ESTILO 14

Orgullo fake: la Generación Z presume de falsificaciones

Si antes era vergonzoso apostar por diseños falsos, ahora los más jóvenes se enorgullecen de ahondar en el mercado gris

Sarah Jessica Parker en 'And just like that'

Hubo un tiempo en el que llevar un bolso de imitación era un absoluto bochorno, algo tan inexcusable que ni ‘Sexo en Nueva York’ era capaz de justificar. La serie intentó dar cierto postín -no exento de guasa, claro- al mercado gris en un memorable capítulo en el que Carrie decide hacerse con Fendi falso. Para sorpresa de nadie, todo sale fatal, por más que en realidad, el Birkin que la actriz llevaba en la serie -lo supimos años después- era falso. Sin embargo, ahora la denominada “dupe culture” aplaude a las falsificaciones, y la mejor forma de hacerlo no es otra que presumir de esas compras fake en unboxings en los que valoran la calidad de las falsificaciones e incluso comparten tips para hacerse con las mejores. Un estudio descubrió que a medida que aumenta la percepción de la desigualdad de ingresos, los consumidores tienen más ganas de tener productos de lujo falsos por contribuir así a aportar un “valor igualitario”. Es decir: sienten que de alguna forma, tener falsificaciones les ayuda a restaurar la igualdad en la sociedad.

Encuestaron a 2.000 personas tanto en Estados Unidos como en Suecia para examinar sus percepciones sobre las jerarquías y sus pensamientos sobre la desigualdad para encontrar un nuevo impulsor de la compra de productos falsificados. “El valor igualitario aumenta la motivación de los consumidores para comprar productos de lujo falsificados más allá de su valor hedónico, utilitario, económico o de señal de estatus”, aseguraron los autores de este estudio. Diferentes análisis han descubierto que incluso cuando miembros de la generación Z o millennials pueden permitirse comprar un artículo de marca, casi un tercio presume de haber comprado intencionalmente una copia. La mitad asegura que se ha hecho con una imitación para ahorrar, mientras que el 17% dice que incluso si hubiera podido pagar el artículo genuino, habría apostado por una copia, al ser esta “una gran alternativa”.

Como indica un estudio realizado por la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), las empresas europeas perdieron aproximadamente 50.0000 millones de euros, perdiéndose como consecuencia unos 416.000 puestos de trabajo, encabezando el listado de productos falsificados la moda y la belleza. Mientras que la generación Z comienza además a propiciar el mercado de segunda mano, las plataformas expertas en la venta de productos con una segunda vida se esfuerzan por evitar que las falsificaciones aparezcan en sus herramientas. “Debido a la escasez, la demanda está superando cada vez más a la oferta y algunos artículos, especialmente los bolsos clásicos, están demostrando ser verdaderos ganadores en cuanto a reventa”, dice Björn Holzhauer, Experto en Marca en Vinted, “Los mitos y la idealización que rodean la creación también juegan un papel importante. Con algunos diseños en el color adecuado y en buenas condiciones, se puede obtener una ganancia inmediatamente después de la compra. Y la previsión de que los precios nuevos seguirán aumentando es prometedora. Al comprar moda de diseño de segunda mano, debes sospechar si un artículo buscado se ofrece a un precio inusualmente bajo”, asegura el experto, que especialmente online, recomienda comprar solo en plataformas que también ofrezcan verificación física del artículo. “Hay tantas falsificaciones bien hechas que solo los expertos altamente capacitados pueden reconocer. Ya no debes confiar únicamente en las bolsas de polvo, cajas y facturas, ya que incluso estos se falsifican muy profesionalmente”, aclara.

Según datos de Andema, España es el segundo país de la Unión Europea en consumo intencionado de falsificaciones a causa de la forma en la que han cambiado los hábitos de consumo, pues a raíz de la pandemia, las compras online se han impulsado y muchas firmas han optado por centrarse en las compras digitales, donde es más sencillo acceder a falsificaciones. Según los últimos datos de 2023 proporcionados por la EUIPO, el 20 % de los españoles admite haber comprado productos falsificados en los últimos doce meses.

A comienzos de año, TheRealReal puso en marcha una exposición en la que se mostraban falsificaciones tan sorprendentes que era ciertamente complicado, de no ser porque la exhibición iba sobre eso, saber que no se trataba de productos de marca reales. El objetivo, lógicamente, no era promover la venta de este tipo de productos, sino abrir el debate acerca de conversaciones que versaran sobre la autenticidad. Pero el hecho de que una de las webs de reventa más importantes del mundo pusieran en marcha una exposición sobre esta temática demuestra que hablamos de un tema muy en boga y que realmente preocupa a la industria del lujo. No es extraño: se estima que este mercado consigue cada año entre (ojo a las cifras) 1,7 trillones y 4,5 trillones de dólares al año, siendo por ello el negocio criminal más fructífero del mundo. El hecho de que entre estimación y estimación haya trillones de diferencia habla mucho del secretismo de este mercado. Tampoco ayuda que figuras como Tanner Leatherstein (su nombre real es Volkan Yilmaz), todo un experto en cuero, demuestre en sus vídeos la cantidad de bolsos de marca con precios astronómicos que en realidad, no tienen una calidad que justifique de ninguna forma esas cifras. Comprar falsificaciones es hoy tan fácil como pedir un Glovo, y como dice la experta en lujo y personalidad de internet Cassie Thorpe, los motivos por los que ahora los fakes son tan aceptados son los altos precios de las piezas de marca, la calidad de las denominadas superfakes y la disponibilidad de las mismas en la red, por lo que el estigma y la vergüenza que hacía a muchos antes actuar en secreto ya no existe.

Este creciente mercado se apoya además en la fuerza de los creadores de contenido, pues como señala el medio ‘Wired’, gracias a ellos, las aplicaciones chinas de fakes han aumentado su facturación un 26% en 2023. Si las redes sociales funcionan ahora como escaparte y la vergüenza se ha extinguido, ¿cómo no van a triunfar esos diseños que cuestan poco más de cien euros cuando los reales superan los mil? En tiempos como estos, ¿tiene sentido pagar tanto por un diseño de marca? La respuesta en realidad, o quizás la pregunta, es otra. ¿Por qué compramos lujo? Porque si a quien le gusta el lujo ya no valora nu la calidad ni la historia de la marca, entonces, tal vez tenga más sentido que recurra a firmas ajenas a la alta gama. Porque lo que le gusta no es el lujo, sino presumir, y ya vemos que ahora se puede presumir incluso de lo que antes se escondía.

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