ESTILO14

Por qué las comedias románticas son el Lexatín audiovisual que necesitamos

El éxito de 'Nadie quiere esto' demuestra una vez más que en tiempos de turbulencias emocionales, la posibilidad de bucear en historias de amor saludables es un alivio a prueba de apneas sentimentales

La serie "Nadie quiere esto". Fotografías: cortesía de Netflix

Cada temporada Netflix lanza una mini serie o una romcom que se convierte en el indiscutible éxito de la plataforma, demostrando así que la gente tiene ganas de encontrar en esas historias de amor un espacio de escapismo en el que por fin poder dejar durante una hora y media de lado la ansiedad, la presión y los miedos.

Las comedias románticas son una suerte de lexatines audiovisuales que distraen y enganchan, pero cuidado: eso no quiere decir que sean un género menor. De hecho, esa ligereza que se les presupone (por cierto: ¿desde cuándo es mala la ligereza?) y esos intentos de situar a las romcoms en un plano inferior al de los demás géneros se debe a que se vinculan tradicionalmente a las mujeres, y por eso se intenta echar por tierra la calidad de sus guiones y de su factura al tiempo que se ensalzan aquellas historias que se relacionan con los hombres. Como señala la Dra. Stacy Gillis, profesora de literatura moderna y contemporánea en la Universidad de Newcastle, la comedia romántica ha sido un “elemento básico de Hollywood desde la década de 1930”; y siempre ha tenido un “mercado muy específico de género”; al que se ha dirigido.

“Casi todo lo que está dirigido a las mujeres, tenga un punto emocional y rodee al amor romántico, incluso un libro sobre la familia en el que se habla abiertamente de sentimientos y afectos sin silencios, incomoda. De forma inmediata, se interpreta que está dirigido a mujeres. Eso ocurre también cuando las protagonistas son mujeres. Una película protagonizada por tres hermanas está dirigida a mujeres; si son tres hermanos, a mujeres y hombres”, explicó a Artículo 14 Alice Kellen.

Saber que todo va a salir bien es más necesario que nunca

En un mundo en el que las relaciones amorosas parecen estar siempre en jaque mate y en el que prácticas como el ghosting han hecho que ante cada latido sintamos miedo y desconfianza, saber que todo va a salir bien es más necesario que nunca, y por eso estas películas se convierten en un elixir de tranquilidad. Por descontado, los nuevos títulos se aseguran de abrazar la diversidad y comienzan a ponerle alguna zancadilla a ese amor romántico culpable de tantos quebraderos de cabeza, por lo que aunque dibujan una burbuja de irrealidad en la que resulta delicioso entrar, se aseguran de contar con algún elemento que no caiga en las peligrosas trampas que nos han hecho creer durante tanto tiempo que la vida amorosa es fácil y que comer perdices es factible, cuando la dolorosa realidad es que muchas veces, terminamos por escarbar restos en el tupper.

La mini serie Nadie quiere esto es el último éxito de Netflix. Cuenta con dos iconos de la televisión de los 90 (Kristen Bell y Adam Brody), por lo que para comenzar, la fórmula ya supone una mirada al pasado en el que triunfan la nostalgia y la tranquilidad, y los personajes han sido creados para gustar de forma inmediata.

Noah es un “rabino sexy”, un inteligente guiño al sexy priest de Fleabag, y ella la conductora de un podcast de sexo, es decir: ambos representan figuras que encajan en la cultura pop y saben responder a la actualidad. Por supuesto, la charla que mantienen cuando se conocen es una de esas golosinas que rara vez ocurren en la vida real y que al haber sido construidas en la mente de un grupo de guionistas consciente de nuestra sed de ingenio y para qué negarlo, conexión, resultan mágicas. Tampoco hace daño el hecho de que Brody y sus irresistibles rizos te hagan suspirar sin necesidad de que abra la boca, pero cuando lo hace, queda claro que no es el clásico hombre tóxico que a lo largo de la historia del cine tantas veces hemos encumbrado.

Por fin, el protagonista es “un buen tipo”, y me da cierto pudor reconocer que a estas alturas, conocer a alguien que no sea una ‘red flag’ andante (para ser tan anti taurina, siento una irresistible atracción por los capotes rojizos) es ya casi lo único que le pido al mundo. “Hay una simplicidad en el romance, o al menos en los sentimientos que estos dos personajes claramente tienen el uno por el otro desde el principio. Noah representa una cruda oposición frente a esos fantasmas y narcisistas que la propia Joanne conoce en la escena de las citas de Los Ángeles, a quienes critica descaradamente en su podcast. También representa una marcada comparación con otros intereses de comedias románticas que pueden haber ensartado lo que deberíamos encontrar atractivo y digno de desmayarse en una historia de amor”, asegura en Grazia UK Charley Ross. “Lo que vemos en Nadie quiere esto es un amor razonable, equilibrado y tranquilizador, no uno salpicado de altibajos vertiginosos. Las proclamaciones románticas combinadas con discusiones a gritos en la calle pueden ser entretenidas de ver por un tiempo, pero es más reconfortante –y un mejor ejemplo romántico– ver crecer un amor en un terreno relativamente sano”, añade. Ojo: “relativamente”, porque si queremos exigir a cualquier romance que sea 100% saludable, la decepción nos espera.

Ante la omnipresencia de las malditas situationships y ante ese miedo a sentir que nos ahoga, saber que hay espacio para un amor que pese a no tenerlo todo a favor, es saludable, gusta, calma y da esperanza. Y esto lo dice alguien que cree que tener esperanza es una carta delicada, porque cuando cualquier intento de relación o conexión implosiona (y suele ocurrir, no pequemos de inocentes), lamentas haber sentido cierta ilusión y no haberte dejado puesta esa coraza que te protege de ese arma de destrucción masiva que es el desamor. Quizás las historias románticas ajenas a bombas emocionales sólo habitan en Netflix y en las redes sociales, pero qué gusto poder sentir algo de tranquilidad aunque sea durante 90 minutos en los que poder fantasear con que las flechas de Cupido aciertan y no se limitan a dejarte heridas con su impacto. Por cierto, ¿puede alguien mandarme un Betadine, por favor?

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