La actualidad tecnológica no deja de sorprendernos, Elon Musk tampoco. El polifacético empresario americano es, hoy por hoy, el hombre más rico del mundo. Su fortuna estimada en más de 220.000 millones de dólares puede fluctuar, miles de millones para arriba o para abajo, de un día para otro. Calcular el valor real de sus activos es imposible, dado que suben y bajan, en cuestión de minutos, en función de sus intervenciones.
Hace unos días y como viene siendo habitual, Musk montó un golpe de efecto mediático, una gran fiesta. Invitó a la “crème de la crème” de la prensa americana, a amigos y a profesionales de la ingeniería. A la par que presentar uno de sus principales proyectos, un taxi sin chófer y eléctrico, su objetivo era sorprender a todos con la presencia de máquinas con apariencia humana. Aparecieron unos androides muy audaces, capaces de contestar a preguntas y caminar sin tropezarse con la gente. Con una altura superando el metro setenta y un peso por debajo de los sesenta kilos, se trataría de una enorme proeza tecnológica, tanto en la forma como en el fondo.
El padre del invento destacó que sus robots eran seguros y eficientes, anticipando su inestimable ayuda en hogares y entornos laborales. Podrían realizar una serie de tareas nunca vista hasta la fecha menos en el cine o en una novela. De ahí quizás que su diseño también se inspire descaradamente en Yo, Robot una película con Will Smith de protagonista. Ni para el nombre del evento (We, Robot), Musk se comió mucho la cabeza.
Sin embargo, durante el evento y luego en la prensa, surgió una fuerte controversia: ¿los robots presentados eran realmente autónomos?, ¿o controlados de forma remota?, ¿se trataba de unas personas disfrazadas? Acercándonos a Halloween, hubo todo tipo de teorías.
¿Avance tecnológico u bluf del siglo?
Como era de prever, el evento generó gran entusiasmo entre los fans de Tesla y hasta un cierto asombro en la comunidad científica. Conseguir tan pronto este nivel de inteligencia artificial representaría un inmenso salto en términos de robótica.
Sin embargo, poco después de la presentación, comenzaron a circular especulaciones en redes. Varias opiniones de expertos coincidieron en que esos “robots” podrían no ser tan listos. Videos del evento mostraban sus suaves movimientos que, para muchos especialistas, parecían demasiado fluidos e incompatibles con los avances actuales. Esta observación llevó a la hipótesis de personas disfrazadas o de robots controlados a distancia. Estos comentarios avivaron la polémica, y muchos empiezan a dudar de la autenticidad de la cita.
Musk no se calla
La controversia no solo gira en torno a los robots, sino también a la credibilidad de Elon Musk y algunas de sus anteriores visiones y promesas tecnológicas. A lo largo de los años, Musk ha prometido alcanzar pronto unas metas (demasiado) ambiciosas.
Como en anteriores ocasiones y fiel a sus principios y valores, Musk respondió rápidamente a las acusaciones. Aseguró que los robots presentados eran reales y que su desarrollo estaba ya muy avanzado, que sus movimientos naturales se debían a la sofisticación de los algoritmos y sus nuevos sensores.
Éxitos innegables y polémicas habituales
Esta polémica coincide en el tiempo con el reciente lanzamiento y posterior aterrizaje del SpaceX, un cohete capaz de volar al espacio y regresar a su rampa de lanzamiento, suponiendo un gran ahorro de costes, una proeza técnica colosal y para Musk, un gran futuro comercial.
Como ocurre con muchos logros tecnológicos de gran escala, algunos escépticos han sugerido que podría ser otro engaño. Sin embargo, hasta la fecha, no existen pruebas tangibles que respalden dicha teoría. El éxito de SpaceX ha sido convalidado por varios científicos, ingenieros y organizaciones como la NASA, colaboradora habitual de Tesla en sus misiones al “más allá”.
Un juego en el que no se pierde nunca
En eso de “una de cal, otra de arena”, Musk se lleva la palma. Es como ese político que “cada vez que habla, sube el pan” pues lo mismo, solo que Musk en su caso, llevaría ya un año siendo panadero.
Mezcla auténticos logros tecnológicos e incrédulas hazañas, a la vez que anticipa ágilmente los movimientos posteriores a sus declaraciones, en bolsa.
Independientemente de si los robots de Elon Musk son auténticos o no, lo cierto es que los saraos de Musk consiguen siempre mantener a su empresa en el centro de la conversación (y de la inversión). Mientras intentamos elucidar, nosotros los humanos llanos, si era verdad o falso, podemos llegar a una conclusión con este nuevo caso. No es la primera, ni la última vez, que Musk jugará con nuestra ingenuidad y la de medio planeta, mientras él verá sus acciones subir en bolsa. Tened por seguro que siempre le saldrá a cuenta.
Lo cierto es que seguirá siendo, en la próxima década, una figura clave en todos los debates sobre tecnología de vanguardia, como lo fue en su día un auténtico genio austriaco llamado Nikola Tesla, a quién le “usurpó” la marca.