El nombramiento de Marco Rubio como Secretario de Estado de los Estados Unidos es una de las decisiones más estratégicas del presidente electo Donald Trump en su equipo de política exterior. Rubio, senador por Florida desde 2010, se ha caracterizado por su postura de línea dura en temas de política internacional. En particular, con respecto a países como China, Irán, Venezuela y Cuba. Su experiencia en el Senado y su colaboración en comités clave como el de Relaciones Exteriores y el de Inteligencia lo convierten en una figura de consenso, aunque su visión política pueda plantear dilemas en la nueva administración.
Marco Rubio ha construido su carrera política sobre una postura firme en asuntos internacionales. Su enfoque hacia China se ha centrado en la necesidad de adoptar políticas más agresivas para contrarrestar el poder económico y tecnológico del gigante asiático. Fue pionero en abogar por políticas industriales en los Estados Unidos que pudieran competir con la economía dirigida del Partido Comunista Chino, ideas que hoy resuenan en ambos partidos.
Además, Marco Rubio ha copresidido la Comisión Ejecutiva Congresional sobre China, un organismo bipartidista que supervisa los abusos de derechos humanos y la competencia económica en el país asiático. En 2020, presentó un proyecto de ley que prohíbe la importación de productos fabricados con trabajo forzado de la minoría uigur en China. Una ley firmada más tarde por el presidente Joe Biden.
Los grandes frentes abiertos para Marco Rubio: Venezuela, Cuba y China
Marco Rubio ha sido una de las voces más duras contra el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, impulsando sanciones y presionando para derrocar al líder autoritario. A través de su influencia, persuadió a Trump en 2019 para que adoptara sanciones más severas contra Venezuela, con la esperanza de que estas medidas debilitaran el poder de Maduro. Aunque la estrategia no logró su objetivo final, Rubio ha mantenido una postura de “esperanza vigilante”. Está convencido de que es solo cuestión de tiempo que el régimen de Maduro colapse.
Su postura hacia Cuba es igual de enérgica. Proveniente de una familia cubanoamericana, Marco Rubio ha sido un ferviente opositor de cualquier intento de suavizar las relaciones con el gobierno cubano. Argumenta que sería contraproducente para los derechos humanos en la isla. Con su nueva posición en el Departamento de Estado, se espera que continúe promoviendo políticas de presión hacia La Habana y otros gobiernos de la región que él considera una amenaza para la democracia.
Como Secretario de Estado, uno de los mayores retos de Marco Rubio será equilibrar su postura agresiva contra China con el enfoque “America First” que define la política exterior de Trump. Rubio ha sido firme en su defensa de una estrategia más activa para contrarrestar la influencia global de China. No se espera que ceda en esta postura. Sin embargo, Trump ha manifestado un interés en reducir intervenciones en conflictos ajenos —especialmente en regiones como Oriente Medio— para concentrar recursos en lo que considera las amenazas estratégicas más relevantes. Esto podría dar lugar a un enfoque centrado en China. No obstante, Rubio deberá enfrentarse a la dificultad de mantener al mismo tiempo las alianzas internacionales de Estados Unidos.
Relaciones con Rusia y Ucrania: un cambio de tono
Aunque Marco Rubio ha sido crítico de Rusia, sobre todo en relación con su papel en el conflicto de Ucrania, en los últimos tiempos ha mostrado un enfoque pragmático similar al de Trump. Rubio ha señalado que la guerra en Ucrania ha llegado a un “punto muerto” y que podría ser necesario buscar una solución negociada que evite la adhesión de Ucrania a la OTAN. Este enfoque no solo se alinea con la visión de Trump, sino que también podría allanar el camino para conversaciones con Moscú. Aunque con reservas, dado el historial de enfrentamientos indirectos entre ambos países.
Marco Rubio tiene experiencia en trabajar a través de las líneas partidarias. En el Senado, ha formado alianzas con demócratas en proyectos de ley relacionados con la seguridad nacional. Eso probablemente facilite su confirmación en el cargo. Su experiencia en el Comité de Relaciones Exteriores y el Comité de Inteligencia del Senado le ha dado una perspectiva amplia sobre las amenazas globales y la importancia de una respuesta unificada en materia de política exterior.
Como figura de la administración, el desafío para Marco Rubio será adaptar sus posturas más tradicionales a una política exterior que, bajo el liderazgo de Trump, buscará equilibrar la defensa de intereses nacionales con la reducción de intervenciones militares. Aunque este enfoque puede alejarse de algunas de las posturas intervencionistas de Rubio en el pasado, su respaldo a una política activa contra la influencia de China se alinea estrechamente con los objetivos estratégicos de la administración Trump.