Es muy probable que te hayas dado cuenta de que algunas de las revistas de moda más populares de nuestro país emplean la palabra “pija” como imán de visitas y de estilo. Si en algún momento ser llamado pijo molestaba a alguien, ahora hay una suerte de orgullo posh, como el que sentía Victoria Beckham en las ‘Spice Girls’ cuando su apodo de “La Pija” era su bandera. Mucho después, convertida en diseñadora de moda, sigue siendo una pija de campeonato, pero parece que le cuesta hablar abiertamente de la pudiente vida que ha tenido, como quedó claro en ese momento viral de la docuserie de Netflix ‘Beckham’ en el que su marido le obliga a reconocer que su padre le llevaba al colegio en un Rolls Royce tras haber ella intentando hacerse pasar por una adolescente de clase obrero.
Sin embargo, ni siquiera es fácil definir qué es ser pijo. La periodista Raquel Peláez así lo hace saber en ‘Quiero y no puedo: Una historia de los pijos de España’ (Blackie Books, 2024), un libro en el que comienza hablando del líder de Carmina Durante, Diego Ibáñez, quien acuñó el término “cayetano”. “Parece comprender que aunque no vaya vestido como un “cayetano”, sino con ropa de reminiscencias obreras, él mismo podía ser tildado de pijo. “Yo me veo desde fuera y digo, mira, un pijo. No por la forma de vestir, vaya, si llevo unas Quechua. Pero es que hay gente que la miras y piensas: pijo”. Diego Ibáñez parece haber capturado perfectamente una paradoja clásica de este siglo xxi en el que se libran batallas de imágenes y símbolos sin cesar: la enorme brecha que separa el ser del parecer y el querer del poder. Diego Ibáñez quizá quisiera parecer un salvaje músico curtido en los peores antros del rust belt pero su rostro aniñado, sus antecedentes familiares y su sinceridad para consigo mismo se lo impiden”, escribe Peláez. “Cuando insisto por enésima vez con la misma pregunta se carcajea y acaba diciendo lo que diría cualquiera: es muy difícil definir qué es exactamente un pijo. Está muy claro, pues, cuándo y quién le dio a «cayetano» la connotación de subclase pija. Trazar el momento en el que la palabra «pijo» se originó con su significado actual, sin embargo, es más complicado. Como también lo es saber qué es exactamente un pijo. Ni siquiera es fácil saber qué no lo es”, advierte.
De las palabras de la periodista se extrae la idea de que definir el pijismo es materia complicada, y las redes sociales coinciden en esta idea. “Ya hemos visto las modernas, las Cayetanas y ahora vienen las pijas, que no son lo mismo que las Cayetanas. ¿Qué tienen en común? Que todas llevan blazer, no tienen sudaderas con capucha, no se lavan el pelo porque no les hace falta o se lo lavan todos los días por lo que nunca se han visto el pelo sucio y tienen el pelo liso. El mínimo común múltiplo es este. Las piernas, las pijas chanel, son esas pijas que sobre todo visten Chanel, respiran Chanel y van siempre un poco overdressed, en plan “tía, vamos a tomar un Coka Cao”, y vienen con tacones en punta. Suelen ser altas, rubias y siempre llevan ondas en el pelo. Luego están las pijas del barrio de Salamanca: son la clase hechas chicas. Luego está la pija sencilla, esa que dices “vale, tiene dinero, pero tampoco intenta alardear”, salvo algún bolsillo de marca. Es una tía sencilla, va con jerséis de cuello vuelto… La pija Matrix destina el 100 % de su cuenta millonaria a prendas de color negro. Es una persona que si no hubiera nacido con tanto dinero, sería emo en 2014. Luego está la pija que no se nota, que va tan normal y corriente que piensas que es super normal pero de repente, la oyes hablar y tiene una s que dices “esta no ha pedido una beca en su vida”. Y luego está la pija de pega, que es una chica que no es pija pero ama ese estilo”, explica en un divertido vídeo de TikTok @almucarrion.
La estética ‘Neo-Posh Boy’ se ha puesto de moda gracias a miniseries como ‘Siempre el mismo día’, la serie ‘You’ y a la película ‘Saltburn’, que han rescatado ese aire posh que caracterizaba a la serie ‘Gossip Girl’. “La moda es cíclica y la gente suele hablar del ciclo de tendencias de 25 o 30 años, así que creo que ‘Saltburn’ está en la cresta de esa ola”, dice la diseñadora de vestuario Sophie Canale a ‘The Telegraph’. “Felix, al que da vida Jacob Elordi, captura perfectamente la estética del chico elegante de los años noventa con su actitud segura de sí mismo. Es genial y accesible, pero también hay un lado distante e inalcanzable en su personaje, que es lo que lo hace tan carismático”. Las pasarelas han sabido hacer un guiño potente a la estética posh desde las vertiente Balmoral con sus prendas preppy con estampado tartán y saludando a la estética cowgirl no desde ese ángulo kitsch que tantas veces tiene la tendencia, sino desde el de quien desde pequeña ha ido a clases de equitación, como Bella Hadid, que no sólo ha crecido inmersa en el privilegio, sino que ahora que sale con un cowboy (resulta que no sólo existen en Toy Story), lleva este look 24/7.
Porque ir de pija no es ya ir vestida como Tamara Falcó, sino darle un giro a la estética posh, pues el quiet luxury se ha encargado de hacer de la estética pijita de antaño el nuevo baluarte de quienes aman la moda “niña bien”, que ahora suma canallismo (negaré haber escrito esta palabra), que no “cayetanismo”, a las prendas más posh. Las camisas de Ralph Lauren pueden o no estar, pero en el caso de que así sea, sus cuellos estarán descolocados y se combinarán con prendas algo grunge. Ser pijo en 2024 no coincide con esa estética que enamora a las abuelitas más conservadoras cuando las visitas, pero sí mantiene algunos códigos de ese armario posh de antaño. En definitiva, supone seguir dando la vuelta a fórmulas que siempre han funcionado, una prueba más de que la moda siempre innova y es capaz de hacer que incluso las tendencias más conservadoras se atrevan con la transgresión. Supongo que ahora lo oportuno es terminar el texto escribiendo, en clave ‘Gossip Girl’, XOXO, ¿verdad? No me entero, os lo juro. Os lo juro. Porque los pijos juran mucho, ¿o me estoy liando?