Albania

Las albanesas que bendicen el centro de migrantes de Meloni

"Estoy contenta de que lo hayan abierto. Nos da trabajo", explica Yusi. La zona de Gjader, donde Italia ha construido el centro de acogida y deportación, en la frontera norte del país es eminentemente rural

Periodistas filman y toman fotografías mientras un barco de la marina italiana que transportaba migrantes interceptados en aguas italianas llega a Shengjin, Albania, el 16 de octubre de 2024. EFE/EPA/MALTON DIBRA

Varias mujeres entran y salen del centro de acogida y deportación de Gjader, en la Albania profunda, el lugar elegido por Italia para el famoso plan Meloni que Europa pretende copiar. Realizan sus turnos de limpieza, cogen su coche aparcado en la puerta, y se desvanecen. Muchas son de edad adulta y no dominan ni el italiano ni el inglés, intentan esquivar las preguntas de los periodistas que están en la puerta y gesticulan un poco molestas.

En general, ni ellas ni el resto de vecinos de la zona, esperaban la repercusión mediática que el campo italiano para inmigrantes ha generado. Su zona, llena de montañas y a 20 kilómetros del otro centro, de identificación, construido dentro del puerto de la ciudad vacacional de Shengjin, es como volver atrás en el tiempo.

 

 

Gjader es un pequeño pueblo de casas de planta baja que vive del campo, allí las últimas generaciones huyeron a Italia o otros países europeos para buscarse la vida. Se ven pocas mujeres y menos niños. En el bar un grupo de hombres beben un famoso licor altamente alcohólico del país. El ambiente está tranquilo, solo una manada de ovejas que atraviesa las cuarenta o cincuenta casas del municipio rompe el silencio. Una albanesa de 70 años sonríe a la forastera mientras vende algunas piezas de ropa usada a otras vecinas que aparecen un rato después. Allí me encuentro con Yusi, una mujer que ronda los 60 años y no habla nada más que albanés. Un vecino, que fue inmigrante en Italia, Ariel, hace de traductor. “Tengo muchas amigas que han sido contratadas para trabajar de limpiadoras allí dentro. Estoy contenta de que lo hayan abierto. Nos da trabajo”, dice. Ariel, añade en italiano, que esta es una zona muy pobre y la opinión de los vecinos está muy influenciada por esta cuestión.

“Las de la limpieza” son las únicas mujeres que entran y salen de este lugar inhóspito del que toda Europa habla. El acuerdo firmado entre Italia y Albania es muy estricto sobre el perfil de personas que pueden ser enviadas aquí. De hecho, incluso los hombres en edad adulta que provienen de países seguros, los requisitos para ser enviados a Albania, están en este momento en plena discusión. Aquí no pueden enviarse menores, hombres vulnerables ni mujeres, que son enviados a Lampedusa o a otros puertos italianos y pueden acceder al protocolo de acogida y solicitud de asilo habitual. Es por eso que ellas, las mujeres contratadas por Italia para el servicio de limpieza, destacan en el cuadro gris de cemento que constituye este lugar y que la oposición italiana ha comparado con un “lager”.

Comienza el turno

Un grupo de dos mujeres, que no quiere confesar su nombre, y que está a punto de empezar su turno se para un momento antes de entrar, confirman que están contentas y me piden que no siga porque les han insistido mucho en ser discretas. Esa es la tónica que rodea este lugar, casi nadie dice nada por el miedo de resultar incómodos mientras las cámaras de las televisiones internacionales hacen guardia en la puerta. Muchos son contratos temporales, confiesa una periodista albanesa que ha podido entrar en los últimos días dentro del centro. “Entendí que eran de aquí porque las escuché hablar entre ellas”, dice.

El desembolso italiano

Hasta el más mínimo detalle, sobre el papel, está incluido en la previsión de lo que Italia piensa gastar en el plan de 5 años que pone en práctica el acuerdo con Albania para la externalización migratoria. Son unos 653 millones en total entre los que se incluye la manutención durante todo este período, los sueldos de las personas que trabajarán allí, las subcontrataciones de servicios de todo tipo, como el transporte, la preparación de los juzgados romanos, que se tienen que informatizar para sostener las audiencias por videoconferencia que decidirán el futuro de los inmigrantes… El gasto aproximado al año de manutención ronda los 4 millones, entre los que están 400.000 euros al año en servicios de limpieza. En esa cifra se encierra el destino de algunas de estas mujeres que han encontrado en este acuerdo entre su país e Italia una oportunidad laboral en una zona especialmente deprimida.

Salario medio de 500 euros

En Albania la incorporación de la mujer al mundo laboral ha sido tardía y la discriminación salarial ha estado siempre presente en un país donde, además, el sueldo medio no llega a los 500 euros. Especialmente aquellas mujeres en edad más avanzada y que no han podido acceder a una formación, se ven a veces relegadas socialmente a trabajos pagados aún peor. En las inmediaciones de Gjader me encuentro con una adolescente de 15 años que habla perfectamente inglés, que dice haber aprendido viendo series internacionales. En ella el cambio general es evidente y la globalización le ha dado una oportunidad de tener un lugar en el mundo también a partir del lenguaje. Una ventana para salir de este lugar donde aún a cierta hora del día es raro ver a mujeres por la calle, y donde puede percibirse el peso de la tradición. Su imagen, vivaz y despierta, contrasta con la de las mujeres que en las zonas más rurales aún visten con un pañuelo en la cabeza.