Libertad de prensa

La aversión a la prensa de Biden le enfrenta también a los afines

El presidente de Estados Unidos esquiva el cara a cara con los reporteros, provocando el descontento hasta de la prensa más favorable

El presidente Joe Biden
El presidente de EE UU, Joe Biden, atiende a la prensa en la Casa Blanca Efe

La imagen se ha vuelto habitual. Los reporteros llegando a los gritos en el intento de que el presidente Joe Biden responda alguna de sus preguntas, mientras él les da la espalda y abandona el lugar. La periodista del “Washington Post” Yasmeen Abutaleb fue una de las últimas en sufrirlo este jueves.

Ya en el cuarto año de mandato presidencial del demócrata, la tendencia es clara. Biden elude el escrutinio de la prensa. Según escribió recientemente en “The ConversationDavid E. Clementson, profesor de Periodismo y Comunicación de Masas en la Universidad de Georgia, Biden ha ofrecido menos ruedas de prensa que ningún otro presidente de la historia reciente.

Joe Biden y Karine Jean-Pierre

El presidente de EE UU, Joe Biden, habla con su secretaria de Prensa Karine Jean-Pierre

En su primer año de mandato, Biden ofreció solo tres encuentros con periodistas y en la mayoría de ellos no aceptó preguntas. Cuando lo hizo se limitó a contestar a las preguntas de periodistas preseleccionados por su secretaria de Prensa, Karine Jean-Pierre. Él suele referirse a ellos como “los nombres que me han dado”.

Con carteles sobre el asunto

La reticencia presidencial a dar la cara ha llevado a escenas casi cómicas entre los reporteros que cubren la agenda de Biden, como el hecho de que muchos exhiban carteles con el tema sobre el que quieren preguntar con la esperanza de que el presidente de Estados Unidos se acerque al espacio en el que están confinados y les dé al menos unos breves comentarios.

El propio Biden pareció confirmar el motivo por el que esquiva a los informadores en un acto con reporteros este martes en la Casa Blanca. “Tengo muchas preguntas. Mejor no empiezo con las preguntas. Me meteré en líos”, musitó en un comentario vertido sin dirigirse claramente a la audiencia que ha llevado a parte de la prensa estadounidense, especialmente la más hostil a Biden a cuestionar la aptitud mental de un líder de 81 años.

Quejas por la actitud esquiva

Sea la que sea la causa, lo cierto es que incluso entre la denominada “prensa liberal” han surgido las quejas por la actitud esquiva de Biden. Harto de que las peticiones de entrevista de sus periodistas sean sistemáticamente ignoradas, el “New York Times” emitió el 25 de abril un comunicado muy crítico con la política de comunicación de la Casa Blanca.

“Para cualquiera que entienda el papel de la prensa libre en una democracia, debería ser preocupante que el presidente Biden haya evitado las preguntas de periodistas independientes tan activa y efectivamente durante su mandato”, afirmaba el prestigioso diario neoyorquino.

El asunto se ha vuelto problemático para el equipo de Biden, que estaba acostumbrado a lidiar con los ataques a veces groseros de Fox News y otros medios de la galaxia conservadora estadounidense, pero no a recibir críticas de publicaciones como el “New York Times” o el “Washington Post, que habitualmente son el azote de su rival, Donald Trump.

El equipo de comunicación presidencial ha dado muestras de preocupación por este tema y tiene que conciliar la necesidad de evitar la sobreexposición de un presidente que ha sufrido ya varios deslices notorios en público con el deseo de comunicar su mensaje a la inmensa audiencia del “New York Times”, hasta ahora el medio más activo en la denuncia de la falta de rendición de cuentas de Biden ante los medios.

En tiempos de redes sociales

Pero los costes de minimizar las ocasiones en las que los periodistas pueden interpelar directamente al presidente al mínimo parecen menores en la nueva era informativa. Hoy, tanto o más que los editoriales de los diarios de mayor tradición y prestigio, son opinadores en YouTube, TikTok y otras palabras formas y redes sociales lo que influyen de manera determinante en la opinión pública.

Según Clementson, “en la era de las redes sociales, para las figuras públicas, como las estrellas del deporte o las celebridades, ya no tienen interés en dar ruedas de prensa y entrevistas”.

“¿Por qué deberían importarle los reporteros a LeBron James cuándo puede compartir libremente sus opiniones sin filtro y al instante con sus 146 millones de seguidores en Instagram y los 53 de X?”, se pregunta el experto.

Trump parecía convencido de eso en sus cuatro años en el poder, en los que hizo un uso indiscriminado de los trinos con mayúsculas, signos de admiración y descalificaciones contra los periodistas y medios que no eran de su agrado.

Biden no ha llegado a ese extremo, pero sí ha mantenido la línea de reducir su exposición al escrutinio periodístico al mínimo. El presidente acostumbra a poner de los nervios a sus colaboradores con salidas espontáneas con las que rompe con la línea oficial mantenida durante años por Washington en temas de máxima sensibilidad, como cuando ha dicho que Estados Unidos defendería a Taiwán en caso de sufrir una invasión china. Incluso en su época de plenitud solía salirse del guion sin previo aviso.

Evitar situaciones incómodas a toda costa

Ahora que sus condiciones físicas se han visto mermadas por el paso del tiempo y sus rivales cuestionan sin piedad las mentales, en los responsables de su comunicación parece imperar el criterio de que es mejor evitar a toda costa que los periodistas incisivos coloquen al presidente en situaciones incómodas. Y no falta quien desde el mismo espectro demócrata cuestiona al “New York Times” por perjudicar con sus críticas al hombre al que ven como el único freno posible al temido regreso de Trump.

Como explica Stephen Strindberg, del equipo de Opinión del “Washington Post“, “ los partidarios creen que es importante que su equipo gane porque eso sería bueno para el país. El fin suele justificar los medios”. Pero, señala Strindberg, “los buenos periodistas no están en ningún equipo porque creen que el público exige un examen crítico de las instituciones importantes”.

La pregunta en el aire es si Biden ofrecerá más oportunidades a los medios a medida que se acerquen las elecciones del 4 de noviembre. Y cuánto elevarán la crítica los medios liberales si no lo hace.