Cuando se habla de las elecciones de Estados Unidos, se da por hecho que será un concurso de popularidad, en el que Donald Trump y Kamala Harris se juegan la victoria por una cuestión de números. Pero ese no es el caso; el sistema electoral de Estados Unidos es complejo y depende del Colegio Electoral, de manera que en realidad solo cuentan 538 votos. ¿Cómo es posible?
En el sistema electoral estadounidense, los ciudadanos no eligen directamente al presidente, sino que emiten su voto para elegir a los electores de su estado, que suman un total de 538. Estos electores son los que realmente votan para decidir quién ocupará la Casa Blanca. Para ganar, un candidato necesita asegurar al menos 270 de esos 538 votos, el “número mágico” que abre la puerta de la presidencia.
Cada estado tiene un número determinado de electores, basado en la suma de sus representantes en la Cámara y sus dos senadores. Esto significa que estados como California, con una población mayor, tienen más electores (54 en este caso), mientras que otros estados como Alaska o Vermont, con poblaciones pequeñas, solo cuentan con tres. Washington D.C., aunque no es un estado, también suma sus tres electores.
La mayoría de los estados utiliza un sistema de “el ganador se lo lleva todo”, en el cual el candidato que recibe más votos en el estado se queda con todos sus votos electorales. Esto implica que ganar por poco en un estado grande puede otorgar muchos más votos electorales que una amplia victoria en un estado pequeño. Sin embargo, Maine y Nebraska son excepciones, porque reparten sus votos de manera proporcional. En ellos, el ganador de cada distrito congresional recibe un voto electoral, mientras que el candidato que gana el voto general del estado obtiene los dos votos restantes. Este modelo es raro y fue creado para dar una representación más directa a la voluntad de los votantes en áreas con opiniones más divididas.
Los próximos pasos
Tras las elecciones, los electores se reúnen en sus respectivos estados durante el mes de diciembre para emitir oficialmente sus votos. Este año, la fecha será el día 17, el primer martes después del segundo miércoles del mes, según el calendario establecido. Y aunque los electores suelen votar según el candidato al que representan, no están constitucionalmente obligados a hacerlo. Estos casos de “electores infieles” son infrecuentes y rara vez afectan el resultado final.
Además, la composición de los votos electorales puede cambiar con el tiempo, especialmente tras los censos de población que se realizan cada diez años. Después del censo de 2020, algunos estados ganaron o perdieron electores: Texas, por ejemplo, ganó dos votos electorales, mientras que siete estados perdieron uno cada uno. Los cambios demográficos afectan el equilibrio del Colegio Electoral.
Si bien cada partido selecciona a sus electores antes de la elección general, el propósito de estas personas es simplemente reunirse y votar después de la elección para elegir al presidente y al vicepresidente. Suelen ser figuras del partido o personas que han mostrado su lealtad y dedicación a su formación política. No obstante, hay ciertas restricciones, como que miembros del Congreso y algunas otras figuras federales no pueden ser electores.
¿Qué pasa si empatan?
En el caso improbable de que haya un empate de 269 a 269 votos en el Colegio Electoral, la decisión pasa a la Cámara de Representantes, que elige al presidente entre los tres candidatos con más votos. Cada estado cuenta con un voto en esta elección, independientemente de su tamaño o número de representantes. En este caso, el Senado elige al vicepresidente, lo cual podría llevar a una presidencia y vicepresidencia de partidos opuestos.
Este extraño sistema del Colegio Electoral ha llevado a situaciones en las que un candidato gana la presidencia sin obtener la mayoría del voto popular, algo que solo ha ocurrido cinco veces en toda la historia de Estados Unidos. Uno de los casos más recientes fue en 2016, cuando Donald Trump ganó con 306 votos electorales, a pesar de que Hillary Clinton recibió más votos a nivel nacional. En 2020, sin embargo, Joe Biden ganó tanto el voto popular como el electoral, con un resultado de 306 a 232.
Lógicamente, este sistema no es popular. Según un sondeo de Pew Research de 2023, un 65% de los estadounidenses opinó que el presidente debería ser elegido por voto popular en lugar del Colegio Electoral. Se han propuesto enmiendas constitucionales para cambiar el sistema, pero requerirían el apoyo de dos tercios del Congreso y la ratificación de 38 estados, un camino difícil de recorrer. Realmente, el Colegio Electoral sigue en pie en parte porque los Padres Fundadores lo vieron como un sistema intermedio entre la elección directa por los ciudadanos y una decisión del Congreso.