Lo que comenzó en 1979 como una guía de carretera es hoy la biblia de los peregrinos gastronómicos, que cada año esperan la lista de premiados como quien aguarda las campanadas de Nochevieja. En Santa Cruz de Tenerife, bajo un cielo más estrellado que nunca, la gala de los Soles Repsol 2025 iluminó una vez más el mapa de la buena mesa.
El gran titular de la noche se escribió en mayúsculas con dos nombres propios: La Finca (Elche) y Bagá (Jaén). Ambos restaurantes alcanzaron la cima con tres Soles, un reconocimiento que confirma el talento de Susi Díaz y Pedro Sánchez, respectivamente. La primera, con su elegancia discreta y su manejo del producto autóctono, ha convertido su cocina en un homenaje perpetuo al Mediterráneo. El segundo, con su minimalismo técnico y su rebeldía culinaria, ha convertido Jaén en una meca para los devotos del buen comer.

Fotografía: EFE
Pero la fiesta no terminó ahí. Diecisiete restaurantes ascendieron al podio de los dos Soles, demostrando que el equilibrio entre innovación y raíces es la clave del éxito. En Madrid, Cebo sigue reinventándose con una propuesta meticulosa y radical. En Barcelona, Enigma, de Albert Adrià, mantiene viva la esencia de la experimentación que hizo de su hermano Ferran una leyenda. En León, Kamín ha entrado en escena como una de las revelaciones del año, poniendo a la capital leonesa en el foco gastronómico nacional.
La tendencia es clara: una cocina que apuesta por la cercanía, el producto local y la autenticidad
Si los dos y tres Soles son la corte de la gastronomía, los restaurantes que estrenan su primer Sol son el futuro. Setenta y un nuevos establecimientos se han sumado a la constelación, algunos con nombres ya reconocidos y otros que debutan con humildad y ambición a partes iguales. La tendencia es clara: una cocina que apuesta por la cercanía, el producto local y la autenticidad. Ya no se trata solo de deslumbrar con platos imposibles, sino de emocionar con sabores de siempre interpretados con inteligencia.
La ceremonia, además de ser una fiesta, se ha convertido en un recordatorio de que la gastronomía no solo es placer, también funciona como motor económico. Como recordó Antonio Brufau, presidente de Repsol, “los restaurantes premiados son mucho más que mesas bien servidas: son generadores de empleo, protectores del producto local y embajadores de la cultura española”. Y es que, en un país donde la comida es casi un acto religioso, los Soles Repsol alumbran caminos hacia una cocina más auténtica, sostenible y emocionante.
Tenerife cerró la gala con su luna reflejándose en el Atlántico, mientras los chefs y restauradores se abrazaban como si hubieran ganado un Mundial. Porque en el fondo, lo habían hecho: el de la buena mesa, el de la pasión por el producto y el de la gastronomía que sigue brillando como nunca en España.