El ayuno intermitente es un tema de actualidad que parece haberse instaurado en la sociedad -especialmente entre las mujeres posmenopáusicas- por los beneficios que presenta para su salud. Hablamos de una estrategia para mejorar el bienestar, pero también para adelgazar…, y quizá precisamente por esta razón sea un método al que muchas recurren a última hora para perder esos tres kilitos de más antes de ir a la playa. Por eso es importante entender en qué consiste realmente el ayuno intermitente, así como sus ventajas y desventajas.
El ayuno intermitente es un tipo de ayuno que se aleja de la idea de las dietas tradicionales y se presenta como un patrón de alimentación centrado en cuándo comer, en lugar de qué comer. Hay varias formas de practicar el ayuno intermitente, entre las que se encuentra el “método 16/8”, que consiste en ayunar durante 16 horas y tener una ventana de alimentación de ocho horas cada día.
Qué necesitas saber sobre el ayuno intermitente
Uno de los beneficios del ayuno intermitente es la reducción de peso. Al limitar la ventana de alimentación, se disminuye la ingesta calórica total, lo que lleva al cuerpo a utilizar las reservas de grasa para obtener energía durante los períodos de ayuno.
Algunos estudios sugieren que el ayuno intermitente puede beneficiar la salud del corazón al reducir factores de riesgo como los niveles de colesterol total, LDL (colesterol “malo”), triglicéridos, inflamación y niveles de glucosa en sangre. Estos cambios pueden contribuir a una menor incidencia de enfermedades cardíacas.
El ayuno intermitente ha demostrado mejorar varios indicadores de salud metabólica, como los niveles de insulina y glucosa en sangre. Esto puede ser especialmente útil para personas con resistencia a la insulina o diabetes tipo 2. Investigaciones han mostrado que el ayuno puede aumentar la sensibilidad a la insulina y reducir los niveles de insulina en ayunas, mejorando así el control del azúcar en sangre.
Por último, el ayuno intermitente podría tener efectos neuroprotectores. Estudios en animales han mostrado que esta práctica puede mejorar la función cerebral y aumentar la producción de una hormona llamada BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), que promueve el crecimiento de nuevas neuronas y protege el cerebro de enfermedades neurodegenerativas.
Si analizamos los contras del ayuno intermitente, el desafío más evidente es el hambre. Durante los período de ayuno es muy normal tener antojos y estar prácticamente todo el día pensando en comida, especialmente al principio.
Algunas personas pueden sentir fatiga, debilidad y una disminución en el rendimiento físico y mental durante los períodos de ayuno, lo que puede afectar su vida diaria y su capacidad para realizar actividades físicas.
Además, si no se planifica adecuadamente, el ayuno intermitente puede llevar a deficiencias nutricionales. Por eso, es esencial asegurarse de que las comidas durante las ventanas de alimentación sean equilibradas y ricas en nutrientes.
Los expertos recomiendan comer cinco días a la semana de forma normal y restringir la ingesta calórica a 500-600 calorías durante dos días no consecutivos. Además, es necesario alternar entre días de alimentación normal y días de ayuno completo o con una ingesta calórica muy reducida. Otra de las pautas consiste en alternar entre días de alimentación normal y días de ayuno completo o con una ingesta calórica muy reducida.
Por último, es fundamental tener en cuenta que el ayuno intermitente no es adecuado para todos y la recomendación es consultar con un médico antes de comenzar cualquier régimen de ayuno.