados Unidos.
El Gobierno de Xi Jinping ya tenía preparada la medida desde la semana pasada, tras conocer el segundo ascenso de los aranceles impuestos sobre los productos de su país en menos de dos meses. A partir de ahora, productos llegados desde EE.UU. al mercado chino, como el pollo, la harina o el maíz, soportaran una carga del 15% de impuestos, y otros como el cerdo, la ternera, la fruta o la soja, un 10%.
“Disrupción de la seguridad”
“Mientras Washington escala los aranceles, Pekín no tiene otra opción que responder”, consideró Sun Yun, director del departamento chino del think tank Stimson Center de Washington. Pero precisó: “no significa que Pekín no quiera negociar, aunque no quiere ser interpretado como un país que reclama compasión”.
Desde China, un portavoz del Congreso Nacional del Pueblo -brazo legislativo del régimen- consideró la semana pasada que las medidas económicas impuestas por Trump la semana pasada contra su país, México y Canadá “suponen una disrupción de la seguridad y la estabilidad de la industria global y las cadenas de suministros”. Sectores fundamentales industriales o agrícolas en América y Asia temen que la política proteccionista de Washington dispare la inflación, ya que se prevé un encarecimiento de productos y servicios.
China luchará “hasta el final”
Como segunda potencia económica global, Pekín aspira a ser una superpotencia en todos los frentes. El Partido Comunista chino, que ha priorizado en su estrategia geopolítica evitar los conflictos y expandir su influencia económica en el mundo, presume de haber traído fortaleza y prosperidad a su país. “Si Estados Unidos quiere guerra, sea comercial o de otro tipo, estamos dispuestos a luchar hasta el final”, avisó el ministerio de exteriores chino.
Otra consecuencia de la reacción china será bloquear a 15 empresas de Estados Unidos, que no podrán comprar productos chinos sin obtener previamente un permiso especial, lo que incluye un fabricante de drones que es proveedor del ejército norteamericano. También impedirá a otras 10 empresas a hacer negocios en China.
Desescalar la tensión
Pese a las medidas aprobadas y las declaraciones contundentes, ambas superpotencias dieron también señales de estar dispuestos a reajustar las medidas aprobadas. La semana pasada, el ministro chino de Comercio comentó a la prensa que invitó a su homólogo norteamericano para un encuentro. Por su parte, el propio Trump aclaró que es “posible” redefinir el acuerdo comercial con China.
Pekín ha seguido el mismo guion de la réplica a Trump tras su primer anuncio a principios de febrero, cuando impuso el 10% de aranceles sobre las exportaciones chinas. Entonces, el régimen chino avanzó que aplicaría tasas sobre el gas natural, el carbón o equipamientos agrícolas estadounidenses. Pero Washington tiene más incentivos en seguir aplicando tasas sobre productos chinos, ya los estadounidenses consumen mucha más variedad de importaciones llegadas desde el gigante asiático.
La estrategia china
China también afronta ciertas dificultades económicas, como una débil inversión extranjera y las consecuencias de una burbuja inmobiliaria fallida. Por otra parte, el control total que ejerce el régimen sobre la economía le permite aplicar medidas para sortear la contienda con su “gran rival”.
Por ejemplo, cortando los impuestos a compañías chinas que exportan productos a EE UU, permitiéndoles así bajar los precios, por lo que el resultado final de los aranceles aplicados al llegar a destino no es tan dañino. A su vez, empresas chinas también han relocalizado la parte final de la producción de sus productos en terceros países como Vietnam o México, aunque este último también es víctima de los aranceles trumpistas.
Los productos chinos más demandados por el mercado estadounidense son smartphones; ordenadores y accesorios informáticos; equipamiento eléctrico e industrial; juegos, muñecos y productos deportivos; y muebles. Para el ministro de Exteriores chino Wang Yi, “ningún país debe fantasear con contener o suprimir a China, mientras a su vez pretende mantener buenas relaciones”. Y amenazó: “Si continúan presionando, China responderá firmemente”.