Bárbara Rey y un Rey, el rey Juan Carlos. Lo que era un secreto a voces acaba de salir a la luz gracias a unas fotografías publicadas en la prensa holandesa. Un beso, más tierno que pasional, y unos arrumacos entre el antiguo monarca español y la artista con las piernas más bonitas de este país, han causado un gran revuelo mediático de dimensiones inimaginables. ¿Con qué intención y quién está detrás de la publicación de las fotografías hechas presuntamente por el hijo de la bella Bárbara con 11 años de edad? ¿Es también Ángel Cristo a través de su representante, Álvaro García Pelayo, la persona que vende las fotos a la prensa? ¿ Y por qué ahora? Justo cuando el monarca no reinante va a publicar sus memorias en francés, para que “no le roben la historia”.
Las fotos sirven sobre todo para ver lo guapa que estaba entonces la artista de Totana y para acabar con el misterio que desde hace tiempo rondaba sobre su romance, un romance de ida y vuelta que no acabó bien. Los protagonistas, dicen, no se hablan a día de hoy.
El romance existió y las fotos lo documentan. Igual que las imágenes filtradas de otra de las mujeres importantes en la vida de Juan Carlos I, Corinna Larsen. La más importante quizás si consideramos el dato dicho por ella misma de que “quería separarse de la Reina Sofía y casarse con ella”. El amor profundo que sintió por la joven y bella alemana, que tenía la edad de sus hijas y le costó la corona, fue determinante en la última etapa de su vida. Con ella compartió casa y vivió muy cerca del palacio durante varios años.
Las fotos con su hijo menor cocinando una paella en el jardín de la residencia donde se escondía Corinna cuando era la pareja anónima y clandestina del ex monarca, son reveladoras. No hay beso como en las de Bárbara pero sí hay química y quizás amor, mucho amor. Porque es la única manera de entender ese movimiento en la vida del hombre que protagonizó el paso de la dictadura a la monarquía parlamentaria en este país. Con Bárbara en sus casas, la del servicio secreto y la propia, tenía convivencia hogareña. Y sabemos que en una ocasión le tocó un pecho y eso a Juan Carlos I le perturbó tanto como para confesarlo al CNI, CESID de entonces. Se amaron hasta que ella se casó con el domador de fieras Ángel Cristo, con quien acabó muy, muy mal, por cierto. Con el Rey hubo segunda vuelta y no salió bien. Dos décadas de idas y venidas que se resumen en fotos de la prensa holandesa que se tomaron en 1994 como un seguro de vida para lo que pudiera pasar. Bárbara siempre necesitaba dinero.
Dos rubias muy rubias, y alguna más
Dos rubias muy rubias, Corinna y Bárbara, en diferentes momentos de su vida. Entre ambas, otro nombre propio importante: Marta Gayá. La discreta decoradora mallorquina con quien tuvo un intenso romance y la más importante, según dicen que él dijo. Gayá apareció en portada de la prensa española en 1992 por primera vez como un elegante rumor mallorquín.
Pero su amor más inocente fue con Olgiña de Robilant, condesa, periodista italiana y celebrity internacional. Su romance real fue en los años 60 durante la etapa académica militar de Zaragoza del entonces príncipe Juan Carlos, donde acaba de estar su nieta Leonor. Hay cartas de amor de entonces que documentan el inofensivo romance. Cartas donde Juan Carlos I confiesa que no es la adecuada para casarse, que es mejor Gabriela de Saboya. Princesa bellísima, confiesa a quien le pregunte su amor con Juanito, el hijo de los Barcelona que vivía en Portugal exiliado, como su familia. Compartió infancia con él en Estoril y disfrutaron de la rebeldía de juventud juntos. Ella puso más resistencia y el noviazgo no salió adelante, pero Juanito estaba loco por la hija de los ex monarcas de Italia.
Poco después apareció doña Sofía en escena y se casaron en 1964, en Atenas, por amor y por deber, precisamente en la misma catedral que este sábado se casa su sobrina Teodora; una boda por el rito ortodoxo.
Una vida sentimental intensa y apasionada
Hay varios nombres confirmados y algunos desmentidos, pero siempre hay muchas sospechas sobre romances en la clandestinidad. Con la guapa reportera gráfica de la revista Tiempo, Queca Campillo, dicen que el rey Juan Carlos también vivió un intenso romance, originado por los encuentros de tipo profesional porque como ella era fotógrafa acudía con frecuencia al Palacio de la Zarzuela. Según la propia Queca reveló, los encuentros eran en ocasiones en una furgoneta en El Pardo y se trataba sólo de amistad.
Sol Bacharach, una abogada valenciana y profesora de universidad, es la más desconocida de todas las relaciones del ex monarca. De hecho, fue la propia Corinna Larsen quien la puso sobre la mesa cuando explicó que don Juan Carlos mantuvo durante tres años una relación con ella. Según el rey Juan Carlos, “Sol era la bomba”, al menos eso dijo Corinna a la prensa.
Larsen es la mujer que sin duda rompió los esquemas al ex monarca cuando le sedujo al conocerse a través de amigos comunes, como su propio ex marido. Fue la más importante de sus aventuras amorosas pero no la que le hizo más feliz. La felicidad la encontró con Marta Gaya, la discreta decoradora con quien viajaba a Suiza cuando el Gobierno no le encontraba para anunciar el fallecimiento de Paco Ordóñez. “El rey no está”, fueron las palabras del presidente Felipe González a la prensa cuando le preguntaron por el sustituto de Francisco Fernández Ordóñez. Se empezó a tambalear algo en ese momento. Le pidieron que cesara esa conducta pero él respondió “nunca he sido tan feliz”.
Quizás hasta que llegó la guapa Corinna Larsen a su vida. Princesa por matrimonio y lista de nacimiento. El rey le regaló 65 millones y ella le llevó a juicio porque, dice, temió por su vida y la que iba a ser su reina resultó destronándolo.
Mientras tanto, el rey regatea estos días, a la vista más tranquilo que nunca, desde un rincón de Galicia donde piensa dar una cena para 30 amigos del alma en casa de Pedro Campos, su anfitrión. Por cierto, con el ex de Corinna como invitado.