Si algo nos ha dejado claro la edición número 80 de MBFWM es que la sastrería sigue siendo una fuente inagotable de inspiración para los diseñadores españoles. Prácticamente en todas las propuestas que se han presentado sobre la pasarela del pabellón 14 de Ifema hacían de alguna u otra manera un claro guiño a uno de los elementos clásicos de la moda. En colores, y pese a tratarse en su mayoría de colecciones pensadas para la primavera/verano de 2025 (en el caso de JC Pajares, por ejemplo, era una propuesta anual) el blanco y el negro han arrasado, sin contemplaciones. Solo ha quedado hueco para las flores en desfiles como el de Hannibal Laguna, que decidió hacerlas protagonistas.
Si bien los días anteriores al jueves 12 Madrid ya estaba de fiesta con las propuestas de García Madrid, Juan Vidal o Duyos, hasta mediados de semana Ifema no levantó el telón. Ese día pudimos ver las colecciones de nombres como Acromatyx que, en una colección en blanco, negro y plata, nos dio una lección de sastrería. Se vieron prendas que hablaban de su propia construcción como si fueran heridas que dejaban vivos a la vista, conformando prendas que iban un paso más allá. Por su parte, Ágatha Ruiz de la Prada presentó uno de sus trabajos mejor concebidos en mucho tiempo donde la ironía propia de la casa tuvo mucha presencia, con piña de Mercadona incluida.
Claro Couture hizo desfilar a Jessica Goicoechea, aunque no necesitaba de su presencia para realzar unos diseños donde el drapeado era protagonista, además de los encajes y las transparencias en una colección que parecía una pura fantasía. De la Cierva y Nicolás, por su parte, reflexionaban sobre la lágrima con vestidos que nos remitían a los secretos de la costura y que dejaba ver la propia construcción de las prendas. Odette, con Pino Montesdeoca luciendo uno de los abrigos más bonitos de la jornada, presentó una de las propuestas más exóticas de esta edición, con estampados que iban de las flores al animal print. Por su parte, la colección de Simorra se puede resumir en una lección de moda para cualquier momento del día, con cortes actuales y muy femeninos.
La jornada la cerró Pedro del Hierro, que celebró su cincuenta aniversario por todo lo alto en uno de los escenarios más espectaculares de Madrid. La sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España, el conocido como Corona de Espinas, acogió en su interior una colección donde Nacho Aguayo y Alex Miralles convocaron a las tops españolas de todos los tiempos (de Judit Mascó a Marta Ortiz) para presentar una mujer elegante, que sabe jugar con los volúmenes y manejar el toque masculino que convierte en sexy sin bajarse en ningún momento de un pedestal inalcanzable.
El viernes, Ángel Schlesser abrió la jornada con Antonte, una colección con el lino como protagonista que buscaba lanzar un mensaje eco a través de drapeados y juegos de volúmenes y pensados cortes. Y si Alfonso Pérez, director creativo de la firma, es el encargado de actualizar el lenguaje de esta firma, Sergio de Lázaro hace lo mismo al frente de Berhanyer. En esta ocasión, pudimos ver como supo reinterpretar el círculo, una de las señas del fundador de la casa, dando un paso más en la reivindicación de su talento… del de De Lázaro y del de Berhanyer, claro.
Hannibal Laguna se tuvo que ausentar por una operación, pero nos dejó una propuesta de jardín cuajado de flores con vestidos vaporosos con el fajín como protagonista. Álvaro Calafat fue uno de los más virales con una propuesta exquisita a la par que siniestra. A modo de gabinete de curiosidades nos demostró cómo se puede ser rompedor resultando elegante. De lo mejor que se ha visto en MBFWM han sido sus piezas en 3D.
Otra que ha dejado muy buen sabor de boca ha sido Isabel Sanchís. Poco a poco la firma entiendo mejor la pasarela y en esta edición ha creado una propuesta maravillosa con una noche muy interesante donde jugaba muy inteligentemente con los volúmenes de los volantes. Por su parte, JC Pajares, en su propuesta anual, como ya referíamos, apostó por la artesanía castellano manchega actualizándola con un lenguaje de calle que demostraba cómo la tradición no está reñida con la tendencia.
El sábado comenzó de la mano de Dolores Cortés que, en un pretendido homenaje a William Morris, nos presentó una colección de baño llena de color y optimismo. Fely Campo, por su parte, nos invitó a un viaje por la ruta de la seda donde, además de mostrar una interesante predilección por la espalda, exhibió diseños confeccionados con sedas traídas desde el lejano Oriente. A Japón se fue Lola Casademunt by Maite, en su caso, traduciendo al lenguaje occidental la costura tradicional nipona. Paloma Suárez, en cambio, prefirió mirar al Oeste, con un trabajo que creó cowboys galácticos que, incluso, tenían un punto goyesco.
Custo Barcelona, una de nuestras marcas con mayor reconocimiento, apostó por vestidos que jugaban con el volumen y pantalones de corte sartorial. Yolancris era una de las más esperadas, al estrenarse por fin en Madrid. En su caso, se inspiró en La Bohème para crear una colección de corte boho con siluetas fluidas, macramé, denim de algodón y flecos. El otro nombre esperando de la jornada fue Michael Costello. El diseñador americano que ha vestido a Lady Gaga y, también, a Nebulossa para Eurovisión era el broche final a una pasarela que ahora deja paso a los nuevos creadores.