Aunque al pensar en el agua ponga sus ojos en una isla paradisíaca, hay que reconocer que nuestra fantasía erótica no viaja muy lejos. Se nutre por inercia de escenas de películas, de comentarios que escucha o de escenas de cine mil veces repetidas que permiten que el escenario ya lo tengamos armado. Unas palmeras, una bañera de masaje, una cascada de agua, la orilla del mar… La libido se enciende con solo imaginarlo. ¿Realmente el sexo bajo el agua es tan delicioso como nos lo pintan?
Deberían responder quienes ya han intentado emular el beso adúltero con revolcón incluido a la orilla del mar entre Burt Lancaster y Deborah Kerr en ‘De aquí a la eternidad’ (1953). Nos consta que son muchas las parejas que viajan cada año a la playa hawaiana de Halona Cove para entregarse a la pasión en remojo. Y nos consta también que la ejecución bajo el agua no resulta ni tan fácil como parece ni tan segura como suponíamos.
Hablemos, en primer lugar, de la postura y ese principio de Arquímedes que explica el empuje de un cuerpo sumergido en un fluido en función de su peso. En fin, que la flotabilidad y la erótica no siempre hacen buenas migas. Lo ideal sería no sumergir el cuerpo entero para encontrar el equilibrio del cuerpo sin que la mente -nuestro órgano sexual dominante- no tenga que distraerse en piruetas. Si es en la playa, habrá que tener también en cuenta la dichosa arenilla sobre nuestras partes íntimas, una invitada, por cierto, poco deseada que, para colmo, puede perforar el preservativo.
Aquí entramos en la siguiente cuestión: la seguridad. Además de las precauciones habituales, el sexo submarino exige un esmero extra para colocar correctamente el preservativo. Aunque parezca lo contrario, el agua complica la lubricación y con la fricción se puede romper fácilmente. Lo mejor es ponerlo cuando hay suficiente erección y fuera del agua.
De la sequedad nos pueden salvar los lubricantes. La humedad del agua a veces crea la errónea sensación de poder evitar la sequedad vaginal. Lo que ocurre es lo contrario. El agua elimina la lubricación natural.
Aunque parezca obvio, tampoco está de más recordar la importancia de la higiene íntima después del sexo con agua limpia y jabón neutro. Es un cuidado que conviene extremar, más si el agua no está del todo cristalina. Las bacterias que habitan en el mar pueden generar una infección. Igual ocurre con el agua de piscina, agravado con el riesgo de infecciones urinarias. Las mujeres sexualmente activas son más proclives a las cistitis de repetición y también a la aparición de hongos.
Ninguna de estas precauciones echa por tierra la idea del agua como una oportunidad fantástica para explorar el placer, pero hay que asumir que el medio acuático cambia las reglas en un encuentro íntimo. Ana Lombardía, psicóloga y sexóloga de We-Vibe, nos las resume en forma de pequeño manual que deberíamos guardar en la maleta de vacaciones:
- Seguridad. Asegúrate de que el lugar sea seguro para la actividad. No pierdas de vista que, dependiendo del lugar, la fogosidad del momento nos puede hacer caer en exhibicionismo, una multa o que levantemos las miradas y los móviles de los curiosos. No hay nada como buscar un lugar discreto.
- Siguiendo con la seguridad, considera que la profundidad del agua o las corrientes pueden suponer un peligro inesperado. Lo más útil es recurrir a posturas de pie y con algo punto de apoyo que aporte estabilidad al cuerpo.
- Mantén una higiene adecuada antes y después de la actividad para evitar infecciones. El agua de mar y las piscinas pueden contener bacterias y químicos. El agua, por tanto, no limpia las zonas íntimas y los virus y bacterias pueden encontrar un excelente caldo de cultivo.
- Lubricantes adecuados: El agua, insistimos, puede eliminar la lubricación natural, por lo que se recomienda el uso de lubricantes a base de silicona, que son resistentes al agua y duraderos.
- Protección: sí, también en el agua. Siempre es importante utilizar preservativo, tanto para prevenir un embarazo no deseado como una infección. En estos casos es importante ponerse el preservativo fuera del agua, para evitar que esta se cuele en el condón y, nunca mejor dicho, acaba aguándonos la fiesta.
- La comunicación abierta con la pareja es esencial para asegurarse de que ambos os sentís cómodos y seguros en este nuevo entorno.
- Utilizar juguetes, por ejemplo, en la ducha o en la bañera, puede ser muy sencillo y excitante. Lo único que hay que tener en cuenta es que sea sumergible e impermeable.
Con estas precauciones, solo queda disfrutar del placer sumergido.