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La trampa del feeling: si no hay química al instante no puedo enamorarme

Los tórtolos lo llaman la mirada del amor; los científicos, bastante más documentados, la mirada copulatoria. Y teniendo en cuenta a estos últimos, cuando alguien saca a relucir el feeling para decidir si habrá o no segunda cita, ya sabemos que lo que está revelando es si hubo o no deseo sexual en su primer encuentro.

La búsqueda del amor
Allie y Noah, amor y pasión

Ludus (amor juguetón), decían con acierto los sabios de la Antigua Grecia. Tan sobrevalorado está el feeling que podría ser la causa de que tantísimas personas hayan quedado varadas en la búsqueda permanente de pareja.

No es el amor lo que nos ciega, sino el dichoso feeling, que nos hace confundir ese deseo sexual inmediato con cualquier otro atractivo de la persona que tenemos enfrente. Es la gran trampa en la búsqueda de pareja y en ella cae un amplísimo porcentaje de los usuarios de las aplicaciones de citas y la gran mayoría de los participantes de esos programas de televisión destinados a emparejar personas. “No hubo esa química que buscaba”, se excusan con tono de frustración. El amor a primera vista, la química, las ansiadas mariposas en el estómago son fascinantes, pero tan efímeras… Simplemente crean la ilusión de una unión que se esfumará si con el tiempo si no se fortalece con apego, cariño o compromiso.

escena de first dates

Participantes de First Dates en busca del “feeling”

¿Sabemos bien qué es el feeling? ¿Cómo ocurre esa química que creemos tan decisiva para seguir conociendo a un pretendiente? El psicólogo Harry Reis, autor de varios estudios sobre las relaciones de pareja, la describe como una experiencia visual, táctil, olfativa, auditiva… Cada elemento contribuye a una primera impresión, si bien el más decisivo es la conversación. Si es fluida, va a ver una conexión inmediata, un interés recíproco que dará paso al cosquilleo erógeno y las mariposas en el estómago. El intercambio de sonrisas y otros gestos corporales transmitirá el grado de sincronización emocional. Así debería ser si no nos precipitásemos.

La química no es, según Reis, algo que se produce de golpe, sino que depende de cómo se va desarrollando esa interacción. Que exista una incomodidad inicial es absolutamente normal y se puede superar a medida que transcurre la charla descubriendo si existen intereses mutuos y creencias, valores, puntos de vista y objetivos vitales afines. “Esa química es mucho más poderosa que la atracción física inicial”, dice. Sin embargo, a menudo la frenamos al echar en falta el cosquilleo erógeno inmediato y no prestamos atención a esas otras señales que podrían derivar en una relación interesante, excitante y divertida.

Lo que viene a decir Reis, apoyado en cinco décadas de investigación, es que es un gran error pensar que la primera impresión es irreversible. Es importante, sí, y exige unos mínimos de atracción física, pero no es rígida. La chispa sexual sigue su propia línea de tiempo y es diferente para cada persona. Si hay una conexión más profunda, un interés común, una forma de hablar y escuchar, es fácil que se avive la llama pasional.

pareja de enamorados

¿Conexión?

Por supuesto, el feeling, la química, las mariposas, el cosquilleo, la descarga eléctrica o como queramos llamarlo es una sensación extraordinaria, abrumadora y vibrante. Una vez que la hemos conocido, nos empeñamos en repetirla una y otra vez. Ni siquiera hace falta dar más detalle. Un cruce de miradas puede ser suficiente para notar esa sacudida en el cuerpo. Los científicos han analizado el cóctel de sustancias químicas cerebrales que encienden la pasión y su conclusión es que es completamente diferente a esa otra reacción que favorece la relación duradera. 

Florian Zsok, psicólogo de la Universidad de Zúrich (Suiza) ha dirigido varios estudios de laboratorio y otro de campo simulando el trabajo de una aplicación de citas y su conclusión más notable es que, en eso que conocemos como amor a primera vista, existe un sesgo descaradamente físico. Es el llamado efecto halo, que tanto juego da en política. Nos lleva a atribuir a una persona cualidades positivas a partir de su atractivo, de manera que eso que llamamos amor a primera vista deberíamos dejarlo en simplemente apetito erótico y, en su opinión, es poco probable que sea suficiente para un vínculo más intenso, a pesar de la naturaleza tan caótica que a veces tiene el amor. “Ni siquiera deberíamos pensar que es pasión”, indica Zsok en un informe publicado en la revista Personal Relationships.

Realmente es un crush, un golpe de efecto tan instantáneo como fugaz. Podríamos sentirlo varias veces al día, sobre todo los hombres, con personas con las que nos cruzamos y nos encantan simplemente con mirarlas. Ellos son, según Zsok, más proclives experimentar ese mal llamado amor a primera vista. Fruto de esa reacción química en la que intervienen hormonas como la dopamina, la serotonina y la oxitocina, aumenta la temperatura corporal, las manos sudan, el rostro se ruboriza, te sientes sobrepasado o bloqueado, balbuceas, te cuesta hilar las frases. No es más que un deseo o apetito sexual gobernado por nuestras hormonas sexuales y, como tal, pasajero.

Un estudio de 2017 realizado por investigadores de la Universidad de Groningen (Países Bajos) sugiere que las personas que creen haber experimentado esta sensación pueden estar influenciadas por un sesgo de memoria. Podrían recordar su primer cruce de miradas como el más significativo debido a sus sentimientos mutuos meses o años después. Es cierto que muchas parejas se crean a partir de un amor a primera vista. Catherine Zeta-Jones, por ejemplo, asegura que la primera vez que se encontró cara a cara con Michael Douglas supo «que sería el padre de sus hijos». Debería contar también la inversión emocional, temporal y espiritual que exigió la relación para llegar al punto de madurez en el que se encuentran hoy.

Ese espejismo mental no siempre encuentra un final tan feliz, sobre todo si nos lleva a una visión elevada de la persona a la que acabamos de conocer o, si como suele ocurrir, resulta que el amor a primera vista resultó un fenómeno unilateral. En las pasiones nos falla una de las mayores virtudes que posee el ser humano: la paciencia. No hablamos de una espera pasiva, sino de dejar que el fuego se tome su tiempo para que arda. Los árboles que tardan en crecer, según sentenció Molière, llevan la mejor fruta.