Líbano arranca el miércoles con una mezcla de preocupación y normalidad -marca de la casa– pendiente de las noticias de una guerra que para millones de ciudadanos no es la suya aunque se libre en su territorio. Pese a que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu había avisado durante el fin de semana, y antes otros líderes del Gobierno y el Ejército israelí, de que se acercaba la hora de “cambiar el balance de fuerzas” en el sur, el principal feudo de Hizbulá, a todos sorprendió ayer la cadena de explosiones simultáneas de cientos de dispositivos buscapersonas, un acto de factura hollywoodiense, en posesión de miembros de Hizbulá, el poderoso partido y milicia chiita que es el verdadero poder de este malhadado país, en distintos puntos del Líbano y también de Siria.
El sabotaje llevado a cabo por Israel -aunque desde Tel Aviv, como en otras ocasiones, se ha evitado asumir la autoría– ha costado la vida al menos a 9 personas, entre ellas una niña, y hay más de 2.800 heridos en Dahiyeh, el feudo de Hizbulá al sur de Beirut, el valle de la Becá y el sur del Líbano, las dos zonas con mayor población chiita y apoyo de la organización proiraní. Se espera que el balance de fallecidos se eleve en las próximas horas puesto que al menos 200 personas se encontraban en estado grave en el momento de la publicación de este texto.
Las primeras informaciones apuntan a que Israel podría haber manipulado estos dispositivos y haberlos hecho explotar de forma remota. En redes sociales circulan supuestos vídeos del momento en el que los ‘buscas’ explotan en el bolsillo de personas en la calle o en comercios dejando a las víctimas heridas en el piso. Videos que rularon de teléfono en teléfono durante toda la tarde de ayer en todo el país. Con independencia de cómo Israel ha conseguido proporcionar los dispositivos a los milicianos de Hizbulá o hacerlos explotar a distancia, se trata de una falla descomunal -y un aviso- de la organización proiraní como lo fue el asesinato en un bloque de viviendas del distrito de Dahiyeh, al sur de Beirut, de su número dos, Fuad Shukr.
Las autoridades libanesas pronto han hecho un llamamiento para que todo el personal médico se personase en sus centros urgentemente ante la elevada cifra de heridos. Asimismo, pidieron a los hospitales que atiendan a todos los heridos sin excepción. Medios locales mostraban fotografías de la llegada de ambulancias al Hospital de la Universidad Americana de Beirut, una de las instituciones más prestigiosas del país.
Hizbulá señala “plenamente” a Israel
La organización dirigida por Hassan Nasrallah -que se ha apresurado en dejar claro que su líder no resultó afectado por ninguna de las explosiones– responsabilizó a Israel afirmando que “el enemigo traicionero y criminal recibirá su justa retribución por esta agresión pecaminosa”.
“Responsabilizamos plenamente al enemigo israelí después de examinar todos los hechos, datos e información disponibles actuales sobre el pecaminoso ataque que tuvo lugar (…) Nuestros mártires y heridos son símbolo de nuestra yihad y sacrificios en el camino a Jerusalén, la victoria de nuestro honorable pueblo en la Franja de Gaza”, aseguraron fuentes de la organización en un comunicado oficial.
Desde Hizbulá se ha admitido además la muerte de dos de sus combatientes, aunque sin precisar si fueron víctimas de la explosión de los ‘buscas’. Uno es Yousef Madi Aloui, nacido en 1986, y otro Hasan Ahmad Mahmud, de 32 años.
Entre los nueve muertos está también el hijo del diputado de Hizbulá Ali Ammar, según confirmó en la misma puerta de su domicilio en Borj Brashne, uno de los sectores de Dahiye. Por su parte, herido leve resultó el embajador de la República de Irán en el Líbano, Mujtaba Amani. También resultaron heridos el hijo del diputado de Hizbulá Hassan Fadlallah y el vástago de uno de los responsables de la organización, Wafik Safa.
La clase política libanesa -fragmentada en mil y un pedazos, el país no tiene presidente desde octubre de 2022- ha manifestado su repulsa a lo ocurrido este martes de manera simultánea en Dahiyeh, la Becá y el sur. El propio primer ministro, Nayib Mikati -institución que, con arreglo al Pacto Nacional de 1943, tiene que ser encarnada por un sunita- se personó en la tarde de ayer en el domicilio del padre de una de las víctimas mortales y diputado de Hizbulá en el Parlamento nacional Ali Ammar.
Por su parte, el líder de la camaleónica comunidad drusa del Líbano, Walid Joumblatt, expresó al presidente de la Cámara de Diputados, Nabih Berry, y al responsable de la unidad de coordinación de Hizbulá Wafic Safa “su total solidaridad con la Residencia, así como con las habitantes del sur, la Becá y los suburbios del sur de Beirut”.
El pequeño y contradictorio país levantino aguarda una vez con el temor de que, después de un año e que las dos partes no han dejado de cruzar fuego a un lado y otro de la frontera, la eliminación de Shukr a finales de julio y la cadena de explosiones de ayer sean la antesala de una acción armada de Hizbulá coordinada o no con Teherán -que ha dado señales de distensión con Occidente a través de su nuevo presidente Pezeshkian en las últimas fechas- contra la “entidad sionista”, y que ello acabe desencadenando la escalada bélica regional de la que prensa y especialistas hablan desde octubre de 2023.
En la noche de ayer, la compañía aérea Air France suspendía las conexiones aéreas entre París y Beirut como consecuencia de la situación y antesala de lo que puede estar por venir. Mientras Israel golpeaba los ‘buscas’ de la gente de Hizbulá los bombardeos contra localidades de la organización proiraní continuaron una jornada más en el sur del Líbano.