Escalada en Oriente Medio

Amina al Hassouni, de 7 años, entre la vida y la muerte tras el ataque iraní contra Israel

La pequeña víctima sufrió graves heridas en la cabeza. Se despertó y salió con el resto de la familia, pero cuando regresaron a casa recibió el impacto y cayó fulminada, según ha contado su hermano

Mujeres beduinas

Se calcula que unos 120.000 beduinos viven en aldeas no reconocidas en el Negev Efe

A medida que avanzaba la madrugada del domingo, las baterías antiaéreas y cazas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y de sus aliados lograron derribar la casi totalidad (99%) de los drones y misiles de largo alcance disparados desde Irán. Tras una larga noche de incertidumbre y tensión, los israelíes respiraron aliviados, conscientes de que, al menos por ahora, el ataque lanzado por el régimen de los ayatolás no iba a desencadenar una gran guerra regional.

Pese al incuestionable éxito de las defensas militares hebreas, se registró una única víctima de gravedad, que pasó mayormente inadvertida en los análisis posteriores al histórico ataque. Se trata de Amina al Hassouni, una niña de 7 años, perteneciente a la minoría árabe beduina del desierto del Negev. En total, se contabilizaron 12 heridos, así como daños materiales en dos bases de la fuerza aérea al sur del país. En total, cinco misiles balísticos lograron impactar en suelo israelí.

La víctima, que recibió el impacto de un resto de misil interceptado sobre el espacio aéreo israelí, sufrió un golpe directo en la cabeza, y desde la madrugada del domingo se encuentra ingresada en estado crítico en el hospital Soroka de Beer Sheva. El fragmento del proyectil iraní cayó directamente sobre su hogar familiar, en el poblado beduino de Al Fura’ah, cercano a Arad.

La niña dormía cuando empezó el ataque

“Cayó sobre nuestro tejado sobre las dos de la madrugada. Ella estaba durmiendo cuando empezó el ataque”, contó Mohammed, su padre. Según testimonios de paramédicos que operaban en la zona, se encontraron con el vehículo que transportaba a la menor herida, la subieron a una ambulancia, y empezaron a tratarla de urgencia de camino al hospital.

El resto de los heridos, residentes de la misma región, también fueron tratados en el centro médico Soroka, tras sufrir impactos de metralla, heridas mientras corrían a refugiarse o por ataques de ansiedad. Pese a que no se pudo confirmar, se estima que al menos ocho fueron heridos en el mismo incidente que afectó a la niña, que se debate entre la vida y la muerte.

Pese al exitoso derribo de los 170 drones, 30 misiles de crucero y 120 misiles balísticos iraníes, las comunidades beduinas del Negev sufrieron más que el resto de sus compatriotas. Estas localidades, que en su mayoría no son reconocidas por el estado, no disponen de infraestructuras básicas como electricidad, alcantarillado o servicios médicos y educativos. Por supuesto, tampoco tienen cuartos blindados en sus hogares -construidos con materiales muy volátiles-, ni refugios antibombas en espacios públicos.

Muertos el 7-O

El 7 de octubre, cuando Hamás lanzó miles de proyectiles contra territorio israelí en pocas horas, se produjeron víctimas mortales árabes precisamente por la falta de protección.

Según explicó Jihad, hermano de Amina, el volumen de las sirenas antiaéreas que precedieron al impacto sobre su hogar era muy bajo. Ello se debe a que deben confiar en el sonido que llega desde la vecina localidad de Arad, ya que en las villas no reconocidas no hay megáfonos. Al despertarse por el estruendo de la explosión, la familia Al Hassouni hizo lo que suelen hacer en estas situaciones: correr a zonas abiertas, ya que no les queda otra opción.

La pequeña “cae fulminada”

Amina se despertó y salió con el resto de la familia, y cuando regresó a casa recibió el impacto y cayó fulminada”, contó el hermano. Desde ese instante, permanece inconsciente, y los médicos tratan de reavivarla bajo los efectos de la ventilación y la anestesia.

Paradójicamente, el martes pasado las autoridades entregaron a la familia Al Hassouni una orden de demolición de su hogar. “Nos dijeron que disponíamos de diez días para derruir nuestra propia casa. Debo lidiar con todo esto mientras mi hija se encuentra en situación crítica. Nadie nos está ayudando”, protestó Mohammed. Y concluyó: “No tenemos protección, ni derechos. Quieren que derrumbe la única casa que tenemos”.

Reubicar a las comunidades nómadas de beduinos

Desde la fundación del estado de Israel en 1948, las autoridades han tratado de reubicar a las comunidades nómadas de beduinos en centros urbanos de nueva construcción, como Rahat, Hura o Lakiya. Pero muchos beduinos, recelosos de perder su estilo de vida tradicional, siguen rechazando la recolocación y reivindican su derecho a permanecer en las tierras donde erigieron sus comunidades. Se estima que unos 120.000 árabes del Negev -de un total de 300.000- siguen viviendo en aldeas no reconocidas en la región desértica.

Refugios antibombas

Tras el ataque de Hamás del pasado 7 de octubre, oenegés israelíes han aportado más de 200 refugios antibombas de hormigón armado a estas comunidades, pero se estima que harían falta miles para cubrir las necesidades de toda la población beduina. Probablemente, si Amina hubiera dispuesto de protección cerca de su casa, ahora no estaría luchando por salvar su vida.

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