DÍA INTERNACIONAL DE LA FELICIDAD

La felicidad que seguimos ignorando (y no sale en Instagram)

Nos han enseñado a perseguirla, pero rara vez se deja atrapar. No está en los planes perfectos ni en los grandes logros, sino en los imprevistos que nos pillan desprevenidos. Según el último estudio del Museo de la Felicidad, en España la alegría sigue teniendo nombres propios: Bob Esponja, Chiquito de la Calzada y los Reyes Magos. Tal vez la clave esté ahí: menos cálculo y más carcajada

El 20 de marzo es el Día Internacional de la Felicidad, y lo curioso es que nadie sabe muy bien qué hacer con él. No es festivo, no hay puentes ni cenas especiales, y tampoco parece que haga falta felicitar a nadie, porque si alguien te escribe “feliz día de la felicidad”, lo más probable es que te preguntes si está de broma o si ha caído en una secta de autoayuda.

La ONU lo instauró en 2012, quién sabe si con la intención de recordarnos que la felicidad es un derecho o si, por el contrario, era una especie de advertencia. Como cuando tu madre te dice que disfrutes mientras puedas, con ese tono que te hace sospechar que la felicidad es un préstamo con intereses.

En España, según el último estudio del Museo de la Felicidad, la gente encuentra la alegría en lo de siempre: la familia, la amistad y los momentos especiales. Lo sorprendente es que los personajes que más representan la felicidad en este país sean Bob Esponja, Chiquito de la Calzada y los Reyes Magos. Un dibujo animado hiperactivo que vive en una piña bajo el mar, un genio del humor que convirtió la risa en un idioma propio, y tres tipos que trabajan una sola noche al año y consiguen hacer felices a millones de niños sin decir una palabra. A lo mejor ahí hay una pista. La felicidad, la de verdad, no la de los anuncios de yogures ni la de las frases motivacionales que nadie pide, se parece más a un chiste absurdo bien contado que a una planificación minuciosa.

Porque si algo ha dejado claro el estudio, con más de 13.000 mensajes de personas entre los 4 y los 104 años, es que la felicidad no está en los grandes logros ni en los hitos vitales que la sociedad nos dice que debemos alcanzar. Está en lo que menos planeamos.

La gente escribe que la felicidad es un abrazo sin previo aviso, una cerveza bien fría después de un día largo, o un reencuentro con alguien que no esperabas volver a ver. Y por eso, cuanto más nos obsesionamos con encontrarla, más se nos escurre entre los dedos. La felicidad no avisa, se cuela por las grietas de la rutina y aparece cuando ya habíamos asumido que hoy no tocaba.

También está la parte seria: ¿por qué hace falta recordarnos la felicidad en un día concreto? Quizás porque nos la tomamos demasiado en serio. O porque nos han hecho creer que es un destino, cuando en realidad es un sitio de paso. Algo que aparece y desaparece, que se esconde en una risa inesperada, en un golpe de suerte sin importancia, o en la certeza de que, al menos hoy, queda tarde para equivocarse.

La verdadera felicidad, la que no sale en Instagram, no es la que se persigue, sino la que, como Bob Esponja y Chiquito, se parece más a una carcajada que a un plan de vida.

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