El asesino confeso y ex pareja de Giulia Cecchettin, Filippo Turetta, de solo 22 años, ha sido condenado a cadena perpetua en la tarde de este martes. La noticia llega un año después de su asesinato, el 11 de noviembre de 2023, cuando, tras haber quedado con él, Giulia nunca volvió a casa. Su cuerpo fue encontrado una semana después, el 18 de noviembre, y esa misma noche su ex pareja fue detenido en Alemania, donde había intentado huir y se había quedado sin gasolina. Para Italia este ha sido un caso crucial en la conciencia colectiva del fenómeno de la violencia de género. En el noviembre negro de 2023, pocos días después de que el caso de Giulia Cecchettin se convirtiese en un fenómeno social, la indignación de miles de mujeres se convirtió en una única voz que, en las diferentes plazas del país, pedía justicia.
La poesía de la activista peruana Cristiana Torres Cáceres, “si mañana no regreso, quémalo todo”, se convirtió en un grito de guerra gracias a la difusión y al discurso que su hermana, Elena Cecchettin, compartió en uno de los momentos más dolorosos de su vida. Su mensaje era claro sobre lo que había ocurrido y sobre el trato que la propia prensa italiana estaba dando al asesinato de su hermana: “Él -el asesino- no es un monstruo, es hijo sano del patriarcado”. Lo dijo en directo en televisión y lo escribió en una tribuna el 20 de noviembre de 2023 en el Corriere della Sera. La prueba de que este caso ha cambiado de forma decisiva a Italia es que desde el feminicidio de Giulia, las operadoras del 1522, el teléfono de ayuda para las víctimas de violencia de género, ha aumentado su volumen de llamadas más de un 50%.
Ok, l'ergastolo è stato dato, ma non riconoscere la crudeltà mi lascia comunque basita #GiuliaCecchettin pic.twitter.com/rtodczE8Dh
— Giulia 🌹 (@imgiuliahepburn) December 3, 2024
El papel clave de la familia
El rol de la familia de Giulia, de su hermana y de su padre, Gino, que además de publicar durante este año un libro ha creado una fundación en honor a su hija para apoyar a las víctimas de la violencia de género, ha sido clave en esta historia. Así lo escribe en su libro, “Querida Giulia”, Gino, un hombre menudo y muy correcto que ha removido la conciencia de todo un país decidiendo transformar su experiencia y su dolor en un trabajo de sensibilización social contra la violencia de género.
“La violencia de género no se condena con penas, se combate con la prevención”
Este martes, a la salida de la Corte de Asís de Venecia, comentaba, con su habitual mesura, la decisión de la justicia ante la prensa: “Mi sensación es que hemos perdido todos como sociedad. Nadie me puede devolver a Giulia, no estoy ni más aliviado, ni más triste respecto a ayer o respecto a mañana. Es una situación extraña, tenía la sensación de que hoy iba a mantenerme impasible, pero en el momento en el que se llega a una sentencia así, aunque esté claro que se ha hecho justicia, pienso que podríamos hacer más como seres humanos. No podemos, en este momento, ponernos a discutir sobre penas. Pienso que la violencia de género no se condena con penas, se combate con la prevención, enseñando conceptos que en este momento están alejados. Como ser humano me siento un perdedor, como padre nada ha cambiado respecto a ayer o respecto a hace un año”.
La sentencia
La Fiscalía había pedido el 25 de noviembre la cadena perpetua para el acusado, pero la condena ha excluido las agravantes de crueldad y actos persecutorios, aunque ha reconocido la premeditación. Sobre este aspecto durante este año han sido muchos los pedazos de historia que la prensa italiana ha difundido para reconstruir los últimos meses de Giulia. Una joven que era ya víctima de los chantajes de su ex pareja, que llegó a amenazarla con quitarse la vida si no volvían juntos o que la obligaba, según se ha conocido a través de un diario de la víctima, a comunicarle cada uno de sus movimientos y de sus pensamientos, confesiones con amigas o conversaciones con su psicóloga.
El Tribunal de Venecia que ha dictado sentencia ha impuesto también una indemnización de 500.000 euros al padre, Gino Cecchettin, 100.000 a los hermanos de Giulia, Elena y Davide y 30.000 a la abuela y a su tío. Las motivaciones totales del caso se conocerán en 90 días.
La cadena perpetua para la violencia de género
Mientras la noticia sobre la sentencia del caso Giulia Cecchettin llenaba todos los titulares en Italia se conocía un presunto nuevo asesinato machista. Una joven de 27 años ha sido encontrada ahorcada en el baño de su casa, en la provincia de Verona, pero tras una reconstrucción de la dinámica que ha generado dudas en el caso, su pareja está siendo investigada por homicidio. En este momento son ya más de 100 las víctimas de feminicidio en Italia en el último año.
En las últimas semanas ha habido otra condena especialmente sonada en el país. El asesino de Giulia Tramontano, que fue envenenada por su pareja mientras estaba embarazada de 7 meses, Alessandro Impagnatiello, también fue condenado a cadena perpetua, en este caso por el Tribunal de Asís de Milán.
Hablamos con Maria Pia Turiello, criminóloga forense experta en violencia de género, sobre los casos de feminicidio con la máxima pena. “Ahora queda el recurso hasta el tercer grado de juicio, aunque seguramente se mantenga la cadena perpetua. Los casos de Giulia Cecchettin y Giulia Tramontano han sido enormemente mediáticos en Italia y esta decisión responde, de alguna forma, al gran clamor social que se ha generado. Si ampliamos el foco, en otros muchos casos de violencia de género, donde mujeres también han sido asesinadas, las penas son otras, más bajas y con menos resonancia”, explica la experta.
“Se habla en estos casos de sentencias ejemplares que pueden ayudar a disuadir a un potencial asesino, pero la realidad es que el endurecimiento de las penas está demostrado que no sirve si las leyes se aplican mal”, añade Turiello compartiendo la idea del propio Gino Cecchettin sobre la importancia de la educación, en todos los ámbitos, también el judicial, para combatir el fenómeno. En Italia son muchos los casos donde, por ejemplo, aún se realiza culpabilización secundaria con la víctima.