El estudio “La hora de cuidarse” puesto en marcha por el Club de Malasmadres y DKV indica que nueve de cada diez mujeres encuestadas sienten culpabilidad al reservar cierto tiempo para sí mismas y restarlo a la atención de su familia. En los informes realizados previamente por esta comunidad, así como en las investigaciones puestas en marcha por el Instituto DKV de la vida saludable, se detectó que las mujeres empeoran su calidad de vida al ser madres. Los factores que explican esta situación tienen que ver con las nuevas responsabilidades del cuidado, que recaen generalmente en los hombros de la mujer y que implican cambios en la organización de las jornadas, reduciendo el tiempo de descanso y desconexión.
Con el objetivo de que todas las mujeres se liberen de la culpa y reflexionen acerca del derecho al autocuidado Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres, se sumerge en una gira en la que escenifica un monólogo en el que desmitifica la maternidad y se ríe de sus intentos fallidos de ser una madre perfecta. “No podemos disfrutar de la maternidad sin cuidarnos. Somos una generación de madres agotadas intentando llegar a todo, para ser esas “superwoman” a costa de nuestra salud mental, nuestro tiempo propio y nuestras renuncias profesionales y personales. Pero ojo, el problema no es la maternidad, el problema es el sistema que nos expulsa y un mercado laboral que no nos permite maternar, criar, ser madres y seguir con nuestras carreras profesionales, con nuestros proyectos…”, explica Baena. “Llega la maternidad y se convierte en el verdadero techo de cristal, cuando además, se dispara la desigualdad. Así que tenemos que cuidarnos, pero que las madres podamos tener un autocuidado de calidad, no el impuesto por la sociedad, no sólo depende de nosotras, sino de toda la sociedad. Por nuestra parte, ¿qué podemos hacer? Bajar la autoexigencia, hacer equipo, delegar, crear tribu, reivindicar y dar el paso, por pequeño que sea, porque así llegaremos a hacer el hábito y entonces, nos dará igual el qué dirán y si nos llaman malas madres”, añade.
Señala que las madres son “las eternas cuidadoras”, y que a lo largo de los seis años que lleva en marcha el proyecto “La hora de cuidarse”, junto a DKV, han observado que las madres se cuidan poco, y que cuando lo hacen, emerge la culpa. “Los padres que cuidan, por poco que hagan, son héroes. Además, suelen visibilizarlo y decimos aquello de “es un padrazo”. Nosotras cuidamos, sostenemos la vida y los cuidados como si fuera parte de nuestra esencia, y no es así. Hay que acabar con estos roles y trabajar por la corresponsabilidad en el hogar, porque es un derecho de todas las personas”, asegura. Como explica a Cadena SER Maite Egoscozabal, socióloga de la organización, hemos interiorizado que en el momento en el que una mujer se convierte en madre, tiene que estar con su rol principal de cuidadora principal, por lo que en el instante en el que se dedica tiempo a sí misma, se percibe como un privilegio, no como un derecho.
“Mi hijo nunca me ve poniéndome a mí misma en primer lugar o siendo perezosa, ni siquiera por un segundo. Si no tengo cuidado, podría empezar a creer que las madres existen para servir a los demás hasta que se caigan, o que cuidar de sí mismas debería ser su última prioridad. Así que ahora, me propongo contarle a mi hijo, a la hora de dormir, sobre el libro que estoy leyendo, el programa que estoy viendo o que simplemente, planeo sentarme en el escalón de la entrada a mirar las estrellas, incluso si es sólo por cinco minutos decididos”, escribe en ‘New York Times’ Danna Lorch. “Y cuando la culpa arde en mi estómago, porque es algo que inevitablemente sucederá, me recuerdo a mí mismo que el cuidado personal no es una recompensa que se otorga una vez hecho todo el trabajo duro. Es lo que necesito para seguir avanzando poco a poco en este momento, con un niño pequeño que se abraza a mi espalda durante una tormenta”, asegura.
Autocuidado VS autocuidado impuesto
Resulta esencial diferenciar entre el autocuidado y el autocuidado impuesto, que suma presión a las mujeres, pues la sociedad ha normalizado y aceptado de lleno la violencia estética. Laura Baena subraya la importancia de reflexionar acerca de en qué dedican las mujeres su tiempo cuando aseguran no tener ni un segundo libre, pues es fundamental revisar qué es para cada una el autocuidado. Indica que en muchas ocasiones, en realidad, las decisiones personales no son libres. “Hay que reflexionar acerca de hasta qué punto priorizamos llevar las uñas perfectas o hacernos un tratamiento de reducción de glúteos o un tinte de cejas. ¿Realmente es algo que necesitamos y disfrutamos? ¿Tiene sentido un autocuidado que no disfrutamos y que incluso sufrimos? Hay una presión social tremenda sobre nuestra imagen y esto pesa muchísimo, porque el sistema nos atrapa y nos roba tiempo. Tenemos que ser conscientes para frenar esta presión, sutil y muchas veces invisible, y elegir un autocuidado que nos haga sentir bien, que nos permita vivir con más calma, valorando el descanso y esos momentos que nos recargan: ya sea leer un libro, tomar un café con una amiga o dar un paseo en soledad. Pero estamos en una sociedad que no valora lo reproductivo, que no permite parar y esto nos lleva a profesionalizar el ocio, el deporte, el descanso. No vale con salir a pasear, tenemos que medir los pasos, aprovechar para escuchar un podcast y llevar el modelo de última moda. Eso al final nos lleva a una presión al cuidarnos que es agotadora”, dice.
La conciliación laboral y familiar son claves para que las madres dispongan de un espacio propio más allá de la maternidad, pues la principal causa del síndrome de burnout de las madres es la falta de conciliación, así como la sensación que de no tenerlo todo bajo control que crece a la para que los hijos se hacen mayores. Pero, ¿hay algo que podemos hacer para que la conciliación real cale en las empresas o es una cuestión cuya responsabilidad tendría que recaer sobre las compañías? “Para nosotras es una responsabilidad que las empresas (y las instituciones) tienen que liderar como propias. Las empresas sostenibles están formadas por equipos motivados, que creen en el proyecto, que se sienten parte y están satisfechos. Para conseguir y mantener esta cultura de empresa, que es el camino al éxito, a los buenos resultados y a un trabajo efectivo, es fundamental invertir en las personas, en la comunicación, en escucharlas y saber qué necesitan. Muchas veces pensamos que ofrecer herramientas y medidas de conciliación a las personas trabajadoras es más costoso y complejo de lo que es, pero basta con escuchar las necesidades y adaptarse, apostar por la flexibilidad laboral, por el trabajo autónomo, por la comunicación efectiva, creer en la desconexión y en el trabajo reproductivo, valorar los cuidados y crear equipos cercanos y con valores es parte de un modelo que ya no es una opción sino una responsabilidad. Por eso hablamos de corresponsabilidad social”, explica.
La conclusión es que una madre verdaderamente feliz ha de cuidarse, cultivar su propio tiempo y no renunciar a sí misma ni a sus sueños por sus hijos e hijos. Porque como asegura Laura Baena, al dejar atrás la culpa, las creencias y las imposiciones, es cuando las madres disfrutan más de la maternidad.