Aunque la figura del Papa Francisco fue global y su pontificado ha marcado una etapa importante en la historia de la Iglesia, para su familia en Italia, Jorge Mario Bergoglio siguió siendo, hasta el final, el “primo Giorgio”.
En los días posteriores a su fallecimiento, varios de sus familiares en el norte de Italia compartieron recuerdos personales que muestran una faceta más cercana e íntima del primer papa latinoamericano.
“No hay otro como él, ni lo habrá jamás”
La prima del Papa, Carla Rabezzana, vive en el Piamonte italiano, y desde allí expresó su dolor. “Es difícil hablar, supe de él la semana pasada, tengo tantos recuerdos bonitos, uno más bonito que el otro. Lo conozco desde hace cincuenta años”.
Carla Rabezzana relató que Jorge Mario Bergoglio “es un hombre maravilloso, no hay otro como él ni lo habrá jamás”, y que a pesar de sus responsabilidades como pontífice mantenían el contacto: “Hablé con él estos días”. Desde el pequeño pueblo donde vive –Portacomaro, lugar de origen de parte de la familia del Papa-, recordaba el sentido del humor de su primo en su última llamada. Le contó que se había roto el pie, y Francisco, le respondió: “Menos mal que no te rompiste la cabeza”.

No es la primera vez que Rabezzana resalta la personalidad de su Giorgio, un mes antes del fallecimiento también habló con el National Catholic Reporter. “Solíamos pasar un tiempo maravilloso riendo. Cada vez que tenía un nuevo chiste. De vez en cuando se le ocurría uno nuevo y luego me lo contaba”.
“Habemus papam. Georgium Marium…”
Carla Rabezzana recuerda perfectamente el momento en el que se enteró de su nombramiento como Papa, aunque la manera en que se enteró todavía le provoca una sonrisa. La noche anterior al cónclave, hablaron por teléfono, y él no esperaba ser elegido. De hecho, ya tenía previsto volver a Buenos Aires. “Estaba a mil kilómetros de convertirse en Papa, ni siquiera estaba pensando remotamente en ello. Entonces, dije: ‘Está bien, Giorgio, nos vemos cuando puedas’. También estaba segura de que no lo harían Papa”, recordó.
Poco después de las siete de la tarde, el 13 de marzo, estaba lavando los platos cuando se anunció que el cónclave había tomado una decisión. Entonces escuchó el anuncio: “Habemus papam. Georgium Marium…”. Según cuenta, estuvo a punto de desmayarse, con los platos aún en las manos. A la mañana siguiente, recibió una llamada de Francisco.

“Si no lo hubieran hecho Papa, habría sido más feliz”
Aunque el mundo celebró su elección, para ella el momento no fue solo motivo de alegría. Rabezzana expresó al National Catholic Reporter, “puede ser un honor ser pariente de un Papa, pero en mi corazón, si no lo hubieran hecho Papa, habría sido más feliz”. También dio sus razones: “Porque antes de eso solía venir a visitarnos, venía a nuestra casa, pasábamos tiempo juntos, teníamos una vida familiar maravillosa. Ahora está lejos y no podemos ir a verlo cuando queramos. ¡Ya no es nuestro, pertenece a todos!”
Dejó claro lo importante que su primo era para ella, “Giorgio tiene una personalidad tan maravillosa. Cuando se fue de mi casa, lloré durante dos días. Era una compañía excepcionalmente buena. Él podría animarte con solo unas pocas palabras”.
Sus raíces italianas, parte de su identidad
En el diario italiano Il Messaggero, se destaca que para Francisco “estos orígenes italianos siempre han sido un motivo de orgullo, a lo largo de su pontificado recordó con frecuencia el vínculo con Italia, en particular con el Piamonte”. Gracias a esa fuerte conexión mantuvo contacto con sus familiares, viajó a la región de Asti en 2022 para visitar la tumba de sus abuelos y celebrar misa en la tierra de su familia. Entre llamadas, visitas y recuerdos, el pontífice nunca perdió el contacto con sus raíces.

Para Carla Rabezzana, la noticia del fallecimiento del Papa ha sido un golpe durísimo, según Il Messaggero, la nonagenaria declaró: “Acabo de enterarme de la noticia, es un dolor muy grande”. La emoción la abrumó: “Lo siento, pero no quiero hablar”.
A pesar de su dolor, gracias a ella tenemos otra cara de Francisco, la del primo Giorgio, un hombre sencillo que hablaba por teléfono, que hacía bromas, y que seguía presente en la vida cotidiana de sus parientes italianos.