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La “maldición de Beyoncé”: el apoyo a Kamala elevado a delirio

No hay mejor caldo de cultivo para el disparate que la ansiedad colectiva y esta vez la damnificada es la cantante estadounidense, diana de varias teorías conspirativas

A medida que se acerca el día en que los estadounidenses decidirán si aúpan a Kamala Harris o a Donald Trump a la presidencia, los mercados se vuelven más histéricos, los ciudadanos más exaltados, el país más ansioso y Beyoncé más atónita. Lo que le está ocurriendo es tan loco como defender que la luna no existe, sino que es pura ilusión óptica, o que Hitler podría haber corrido sus últimas juergas en algún país de Latinoamérica. La superestrella del pop es carne de siniestras teorías conspirativas. No una, ni dos… La última, durante este intrépido fin de carrera hacia la Casa Blanca.

Igual que otras celebridades, como Taylor Swift, Oprah Winfrey, Robert de Niro, Mel Gibson, Ariana Grande o Charli XCX, Beyoncé ha puesto todo de su parte para que la balanza, demasiado equilibrada para su gusto, acabe inclinándose a favor de la candidata demócrata.

Primero arropó a Kamala con su canción Freedom, un poderoso himno que nació como una expresión de liberación personal y social. A sus 43 años, la superestrella ha sido testigo del poder de su música para atraer emocionalmente a audiencias en las que los discursos no calan. Sabiéndolo, la rival de Trump ha hecho de este tema su aliado para abrir y cerrar los mítines y eventos, apuntalando su letra hacia su propia concepción política de la libertad para que la mujer tome decisiones sobre su cuerpo.

Beyoncé se prestó a ello y dio el impulso definitivo a esta campaña hace unos días en Houston (Texas), su ciudad natal, donde, según las encuestas, parece complicado ganarse el voto demócrata. A pesar de las expectativas y en presencia de su madre y algunas celebridades texanas, la estrella de la música enardeció al público cuando apareció junto a Kamala y pronunció su discurso centrándolo en el derecho al aborto: “No estoy aquí como una celebridad. No estoy aquí como una política. Estoy aquí como madre. Una madre que se preocupa profundamente por el mundo en el que viven mis hijos y todos nuestros hijos. Un mundo donde tenemos la libertad de controlar nuestros cuerpos. Es hora de que Estados Unidos cante una nueva canción. Nuestras voces cantan un coro de unidad. Cantan una canción de dignidad y oportunidad. ¿Están todos listos para agregar su voz a la nueva canción estadounidense? Porque yo lo estoy. Así que hagámoslo. Damas y caballeros, denle una gran y fuerte bienvenida texana al próximo presidente de los Estados Unidos: la vicepresidenta Kamala Harris”.

Beyoncé puede jugar un peso notable en estas elecciones, igual que otras celebridades. Sin este aval, la vicepresidente habría tenido muy complicado pisarle los talones a Donald Trump en esta carrera. La cantante es una de las artistas más grandes del mundo y cuenta con cientos de millones en las redes. Cualquier político escribiría con letras doradas su nombre. Su imagen es la de una profeta vestida de Versace y vertiginosos tacones con plataforma y, cuando predica, sus palabras suenan como alimento para el alma. Ha hecho de su voz un santuario para la población negra, especialmente los homosexuales y todo aquel que profese la nueva cultura woke. Son estos rasgos los que inspiran continuas teorías conspirativas, empezando por la que atribuye su riqueza a su implicación en poderosas sociedades secretas.

De ese fervor nació también el último bulo centrado en su personaje. Alguien amplió su alegato en Texas indicando que Beyoncé apoyaría a Kamala por su defensa “del aborto hasta el nacimiento”. No existe ningún registro de estas palabras. Ningún medio publicó esta frase que se atribuye a la estrella musical, pero la teoría se ha expandido como la pólvora con la inestimable ayuda de esas plataformas de bots que se suman a las causas de una manera cada vez más sofisticada.

Es verdad que el derecho al aborto ha monopolizado el proyecto político de Kamala, visibilizando historias personales de mujeres como una de sus herramientas más poderosas, pero el asunto es serio. El aborto en el nacimiento es infanticidio, un delito en cualquiera de los estados que no pasaría por alto su electorado.

El mundo del espectáculo es un excelente caldo de cultivo para estos bulos y, por su popularidad, Beyoncé es víctima propiciatoria. Tanto que carga hasta con la muerte de varios artistas que, tras ganar un Grammy, han fallecido prematuramente. El argumento es que los galardonados o cualquiera que eclipse a Beyoncé o mueren de manera misteriosa o sufren un mal fario. Exponen como ejemplos el caso de la cantante Aaaliyah, que falleció en accidente de avión, o la rapera Lisa Lopes, la única víctima mortal de los ocho implicados en un accidente de coche que viajaba a gran velocidad un 25 de abril de 2002.

Se conoce como la “maldición de Beyoncé”, un disparate más de esos que se agrandan en TikTok. Otra de las últimas teorías conspirativas de la que ha tenido que salir al paso, dada su gravedad, ha arrancado en el programa Piers Morgan Uncensored, emitido en octubre de 2024. La cantante Jaguar Wright comparó a Beyoncé y a su marido, Jay-Z, con Sean Diddy Combs, acusado de cometer tráfico sexual y haber agredido sexualmente a numerosas personas a lo largo de varios años.

La entrevistada aprovechó la conocida amistad entre ellos para sugerir que Jay-Z y Beyoncé son parte de un sistema corrupto dentro de la industria musical que explota a personas vulnerables. Piers Morgan pidió enseguida disculpas a Beyoncé y Jay Z por la difusión de “rumores sin fundamento”, pero sus declaraciones ya se habían viralizado en las redes sociales rescatando, de paso, más especulaciones sobre la estrella.

No deja de ser paradójico que una artista que se envuelve con la bandera feminista para elevar a las mujeres acabe atrapada en este tipo de enredos, pero puede que esta sea la consecuencia de dejar que el culto a las celebridades y la búsqueda a la desesperada de apoyo tomen el lugar protagónico en las elecciones presidenciales. Entre rumores, hechos reales y leyendas urbanas, tanto Beyoncé como Jay-Z han perdido cuatro millones de seguidores cada uno en redes sociales.

Mientras tanto, Trump se burlaba e informaba a su público que su competidora se encontraba en “una fiesta de baile con Beyoncé”. Para mayor escarnio, pronunciaba “Beyonhnsayyyy”, alargando burlonamente la última letra. Son las nuevas dinámicas del poder.

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