El pasado lunes, una tragedia en la localidad de Merishausen, cerca de la frontera alemana, reabrió el debate sobre la eutanasia en Suiza. Una mujer estadounidense de 64 años, cuyo nombre no ha sido desvelado, falleció tras utilizar una la cápsula del suicidio. Hablamos de un controvertido dispositivo que facilita el suicidio asistido. La policía suiza ha detenido a varias personas relacionadas con el caso, mientras lleva a cabo una investigación por incitación y complicidad en el suicidio.
El suceso tuvo lugar en una cabaña situada a las afueras de Merishausen. La mujer utilizó la cápsula del suicidio, también llamada cápsula Sarco, que fue ideada por el activista de la eutanasia Philip Nitschke. El aparato no contaba con los permisos necesarios de las autoridades. Y eso levantó una gran polémica en el país, que cuenta con leyes que permiten el suicidio asistido bajo determinadas condiciones. La eutanasia en Suiza ya existe, pero no de esta forma.
¿Qué es la cápsula del suicidio?
La cápsula suicida, también conocida como Sarco, fue presentada en 2018 por Philip Nitschke, un defensor acérrimo de la eutanasia y el primer médico en realizar un procedimiento legal de este tipo en los Países Bajos. Su invento es una cápsula impresa en 3D que promete una muerte rápida y sin dolor mediante la inhalación de nitrógeno, que provoca una hipoxia mortal en cuestión de minutos. Sin embargo, la legalidad de este dispositivo se ha cuestionado desde su creación.
Según las autoridades, la cápsula del suicidio no cumple con los requisitos de seguridad ni las normativas del país sobre la eutanasia en Suiza. Elisabeth Baume-Schneider, Consejera Federal de Salud, declaró que la ley suiza permite el suicidio asistido, pero prohíbe cualquier tipo de intervención externa que facilite este proceso. Eso incluye dispositivos como la Sarco. “Este tipo de ayuda externa está fuera del marco legal de la eutanasia en Suiza”, afirmó Baume-Schneider en un comunicado.
Es la primera vez que se emplea la cápsula del suicidio, a pesar de haberse lanzado hace ya siete años. A lo largo de este tiempo, Nitschke ha defendido su creación. Para él, es un instrumento que ofrece una muerte digna y controlada. No obstante, las autoridades suizas y otros críticos del dispositivo sostienen que su uso puede fomentar una cultura de muerte en lugar de centrarse en los cuidados paliativos y el apoyo psicológico a las personas en situaciones terminales.
Una muerte pacífica, según el científico presente
Florian Willet, el único científico que estuvo presente en el momento del fallecimiento de la mujer, declaró al medio suizo Blick que la muerte fue “pacífica, rápida y digna”. Willet también indicó que la mujer había sufrido durante años una enfermedad autoinmune que le causaba graves dolores. Eso es lo que la llevó a tomar la decisión de poner fin a su vida. El equipo legal de la fallecida corroboró que la mujer había dejado clara su intención de morir ante un abogado y que había sido examinada por un psiquiatra que la declaró mentalmente apta para tomar esta decisión.
Este es un aspecto crucial en el debate sobre la eutanasia en Suiza: la capacidad de decisión de las personas que optan por este procedimiento. En el país suizo, el suicidio asistido es legal siempre y cuando la persona que lo solicita lo haga de manera voluntaria y esté mentalmente capacitada para tomar esta decisión. Sin embargo, en este caso, la utilización de la cápsula del suicidio pone en duda la legalidad del procedimiento y genera un intenso debate en los medios y en la sociedad.
La fiscalía suiza ha confirmado la apertura de una investigación por incitación al suicidio y complicidad, además de la posible comisión de otros delitos. El cuerpo de la mujer se ha trasladado al instituto forense de Zúrich, donde se realizarán los análisis pertinentes. Por el momento, no se han dado a conocer los nombres de los detenidos ni los detalles específicos de su participación en el caso.