Venezuela vive sus horas más difíciles. Este viernes 10 de enero, antes de la hora programada, Nicolás Maduro se juramentó como presidente del país a pesar de no haber ganado las elecciones del 28-J ni de contar con el apoyo internacional.
No entró en Caracas finalmente el opositor Edmundo González Urrutia para ser investido. “Se trataba de un escenario increíblemente improbable. Incluso si conseguía entrar en el país y llegar a Caracas, no contaba con el apoyo de las principales instituciones del Estado. Para ser investido tendría primero que sacar del juego a Maduro y a Diosdado Cabello, y es difícil ver cómo puede hacerlo sin el apoyo de los militares”, explica a Artículo14 la experta Rebecca Hanson.
Hanson, que es profesora adjunta del Departamento de Sociología y Criminología y Derecho y del Centro de Estudios Latinoamericanos, es también directora del Laboratorio Internacional de Etnografía de la Universidad de Florida. Sobre la postura del próximo mandatario de EE UU respecto a Venezuela, la experta asevera que “aún no está clara cuál será”. Con todo, admite la experta, el magnate republicano “ya ha demostrado que no le importa trabajar con líderes autoritarios, e incluso los admira“.
-¿Cómo ha llegado Nicolás Maduro a esta importante fecha, a este 10 de enero?
-Venezuela celebró unas elecciones presidenciales muy esperadas el 28 de julio de 2024. El gobierno recurrió a una importante represión y a tácticas autoritarias antes del 28 para asegurarse la victoria. Por ejemplo, a María Corina Machado, actual líder de facto de la oposición, se le prohibió presentarse. Sin embargo, tras ser inhabilitada por el gobierno, Machado y la oposición acordaron apoyar a Edmundo González como candidato sustituto (después de que la primera opción de Machado, Corina Yoris, también fuera inhabilitada). En las primeras horas del 29 de julio, el CNE, la institución electoral de Venezuela, anunció que Maduro había ganado las elecciones con el 51,2% de los votos, mientras que González obtuvo el 44,2%. Esto contrastaba con los sondeos a pie de urna y la documentación que la oposición había recogido de alrededor del 40% de los centros de votación, que parecían mostrar que González había ganado con el 70% de los votos. La oposición cuestionó inmediatamente los resultados, alegando que no habían sido verificados. Los observadores internacionales también pusieron en duda la validez de los resultados. Las propias acciones del gobierno indicaban incluso un fraude flagrante. Por ejemplo, el CNE todavía no ha publicado el escrutinio, como exige la ley después de unas elecciones. El hecho de que el gobierno no esté dispuesto a proporcionar pruebas de su victoria pone en tela de juicio los resultados, especialmente porque en el pasado los gobiernos chavistas han publicado estos recuentos para demostrar sus victorias electorales.
En las semanas posteriores a las elecciones, la oposición publicó más del 80% de las actas de los centros de votación, que mostraban una victoria aplastante de González. Por supuesto, la oposición ha denunciado fraude electoral en el pasado sin pruebas reales que respalden estas afirmaciones (o incluso pruebas de lo contrario). Pero un trabajo asiduo antes y después de las elecciones permitió a la oposición aportar pruebas creíbles de que las elecciones del 28 de julio fueron fraudulentas. Estas pruebas han sido analizadas y evaluadas por la politóloga y experta en Venezuela Dorothy Kronick, quien escribe que “incluso una persona inclinada a dudar de la oposición venezolana puede también, sin ningún conflicto, creer que los datos de campaña [de la oposición] reflejan las papeletas emitidas por los votantes venezolanos el 28 de julio de 2024″.
Desde las elecciones, el gobierno ha llevado a cabo detenciones masivas de quienes, según afirma, participaron en acciones antigubernamentales, así como detenciones selectivas de personalidades políticas. Se han aprobado leyes que facilitan aún más el encarcelamiento, incluso por acciones como expresar apoyo a las sanciones. Pocos días antes de las elecciones, Caracas, la capital del país, había sido fuertemente militarizada, con policías y agentes de la guardia nacional con equipos antidisturbios apostados por toda la ciudad. En resumen, el gobierno anticipó la resistencia a la toma de posesión de Maduro y puso en marcha planes para prevenirla o sofocarla allí donde se produjera.
-¿Qué ocurrirá cuando Donald Trump llegue a la Casa Blanca? ¿Cuál será su postura sobre Venezuela?
-Aún no está claro cuál será la postura de Trump sobre Venezuela. Su candidato a secretario de Estado, Marco Rubio, siempre ha adoptado una postura de línea dura. En el pasado ha abogado por sanciones y ha criticado a individuos y grupos que promovían negociaciones y conversaciones entre Estados Unidos y Venezuela. Incluso ha pedido una invasión militar estadounidense de Venezuela. La nominación de Rubio sugeriría que Trump planea continuar con las mismas políticas que promulgó durante su primer mandato: sanciones selectivas y generalizadas junto con otras políticas para aislar a Maduro. Sin embargo, Trump ganó las recientes elecciones estadounidenses en parte por sus promesas de proteger la frontera y deportar a millones de personas del país. Su celosa postura en materia de inmigración ofrece incentivos para entablar un diálogo con Maduro. Las estrategias tanto para disminuir la migración fuera de Venezuela como para deportar a los venezolanos que ya están en EE UU serían más factibles si existiera un canal de comunicación abierto entre los países. Tiendo a pensar que Trump adoptará una postura más suave con Venezuela para tratar el tema de la inmigración. Ya ha demostrado que no le importa trabajar con líderes autoritarios, e incluso los admira. Sin embargo, la naturaleza caprichosa y errática de Trump hace prácticamente imposible predecir qué camino tomará.
-Convocados por María Corina Machado, los venezolanos salieron a las calles el jueves para manifestarse tanto en Venezuela como en las principales ciudades del mundo donde reside la diáspora venezolana. ¿Era esta la última oportunidad de la sociedad venezolana para mostrar un rechazo masivo al gobierno de Maduro?
-Sin duda, la toma de posesión de Maduro ha supuesto un potente pararrayos para la movilización, ya que la gente sigue enfurecida y con el corazón roto por las recientes elecciones robadas. Además, según una reciente encuesta citada por El País, casi el 50% de los venezolanos todavía cree que habrá una transición democrática del poder. Machado y González también han insinuado con frecuencia que todavía es posible una transición. Si esta encuesta es correcta, apunta a una razón por la que la gente acudió en masa el día 9: la esperanza. Después de la toma de posesión de Maduro será más difícil motivar a la gente a acudir a las manifestaciones, ya que será más difícil convencer a la gente de que hay esperanza de cambio en un futuro próximo. Esta no es la última oportunidad de los venezolanos para mostrar un rechazo masivo a Maduro, pero por esta y otras razones las protestas masivas en un futuro cercano parecen menos probables. Por ejemplo, dependerá de si el Gobierno decide o no reducir la represión policial tras la toma de posesión. Otro factor será lo que ocurra con Machado tras la toma de posesión. ¿Seguirá el camino de Juan Guaidó y otros líderes que han perdido la mayor parte de su capital político? ¿O encontrará la forma de mantener el entusiasmo, la esperanza y el apoyo político?
-¿Hay salida a la crisis venezolana a corto plazo?
-A corto plazo no, no lo creo. La coalición chavista no ha dado grandes muestras de debilidad y el Gobierno de Maduro ha tomado medidas en los últimos años para destituir (en algunos casos encarcelando) a quienes podían suponer una amenaza o no se creía que fueran leales. No hay indicios creíbles de que los militares estén interesados o dispuestos a volverse contra el gobierno. Y, en general, el gobierno está más consolidado ahora que hace unos años. Dado que un cambio de gobierno parece altamente improbable en este momento, creo que los esfuerzos de la oposición tras la toma de posesión deberían centrarse en construir nuevos espacios de resistencia y en apoyar los ya existentes, especialmente en sectores que desde hace tiempo desconfían de la oposición (con razón). Si la historia sirve de indicador, la oposición seguirá centrándose en sacar a Maduro de la presidencia. Sin embargo, si adoptan una estrategia a más largo plazo, quizás puedan crear condiciones más favorables para una transición en el futuro y estar mejor preparados para una transición democrática cuando ésta se produzca.