Irán

46 años de resistencia: La inquebrantable lucha de las mujeres iraníes por la libertad

La batalla de las iraníes va más allá del hiyab. Exigen el fin de la opresión sistemática que impregna todas las facetas de la sociedad iraní

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Mujeres iraníes junto a un misil Etemad expuesto durante las celebraciones del 46 aniversario de la Revolución Islámica en Teherán, Irán Efe

Durante 46 años, las mujeres de Irán han estado al frente de una lucha implacable contra uno de los regímenes más opresores del mundo, una batalla que abarca desde el régimen autocrático del Sha hasta la actual dictadura teocrática. Su desafío, nacido de décadas de penurias y sacrificios, sigue ardiendo con fuerza, alimentado por una visión compartida: un Irán libre y democrático, liberado de los grilletes de la monarquía y la teocracia.

La revolución de 1979, concebida inicialmente como un camino hacia una mayor libertad, se convirtió rápidamente en un Estado teocrático que imponía estrictas leyes religiosas y recortaba drásticamente los derechos de las mujeres. El hiyab obligatorio, las restricciones en el empleo y la educación, y la omnipresente estructura patriarcal se convirtieron en símbolos de esta opresión. Sin embargo, lejos de silenciarlas, estas restricciones encendieron una feroz resistencia.

Mujeres iraníes

Una mujer mira a otra sin velo en las calles de Teherán

Las iraníes, siempre en primera fila

En los primeros años de la República Islámica, mujeres valientes desafiaron el velo obligatorio, arriesgándose a ser encarceladas y avergonzadas públicamente. Estos actos de desafío, a menudo sutiles pero poderosos, sentaron las bases de la lucha sostenida que continúa hoy. Los nombres de las mujeres que desafiaron valientemente al régimen -las que pagaron el precio más alto- se susurran con reverencia y alimentan las llamas de la revolución. Son las mártires cuyo legado inspira a una nueva generación a luchar por los mismos ideales.

Irán

Una mujer iraní pasa junto a un mural anti-EE.UU. cerca de la antigua embajada de Estados Unidos en Teherán, Irán

La lucha de hoy es diferente, pero igual de tenaz. Las protestas generalizadas que desencadenó la muerte de Mahsa Amini en septiembre de 2022, una joven detenida por presunta violación de la ley del hiyab, representan un momento decisivo. La muerte de Amini se convirtió en un catalizador que desencadenó una tormenta de protestas en todo el país. Las mujeres, en el centro de este movimiento, se han quitado el velo con valentía, coreando eslóganes que exigen libertad e igualdad. Su valentía se topó con una represión brutal, pero el movimiento “Mujer, Vida, Libertad” persiste aunque no sea tan explícito en las calles.

La lucha de esta generación va más allá del hiyab. Exigen el fin de la opresión sistemática que impregna todas las facetas de la sociedad iraní, desde la educación y el empleo hasta el acceso a la sanidad y la justicia. Sus demandas resuenan con el deseo más amplio de un Irán democrático, libre de las garras de un régimen que ha reprimido sistemáticamente la disidencia durante décadas.

Aumenta la violencia de género

En febrero, las mujeres iraníes han denunciado un fatídico aumento de la violencia de género en Irán. “Un espeluznante aumento de los feminicidios y la violencia doméstica en Irán ha causado la trágica muerte de al menos nueve mujeres, un bebé y dos niños en los últimos diez días“, denuncian desde el Comité de las Mujeres de los opositores NCRI. Tras detallar cómo se han sucedido todas las muertes violentas, la mayoría a manos de sus maridos, y los nombres de ellas, explican que “estos horribles asesinatos ponen de manifiesto la escalada de la violencia de género en Irán, donde las deficiencias jurídicas sistémicas permiten a los agresores actuar con impunidad”.

Una mujer compra un velo en una tienda del norte de Teherán, Irán. La venta de hiyabs se ha disparado

Es más, el artículo 612 del Código Penal del régimen de los ayatolás protege a menudo a los agresores. Padres, hermanos y maridos suelen librarse de castigos severos, perpetuando un ciclo de injusticia. “La persistente falta de aplicación de protecciones jurídicas sólidas no sólo pone en peligro a innumerables mujeres, sino que también refuerza una cultura en la que los crímenes de honor y la violencia doméstica permanecen trágicamente incontrolados“.

Desde marzo del año pasado, medios independientes han contabilizado que al menos 136 mujeres fueron asesinadas por miembros de su familia, una tendencia en aumento. Lo cierto es que alrededor de 74.000 mujeres han denunciado a sus parejas por abuso o violencia. Con todo, las ONG advierten de que las cifras podrían ser 100 veces superiores.

Las ejecuciones del régimen

Asimismo, en Irán está permitida la pena de muerte. Recientemente, varias ONG como Amnistía Internacional han dado la voz de alarma por el alto número de mujeres que han sido ajusticiadas. Sólo en 2024 fueron ejecutadas 31 mujeres, diez más que en 2023. Aunque el país que más personas ejecuta es China, se cree que es el sistema judicial iraní el que más mujeres liquida. La organización Iran Human Rights recuerda que en lo que va de año ya son 99 personas ejecutadas por el régimen iraní.

Una mujer sostiene un cartel con una fotografía del presidente iraní Ebrahim Raisi y la escritura ‘Asesino’ durante una protesta

La ONG también recuerda que la falta de garantías procesales y de juicios justos plaga el sistema judicial iraní, en el que “las confesiones obtenidas a menudo bajo tortura son el principal método para demostrar la culpabilidad, independientemente del género”. Además, “el poder judicial iraní está profundamente arraigado en el apartheid de género, donde la discriminación sistémica afecta a las posibilidades de las mujeres de tener juicios justos y aumenta su vulnerabilidad ante la pena de muerte”. La ONG explica que tanto el jefe del poder judicial como todos los jueces de los tribunales penales y revolucionarios con autoridad para dictar sentencias de muerte “son hombres, lo que garantiza la falta de imparcialidad de género en el sistema judicial”.

Los motivos para condenar a una mujer a la pena capital son diferentes. El más común es el asesinato, pero delitos como el tráfico de drogas o el incesto también pueden terminar en una sentencia a muerte. Asimismo, desde que se desataron las protestas por el movimiento “Mujer, Vida, Libertad”, también varias manifestantes han sido condenadas a muerte.

Mujer Vida Libertad

Mujeres iraníes pasan por una calle de Teherán, en el segundo aniversario de la muerte de Mahsa Amini

La resistencia continúa

Y es que la lucha está lejos de haber terminado. La respuesta del Gobierno iraní fue rápida y brutal, con detenciones generalizadas, censura en internet y violencia contra los manifestantes. Sin embargo, el espíritu de resistencia sigue intacto. Las mujeres siguen a la cabeza, demostrando un compromiso inquebrantable con su visión de un Irán libre e igualitario. Su lucha no es sólo por ellas mismas, sino por las generaciones futuras, una lucha para garantizar que los sacrificios de las heroínas caídas no son en vano y que el sueño de un Irán democrático se hará realidad algún día. Las antorchas de estas heroínas caídas arden brillantes, iluminando el camino hacia un futuro libre de las sombras de la dictadura.

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