CELEBRITIES

Yoko Ono, más allá de John Lennon: la biografía definitiva que rompe su estigma de “bruja”

A modo de exorcismo literario, el periodista David Sheff, amigo de la artista, traza en su nuevo libro el verdadero perfil de esa mujer, víctima de “una misoginia y un racismo clamoroso”

Yoko Ono y John Lennon. Fotografía: EFE

Estafadora, manipuladora, villana y, sobre todo, espuria felina que hipnotizó a John Lennon y provocó la ruptura de los Beatles. Así es como nos han dibujado a Yoko Ono (Tokio, 1933) a lo largo de los años, según David Sheff, autor de su biografía Yoko (Libros Cúpula). En el mejor de los casos, como una caricatura. La mayoría de las veces, como “la extraña mujer oriental” que se codeaba con Lennon . Y siempre, vilipendiada e ignorada como artista. De sus 92 años, solo 14 estuvo con él, pero le abrió las puertas a un tipo de felicidad hasta entonces inalcanzable. ¿Quién es realmente?

Yoko (Tokio, 1933) nació en la influyente y adinerada dinastía Yasuda. Su infancia transcurrió entre criados, educación de élite, palacios de verano y casas de invierno. Todo cambia cuando, en 1945, Estados Unidos lanza 1.665 toneladas de bombas sobre la ciudad. Postrada en cama, vio cómo el suelo se sacudía y la ciudad ardía en llamas. La familia se trasladó a una casita rural a medio terminar. Sin dinero y sin comida. Una noche de hambruna, decidió hacer una comida con aquello que les hacía felices. “Tumbados en el suelo, mirando al cielo a través de un agujero en el techo, íbamos diciendo al aire, en voz alta, los platos que conformaban el menú y usábamos nuestros poderes de visualización para sobrevivir”.

Fotografía: EFE

Este párrafo lo recoge Sheff en Yoko, cuyas páginas deshacen una imagen injustamente menospreciada como artista e injuriada como mujer. Su ejercicio de imaginación, todavía infantil, motivado por el hambre de su hermano menor fue el arranque de su arte conceptual. Casi veinte años después, en 1964, presentó por primera vez Pieza corte, una de las obras, para el autor, más escalofriantes y fascinantes del arte feminista. Arrodillada en el escenario, invitó al público a rasgarle la ropa con unas tijeras, cubriéndose los pechos con las manos a medida que las prendas iban cayendo.

Todavía hoy, sería difícil dar con un significado exacto y, aunque ha confesado que ha llegado a sentir temblores cada vez que la representa, proyecta un aura de confianza muy cautivador. Tras una vida dominada por el caos y la depresión, Yoko logró experimentar con John Lennon todas las emociones que siempre había anhelado: “seguridad, estabilidad y refugio en el amor”.

Se prometieron estar juntos para siempre. “Nunca había sido testigo de un amor como el suyo”, pensó Sheff cuando, tras la muerte del músico, se la encontró abatida en su dormitorio. También se dio cuenta de que nunca había sido testigo de un dolor como el suyo. Yoko le dijo que sentía como si las balas también hubieran impactado en ella. Y, sobre todo, la tragedia aumentaba su sufrimiento por Sean, su hijo. Pero quiso recuperarse y, como en aquella casita rural sin alimento, visualizó un futuro mejor.

Yoko Ono / EFE

Sheff es un prolífico periodista que realizó una de las últimas entrevistas significativas con John y Yoko para Playboy, y se hizo muy amigo de ella. Con esta biografía quiere derribar los prejuicios que todavía hoy tiene que soportar Yoko, identificada como villana de la historia y capaz de despertar tanto amor incondicional como odio fanático a causa del poco conocimiento de su trayectoria. A pesar de su amistad, no ha escatimado detalles ni blanqueado su historia. Relata sus intentos de suicidio, el secuestro y desaparición de su primera hija (nacida de su matrimonio con un promotor artístico), las infidelidades, su afición a la parapsicología o el dolor compartido por los abortos naturales.

A pesar de su desconsuelo, consiguió dar grandes pasos como artista, empresaria y música, aunque alguno tachaba su voz como un maullido. Asumió el deber de mantener vivo el legado de John, no como viuda, sino como un soldado que, igual que él, había luchado por la libertad, la justicia y la expresión personal. “Solía decir -escribe el biógrafo en sus páginas finales- que su único objetivo tras la muerte de John era sobrevivir. Lo cierto es que hizo mucho más que eso. Supo luchar contra la melancolía, la soledad y el miedo, y vivió momentos de enorme alegría”.

En 2003, con motivo de su setenta cumpleaños, organizó una fiesta con 200 invitados, entre los que se encontraban Lou Reed y Susan Sontag, y emitió un mensaje revelador: “La vida es maravillosa… De hecho, la vida, con el paso del tiempo, solo va a mejor”. Con los años, convirtió los traumas de su vida (la infancia marcada por la guerra, la desaparición de su hija Kyoko y el asesinato de Lennon), en un arte capaz de iluminar, instruir e inspirar. “Yoko -concluye Sheff- soñaba con un mundo mejor, y dedicó su vida a hacerlo realidad”.

Estos apuntes biográficos servirán al menos para rescatar su figura como referente artístico del activismo político a favor de la paz, la libertad de pensamiento y la lucha contra la discriminación. Si aun así alguien volviese a decirle “¡Bruja!”, daría la respuesta de siempre: “¿Y qué?”

TAGS DE ESTA NOTICIA