Asesinatos, drogas e infidelidades: el juicio del siglo en Nueva Zelanda

Nueva Zelanda pone fin a uno de los juicios más mediáticos de su historia y cierra la historia de Pauline Hanna y el doctor Polkinghorne

Misterio de Pauline Hanna - Internacional
La difunta Pauline Hanna junto a su hijo adoptivo Facebook/ Ben Polkinghorne

El asesinato de Pauline Hanna, un caso que ha sacudido los cimientos de Nueva Zelanda, ha mantenido a la nación en vilo durante meses. En el centro de la tormenta mediática, el renombrado oftalmólogo Philip Polkinghorne, acusado de asesinar a su esposa. Polkinghorne ha sido finalmente absuelto de los cargos de homicidio tras un juicio que ha expuesto las sombras de la alta sociedad neozelandesa.

El caso que cautivó a Nueva Zelanda

La mañana del 5 de abril de 2021, el prestigioso cirujano ocular Philip Polkinghorne llamó a la policía para informar que había encontrado el cuerpo de su esposa, Pauline Hanna, en su casa del exclusivo suburbio de Remuera, en Auckland. Según él, la había hallado colgada. Un aparente suicidio. Sin embargo, la policía no tardó en considerar la escena como sospechosa. La investigación avanzó poco a poco, y no fue hasta 16 meses después que Polkinghorne fue acusado formalmente de asesinato.

El juicio, que ha durado ocho semanas, ha capturado la atención del público y los medios de comunicación en Nueva Zelanda. El caso ocupó titulares, llenó las gradas de la corte y generó horas de contenido en podcasts y blogs en directo. El juicio del siglo en el país oceánico. Las principales cabeceras del país, como el New Zealand Herald y Stuff, crearon una cobertura detallada día a día, mientras los ciudadanos se sumergían en el drama de un hombre que, a pesar de su prestigiosa carrera, llevaba una doble vida plagada de oscuros secretos.

La doble vida de Polkinghorne

El tribunal descubrió que el doctor Polkinghorne vivía una vida paralela. Además de ser un cirujano de renombre, tenía una adicción a la metanfetamina y mantenía relaciones con trabajadoras sexuales. La Corona, representada por la fiscal Alysha McClintock, argumentó que estas conductas, combinadas con problemas financieros y una relación marital tóxica, habían llevado a Polkinghorne a matar a su esposa y simular su suicidio.

Asesinatos, drogas e infidelidades: el juicio del siglo en Nueva Zelanda

Fotografía de la difunta Pauline Hanna | RNZ/ Melanie Earley

Uno de los testimonios más impactantes llegó de la mano de Madison Ashton, una escort residente en Sídney con quien Polkinghorne había iniciado una relación poco antes de la muerte de Hanna. Según las pruebas presentadas, Polkinghorne transfirió más de 100.000 dólares a Ashton. Mensajes eliminados de su teléfono indicaban que planeaban un futuro juntos. El tribunal también descubrió que, durante los cinco años previos a la muerte de su esposa, Polkinghorne había transferido un total de 300.000 dólares a otras seis mujeres, tres de las cuales eran trabajadoras sexuales.

Las pruebas también revelaron búsquedas en su teléfono móvil, realizadas días después de la muerte de Hanna, para informarse sobre “edema en las piernas después de una estrangulación” y “cómo eliminar datos de almacenamiento en la nube”. Estos elementos, junto a la eliminación de mensajes y registros de llamadas, alimentaron la narrativa de que Polkinghorne intentaba encubrir un crimen.

Un matrimonio roto

El juicio no solo puso de manifiesto los problemas personales de Polkinghorne, sino que también ofreció una ventana a las dificultades que Hanna enfrentaba en su vida. Ejecutiva en el sector de la salud, Hanna estaba a cargo de proyectos clave relacionados con el despliegue de la vacuna contra la COVID-19. Solía trabajar más de 100 horas a la semana. Esta presión se sumaba a la tormentosa relación con su esposo, quien según ella era un “adicto al sexo”. En grabaciones presentadas durante el juicio, Hanna confesó a familiares que, aunque sabía de las infidelidades de su marido, creía que él aún la amaba, a pesar del daño emocional que le causaba.

Por otro lado, se reveló que Hanna había luchado durante años con la depresión. Había intentado suicidarse en los años 90. Testigos de la defensa argumentaron que estos factores, sumado al estrés laboral, podrían haber conducido a Hanna a quitarse la vida. Y que todas las sospechas sobre Polkinghorne eran pura coincidencia.

La defensa y el veredicto

El abogado defensor de Polkinghorne, Ron Mansfield KC, centró su estrategia en desmantelar la narrativa en contra de su cliente. Mansfield alegó que no había pruebas forenses concluyentes que probasen que Polkinghorne había asesinado a su esposa. “No hay evidencia en la escena”, dijo el letrado. “No hay evidencia en el cuerpo. Esto tendría que haber sido el asesinato perfecto, y no lo fue. Es un fantasma.”

Dos patólogos forenses de la defensa afirmaron que la causa probable de la muerte de Hanna era el suicidio, y señalaron la ausencia de lesiones que indicasen una lucha violenta. El tribunal escuchó también a testigos que detallaron las luchas de Hanna con la salud mental, incluido su médico de cabecera, quien confirmó que la mujer había tenido pensamientos suicidas en 2019.

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Philip Polkinghorne comparece ante los medios tras ser declarado “no culpable” | 1News

Al fin, tras horas de deliberación, el jurado llegó al veredicto de “no culpable” y puso cierre a uno de los casos más mediáticos en la historia reciente de Nueva Zelanda. Sin embargo, la absolución de Polkinghorne no ha respondido a las preguntas ni al interés público del caso sobre su doble vida, pero al menos ha permitido al acusado declarar que ahora “puedo empezar a llorar a mi esposa y dejarla descansar en paz”.

La sociedad de Nueva Zelanda, cautivada por el morbo

El juicio de Polkinghorne ha sido una batalla legal, pero también un fenómeno mediático en Nueva Zelanda. James Hollings, profesor asociado de periodismo en la Universidad de Massey, señaló  en The Guardian que el grado de cobertura de este juicio fue inusual, atribuyéndolo tanto a la “temporada baja de noticias” como al atractivo de los detalles escandalosos del caso. “Tiene todos los ingredientes de lo que hace interesante un juicio: una figura de alto perfil, una muerte misteriosa y todos esos detalles sórdidos de trabajadoras sexuales y una doble vida”, comentó Hollings.

La combinación de una figura pública caída en desgracia, el uso de drogas, las infidelidades y una muerte inexplicable atrajo a miles de neozelandeses que siguieron cada detalle del caso con fervor. En un país con aproximadamente un homicidio cada cinco días, según las últimas estadísticas policiales, pocos juicios han capturado tanto la imaginación como este.

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