La temporada invernal no solo influye en nuestro estado anímico, sino que también impacta la salud de nuestra piel. Factores como el frío, el viento y la lluvia pueden alterar su barrera protectora natural, causando irritación, sequedad, e incluso grietas.
Cuando las temperaturas descienden, se produce una vasoconstricción, lo que limita el flujo sanguíneo hacia la piel. Esto reduce el aporte de nutrientes, favorece la acumulación de células muertas y disminuye el nivel de hidratación en la epidermis, resultando en un aspecto apagado, según explica Aura Serras, la directora de iS CLINICAL España.
Para contrarrestar estos efectos, es esencial exfoliar la piel para eliminar las células muertas y aplicar una hidratación profunda que prevenga la aparición de fisuras.
1. Hidratación con cremas reparadoras
Las bajas temperaturas aceleran la pérdida de humedad en la piel, lo que puede generar tirantez, irritaciones y fisuras, señala la experta. Recomienda cualquier bálsamo que ofrezca una hidratación intensiva y fortalezca la función cutánea.
2. Protección solar, también en invierno
Aunque es común asociar los protectores solares al verano, los rayos UV siguen siendo perjudiciales durante el invierno, especialmente con exposición directa, contribuyendo al envejecimiento prematuro y aumentando el riesgo de cáncer de piel.
3. Cuida tus labios
Los labios, al estar constantemente expuestos, son especialmente vulnerables al frío. Según Serras, aplicar un bálsamo labial al menos dos veces al día ayuda a mantenerlos hidratados y evitar que se agrieten.
4. Evita duchas muy calientes e hidrata el cuerpo
El agua caliente, aunque tentadora en invierno, puede resecar la piel e incluso provocar dermatitis. Por ello, se recomienda usar agua tibia y aplicar un producto hidratante tras la ducha.
Una rutina de cuidado constante
La clave para evitar grietas, sequedad y tirantez en la piel es establecer una rutina de cuidado constante y adecuada para tu tipo de piel. Comienza por una limpieza suave, usando productos sin sulfatos que no alteren la barrera natural de la piel. El agua tibia es preferible, ya que el agua caliente puede despojar la piel de sus aceites naturales. Tras la limpieza, seca tu piel con suavidad, evitando frotarla, para no irritarla ni dañarla.
La hidratación es el paso más importante para prevenir la sequedad. Aplica una crema hidratante inmediatamente después de lavar tu piel, mientras aún está ligeramente húmeda, para sellar la humedad. Busca fórmulas que contengan ingredientes humectantes como ácido hialurónico, glicerina, o emolientes como manteca de karité. En climas fríos o secos, considera usar bálsamos o ungüentos más espesos en áreas propensas a grietas, como codos, rodillas y labios. No olvides proteger tu piel de los elementos externos utilizando un protector solar de amplio espectro durante el día, incluso en invierno.
Por último, es fundamental mantener una hidratación adecuada desde el interior, bebiendo suficiente agua y llevando una dieta equilibrada rica en antioxidantes, como frutas y verduras. Evita duchas largas y el uso excesivo de productos que contengan alcohol o fragancias fuertes, ya que pueden agravar la sequedad. Incorporar un humidificador en tu hogar también puede ayudar a mantener la humedad en el aire, especialmente durante los meses más fríos. Con estos hábitos, tu piel permanecerá suave, flexible y libre de grietas.