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No va a quedar nada de todo esto

Vivimos tiempos convulsos para la cultura y el patrimonio. También para nuestra identidad. Un momento donde parece que la novedad se corona ante lo emocionalmente vivido. Un momento quizá fruto de la inmediatez que nos está alejando cada vez más de nuestro patrimonio cultural, de la importancia de la conservación y también, por qué no decirlo, de nuestra esencia. Hoy y tras tiempo de reflexión les quiero hablar, entre otras, de una exposición fruto del interés desinteresado de una persona por salvar el patrimonio gráfico de nuestras ciudades que se está expoliando a la vista y complacencia de todos.

La exposición No va a quedar nada de todo esto, organizada por Paco Graco, quien con su equipo de voluntarios a los que ya se suman hasta vecinos, se han dedicado a dar la voz de alarma cada vez que un negocio histórico echa el cierre, aprovechando para reunir y rescatar sus rótulos, así como elementos gráficos de comercios históricos madrileños que ahora y gracias a esta expo, son salvados del olvido. Lejos de ser un simple ejercicio de nostalgia, esta muestra pone el foco en la pérdida de un patrimonio visual único, que definía la identidad de barrios enteros y que, con cada reforma o demolición, desaparecen para siempre.

El diseño gráfico que Paco Graco rescata (y conserva para nuestra historia) tiene algo que muchas de las tendencias actuales carecen: historia, patrimonio y autenticidad. Cada rótulo y cada detalle gráfico de antaño se creaban pensando no solo en su funcionalidad, sino en la huella que dejarían en las calles y en la memoria de quienes los veían. Este nivel de detalle y personalización ha sido sustituido por una homogeneidad abrumadora, la misma que hoy marca también las remodelaciones arquitectónicas de las casas históricas en las grandes ciudades.

Así pues, vemos al mismo tiempo un paralelismo y un claro ejemplo de que esta tendencia se está imponiendo en ciudades como Madrid, donde una mayoría de “nuevos ricos” reforman a precios desorbitados viviendas emblemáticas despojándolas de toda su historia, su esencia, sus frescos, suelos hidráulicos, molduras centenarias y en definitiva de todo aquello que les hacía únicas, para imponer una estética genérica basada en pladur, materiales prefabricados y luces empotradas. Estas casas pierden con cada reforma no solo su carácter, sino también el valor añadido de su historia, aquello que les hace únicas y que sin duda, les da el valor y la identidad real. Podríamos decir que hablamos de una paradoja cruel: en nombre de la modernidad, o más bien de la inconsciencia y falta de cultura, destruimos aquello que nos conecta con el pasado y que, a menudo, resulta ser mucho más moderno y rompedor que las novedades efímeras sin identidad del presente.

La obra de Paco Graco nos recuerda, una vez más, que el mejor diseño ya fue inventado, especialmente en España. Una magnífica exposición que nos invita a reflexionar sobre el hecho de que conservar es un acto mucho más inteligente y valioso que destruir para crear algo nuevo. Rescatar un rótulo comercial, un suelo hidráulico o un fresco original no es un ejercicio de nostalgia, sino una apuesta por una estética que, pese al paso del tiempo, sigue siendo innovadora y profundamente conectada con nuestra identidad cultural. Todo un acto de rebeldía y mecenazgo que todos podemos y debemos hacer.

El valor de exposiciones como ‘No va a quedar nada de todoesto radica en su capacidad para detenernos y obligarnos a mirar lo que estamos perdiendo. Y al mismo tiempo nos advierte de que, si seguimos por este camino, lo único que quedará serán ciudades homogéneas y desprovistas de alma, donde no se reconozca ni un rastro de su historia.

Proteger el patrimonio gráfico, arquitectónico y cultural no es solo una cuestión estética, sino un compromiso con nuestra memoria colectiva. La verdadera modernidad está en valorar y preservar lo que ya tenemos, porque muchas veces, lo que parece antiguo es más actual y relevante que cualquier novedad. La lección de Paco Graco es clara: aún estamos a tiempo de conservar lo que nos hace únicos, antes de que, como bien dice el título de su exposición, no quede nada de todo esto. Valoremos nuestra historia y no despreciemos aquello que nos hace únicos. No renunciemos a nuestra valiosa identidad gráfica y patrimonial, por favor. Recuerden que es trabajo de todos.

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