Quien lleve tiempo sin entrar en X (sí, esa red social que antes se llamaba Twitter y que en algún momento, aunque nos parezca mentira hoy, no fue la cuna del odio) quizás se sorprenda si vuelve a abrir esa Caja de Pandora virtual en la que se ha convertido, pues desde que Elon Musk se hizo con ese lugar, como señala Mauro Entrialgo, autor de ‘Malismo’ (Capitán Swing, 2024) al igual que ocurre con las redes, “es un pozo de odio infinito”.
Cuanto más dañino sea el comentario, mayor engagement se genera en una red social cuyo algoritmo ha sido diseñado para que la gente haga un scrolling infinito. “Aparentemente es una plataforma convencional que ahora tiene políticas de moderación personalizadas. El propio Elon Musk está inculcado en la política de derecha radical. Por lo tanto, se está comportando mucho más como una plataforma hecha a medida, creada por la extrema derecha. Esto lo distingue significativamente de cualquier otra plataforma. Y es extremadamente tóxica, siguiendo un orden de magnitud peor sobre todo porque, si bien todavía tiene términos de servicio, no necesariamente los están implementando”, dice Joe Mulhall, encargado de investigación de Hope Not Hate. Es en esta red social en la que Musk se dedica a subir memes machistas y retuitea comentarios que aseguran que “las mujeres y “los hombres con poca testosterona” no son capaces de pensar libremente porque no pueden defenderse físicamente”. Es también ahí donde su ex, Grimes, ha defendido a la hija trans de Musk, a la que para sorpresa de nadie, él ataca. “Mi hijo Xavier está muerto: murió asesinado por el virus woke que nos acecha. Básicamente, me engañaron para que firmara documentos para uno de mis hijos mayores”, explicó al polémico psicólogo canadiense Jordan B. Peterson en una entrevista de dos horas. “Es algo malévolo, porque hablamos de niños que están muy por debajo de la edad de consentimiento. Es muy posible que los adultos manipulen a niños que están atravesando una crisis de identidad real haciéndoles creer que son del género equivocado. Prometo destruir el virus woke“, sentenció.
No sólo es machista y tránsfobo, sino que como jefe, es también una joya. En Space X mantuvo sexuales con una empleada, con una ex becaria y le pidió a otra de sus empleadas que tuviera sus hijos, porque Musk está empeñado en dejar el planeta lleno de sus genes, ya que se ofrece siempre a donar su semen. Según los medios americanos, en una cena comentó a una pareja que estaba teniendo problemas para ser padres que les podía donar su semen, algo por lo visto habitual entre los genios tecnológicos, ya que Pavel Durov, CEO de Telegram, ha dicho con muchísima tranquilidad que es padre de más de 100 hijos a través de las donaciones de esperma que ha hecho durante los últimos 15 años.
El artículo de ‘Wall Street Journal’ que habla de las problemáticas relaciones que Musk ha tenido con diferentes mujeres en su empresa cita mensajes de texto, emails y otros documentos, y la información que aparece en el artículo proviene de entrevistas a más de 48 personas. Por descontado, el equipo de Elon Musk piensa que el texto carece de objetividad alguna (él se negó a aportar, por cierto, sus declaraciones). Gwynne Shotwell, presidenta y directora de operaciones de SpaceX, dijo que los informes del Journal no reflejan en absoluto la cultura de SpaceX. “Las falsedades, las caracterizaciones erróneas y la historia revisionista de su correo electrónico pintan una narrativa completamente engañosa”, dijo. “Sigo asombrada por lo que este extraordinario grupo de personas está logrando cada día, incluso en medio de todas las fuerzas que actúan en nuestra contra. Y Elon es uno de los mejores humanos que conozco”, añadió en unas declaraciones apenas subjetivas. Es más: me imagino al propio Musk escribiéndolas desde el email de Shotwell, amordazada en la silla de al lado.
En 2022, Business Insider dio la noticia de que a una azafata que atendió a Musk en su jet privado le ofreció un caballo a cambio de un masaje erótico. “No es un hombre que acepte un no por respuesta”, reconoció por su parte su primera mujer, la escritora Justine Wilson. Y seguimos para bingo: la boxeadora Imane Khelif demandó a Elon Musk y a la autora de Harry Potter por ciberacoso tras polémica de género que vivió en París 2024, y es que el dueño de X se está asegurando de hacer del odio su arma, y en sus ataques las mujeres son
siempre sus dianas preferidas. “El silencio de las mujeres es su mayor enemigo”, escribió Stieg Larsson en ‘Los hombres que no amaban a las mujeres’ (Ediciones Destino, 2015), y por eso lo oportuno es decir en alto cada una de las barbaridades que Musk sulta por su multimillonaria boquita.