SEX O NO SEX

Necesito mi espacio: cómo marcar distancia sexual para fortalecer la relación

Las redes sociales han viralizado un fenómeno que resumen con la expresión ¡Ick! (¡puaj!), común en personas que, de repente, rechazan a su pareja. La situación no es irreversible

Llegan noticias de una de las parejas más mediáticas del planeta, los duques de Sussex. A uno y otro lado del Atlántico, los tabloides especulan: ella se está rearmando para un nuevo asalto a los Windsor, él siente morriña palaciega y, lo más repetido, los dos necesitan marcar sus respectivos espacios. Tomando el lenguaje de las redes sociales, quizá la expresión que mejor definiría su estado sería ¡Ick! (algo así como ¡puaj!). No alarmemos, todo requiere su explicación y es muy común en las relaciones de larga duración.

Meghan Markle y el príncipe Harry pasaron su larga y dulce luna de miel, se mudaron a Montecito a cumplir sus expectativas vitales y, a punto de alcanzar los siete años de matrimonio, podrían estar atravesando ese punto de inflexión tan frecuente en las relaciones de pareja. En torno al séptimo año se produce una crisis severa debido al desgaste, el estrés y el desencanto. El halo rosa que envolvía a la pareja empieza a decolorarse y el primer elemento que se resiente es el sexo. Del amor a ese rechazo que llega en forma de ¡Ick! hay un paso apenas perceptible.

Aparentemente todo está bien, pero, de repente, un gesto que antes parecía tierno se vuelve molesto. Se conoce también como síndrome de la repulsión súbita. No hay un motivo claro que pueda achacarse a este declive sexual. Aunque el detonante sea nimio, es la consecuencia de una situación de hastío o de la necesidad de redefinirse por separado, pero sin llegar a una separación formal. Lo mejor en estos casos es marcar una distancia que permita echarse de menos tanto como ahora se echan de más. Si se hace bien, la relación saldrá fortalecida.

El psicólogo Antoni Bolinches, autor de El sexo sabio, lo llama ahorro sexual. O sea, si solo uno de los dos desea al otro, lo mejor que puede hacer es “guardar una parte de su deseo, porque si no corren el peligro de quedarse sin existencias”. En sexualidad tan malo es quedarse corto como pasarse. “Puestos a elegir, siempre perjudica más el exceso que el defecto, porque mientras que el exceso consume el deseo, el defecto lo alimenta”.

Durante este tiempo de distancia física, cada uno reflexiona sobre su actitud y delimita qué le provoca rechazo. En ese espacio propio cabe tiempo para pensar, descansar o retomar esas actividades que uno va descuidando al vivir en pareja. El resultado es un bienestar que repercute en la relación reforzando el vínculo.

El problema es cuando solo uno quiere despegarse y esa necesidad despierta celos, pérdida de confianza o malestar. Para Bolinches, la clave está en la comunicación y equilibrar intereses para seguir creciendo como personas, pero sin descuidar la relación. Mientras, la peor actitud que uno puede tener con su pareja es el hostigamiento y la insistencia sexual. Es preferible limitarse a un contacto cálido y a un acercamiento emocional que irá creciendo de manera natural a medida que cada uno gana confianza en sí mismo. De esa unión emocional es más fácil que renazca el deseo, la búsqueda física y el impulso de una relación íntima. Todo esto es importante cuando existe compromiso e interés por mantener el vínculo matrimonial, independientemente de los altibajos.

Para cederse este espacio individual es necesario hablar y perder el pudor para tratar asuntos incómodos. Detrás de ese algo que desencadena el ¡Ick!, preludio del rechazo físico, puede haber discusiones frecuentes, enfriamiento de la relación por descuido, ansiedad por problemas cotidianos o económicos, un cambio corporal de uno de los dos, una enfermedad, disfunción eréctil, vaginismo o diferencias en cuanto a apetito sexual.

Bolinches menciona también la falta de habilidad para distinguir privacidad e intimidad. “Esa confusión es la responsable de una de las principales fuentes del deterioro de la libido en la pareja estable. Al solapar los conceptos se comete el error de considerar que la vida íntima debe abarcar cosas que deberían formar parte de la esfera privada”. Es el caso de las personas que confunden la confianza con la falta de respeto y se comportan indecorosamente en presencia de la pareja con el argumento de que hay confianza. Y ya sabemos que, a veces, donde hay confianza hay también ¡Ick!

Merece la pena delimitar ese espacio físico y temporal en el que uno valora cómo ha evolucionado su deseo sexual, cómo se ha transformado su cuerpo y el de su pareja o cualquier otro asunto que considere de interés. Una vez que identifica y acepta estos cambios, el siguiente paso es mantener una conversación abierta y honesta con la pareja. Puede ser una oportunidad para recuperar la ilusión perdida y enriquecer nuestra vida sexual con nuevas formas de placer y conexión.

“Se necesita un equilibrio entre lo que deseamos hacer, lo que nos podemos permitir y lo que podemos aceptar”, indica Bolinches. El psicólogo insiste en que la pareja requiere de múltiples cuidados para pervivir, ya que además de la compatibilidad de caracteres y de un proyecto de vida más o menos convergente, es necesario también que exista el nivel de sintonía suficiente como para satisfacer a ambos sin llegar a saturar ninguno.

Hay matrimonios que, en lugar de cederse ese espacio oportuno, con el tiempo acuerdan una relación que el psicólogo estadounidense Robert J. Sternberg llama amor vacío. Es decir, amor sin intimidad ni pasión. Solo compromiso mutuo de mantener la unión, muy lejos de lo que él considera el ideal, el amor consumado, en el que existe intimidad, compromiso y pasión. El problema es que sin besos, caricias y encuentros íntimos es complicado que la relación progrese. Si además es unilateral, genera mucha frustración en la otra persona.